Presidentes Barack Obama y Raúl Castro, con el camino allanado



El camino está allanado para que hoy, sábado 11 de abril, se dé el encuentro entre Barack Obama, presidente de Estados Unidos (EU), y Raúl Castro, gobernante de Cuba, quienes anoche protagonizaron un histórico saludo en la apertura de la VII Cumbre de las Américas.

El estrechón de manos de Obama y Castro en el foro de presidentes, que selló el deshielo entre ambos países tras medio siglo de conflicto, fue el preámbulo al “encuentro histórico” que sostendrán hoy ambos mandatarios en el último día de la Cumbre.

Aunque no se ha confirmado el lugar y la hora de la cita, fuentes del Palacio de las Garzas contaron que el presidente Juan Carlos Varela habría ofrecido la sede de la Presidencia de la República de Panamá para la esperada reunión.



Las reacciones a la interacción Obama–Castro no se hicieron esperar. “Es un estrechón de manos que nos llena de esperanza”, dijo, por ejemplo, el expresidente Martín Torrijos en Twitter.



El saludo de anoche en la apertura de la Cumbre no fue el primero. En 2013, durante el funeral del expresidente sudafricano Nelson Mandela, los dos personajes se dieron la mano.



Tiempo después de ese breve encuentro en Sudáfrica, ocurrió lo inesperado: el 17 de diciembre de 2014, Obama y Castro anunciaron negociaciones para restablecer relaciones diplomáticas y abrir embajadas en cada nación. Un hecho que pone fin a medio siglo de diferencias. Atrás queda la guerra fría.



Desde esa fecha, los dos países se han ido acercando poco a poco, y la Cumbre en Panamá ha sido el escenario clave: un día antes de la cita, y ya en el istmo, ambos mandatarios conversaron por teléfono. Mientras que el canciller cubano Bruno Rodríguez y el secretario de Estado de EU, John Kerry, sostuvieron una reunión el jueves.



Los acercamientos se dan luego de que el Departamento de Estado de EU recomendara a Obama retirar a Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo.



INCÓGNITO



Raúl Castro, considerado como uno de los grandes personajes de este principio de siglo, ayer no estuvo tan activo como sus homólogos Obama, Evo Morales, de Bolivia; y Nicolás Maduro, de Venezuela.



Por ejemplo, Obama visitó las esclusas de Miraflores y participó en los foros de la sociedad civil y empresarial; Morales jugó fútbol con indígenas y sindicalistas panameños y Maduro estuvo en los corregimientos de El Chorrillo y San Felipe.



Su llegada a Panamá era un misterio. Mucho antes del primer día de la Cumbre, la Embajada de Cuba en Panamá mantuvo completo hermetismo sobre la agenda del presidente caribeño, quien llegó al país el jueves 9 de abril cerca de las 6:30 p.m.

Se hospeda en el hotel Plaza Paitilla, en el centro de la capital. Le acompañan un número importante de miembros de la delegación cubana. Muchos de ellos participaron en foros de la sociedad civil paralelos a la Cumbre. Este medio pudo conocer que los huéspedes ajenos a la delegación cubana, que tenían separada una habitación en ese hotel, fueron trasladados a otros cercanos por “motivos de seguridad”.



Casi nadie podía tener acceso al lugar, a menos que formara parte de la comitiva caribeña. De hecho, en el área se podía observar decenas de policías y personal de seguridad del Gobierno cubano.



Pero, anoche, luego de que se diera a conocer el histórico apretón de manos, se informó que el presidente cubano, quien asumió el poder en 2008, se reunió en privado con el secretario general de la Organización de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, y con el presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos, Thomas Donohue.



Después de esas citas, a las 7:02 p.m., el mandatario cubano llegó a Atlapa para su segunda aparición pública desde que llegó a Panamá. Saludó brevemente al presidente Juan Carlos Varela y a su esposa, Lorena Castillo.



Luego buscó su puesto en el recinto y coincidencialmente quedó en la misma fila de su nuevo amigo Obama, aunque separados por los gobernantes de Ecuador, Rafael Correa, y de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén.



Era la primera vez que un mandatario cubano tomaba una silla en una Cumbre de las Américas, hecho que, de por sí, hacía del foro de Panamá un evento para la historia.

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