'Aire libre': el deterioro de una casa y de una pareja

'Aire libre': el deterioro de una casa y de una pareja


Cada película surge de un recuerdo, una idea o una frase. En el caso de la argentina Aire libre, el punto de arranque es una imagen que llegó a la mente de la directora Anahí Berneri: “una pareja que recorre una casa destruida y proyecta allí un nuevo hogar”.

“Quería retratar el intento amoroso, y doloroso a la vez, por rescatar de entre los escombros una relación de muchos años”, explica Berneri sobre Aire libre, un drama que se presentó en el marco del Festival Internacional de Cine de Panamá (IFF Panamá).

Hay una atmósfera de sufrimiento, desesperación y pérdida que se respira en toda la película.

Aire libre es un retrato generacional. Habla del fin de la juventud y de la forma en que hoy somos los que pasamos los 35 años, inmaduros y egoístas en nuestras relaciones y como padres”, resalta la autora de otros títulos como Un año sin amor, Encarnación y Por tu culpa.

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EN RUINAS

El matrimonio de Lucía (Celeste Cid) y Manuel (Leonardo Sbaraglia) está en ruinas como la casa que desean reconstruir juntos.

Ambos se preocupan más de cómo quedará la vivienda, que en reforzar los cimientos en los que está basada y sustentada su propia familia.

La casa destruida, llena de grietas y de paredes rotas, es una metáfora de la crisis que viven estos personajes que se van alejando uno del otro de forma paulatina, y en el medio de todo, su hijo será al final la principal víctima de sus comportamientos.

Esa residencia, dice, es “el lugar donde la pareja se proyecta y se derrumba”.

Se trata de una situación “muy concreta que veía repetirse entre las parejas amigas, que de pronto se iban a vivir fuera de la ciudad, culpando a la polución de todos sus males. La negación y el miedo a la soledad siempre me conmovieron”.

Aire libre es un largometraje que desea transmitir la melancolía y el enojo que “provoca ver cómo quien amamos crece a nuestro lado y a la vez se aleja. Quería hacer una película de amor, liviana, pero cruda”.

Rodó Aire libre con la esperanza de que el espectador se identifique con sus personajes, encarnados de forma convincente por Leonardo Sbaraglia y Celeste Cid.

“Cuando alguien me cuenta que la sintió propia, sé que la película funcionó. Pero también sé que puede ser una experiencia incómoda si el espectador se siente tocado en su negación. Cuando un espectador sale demasiado enojado o incómodo de una sala de cine, es porque también la película lo movilizó”, señala Berneri.



ADIÓS AL EGO

Aunque no hubo mucho tiempo para los ensayos en Aire libre, porque tanto Sbaraglia como Cid tenían una agenda laboral apretada y constante en Argentina, sí se dedicaron “a explorar las escenas en el set, dando lugar a la improvisación, la mayoría de las veces para volver a los diálogos del guion, pero siempre incorporando alguna imagen personal de los actores”.

“Fue un trabajo muy catártico para todos, imposible de lograr sin actores generosos y entregados”, confiesa Berneri, quien firmó el guion de este largometraje junto con Javier van de Couter.

Leonardo Sbaraglia y Celeste Cid son populares en Argentina y además son admirados por su belleza por la prensa rosa, y esto cabe resaltarlo porque los dos subieron de peso para estar a tono con los personajes, en especial él, por el estado físico de Manuel.

Sbaraglia le decía todos los días a Berneri la misma frase: “está película es una prueba para el ego”.

Berneri piensa que Aire libre fue una prueba para ambos intérpretes, “no solo por la exposición física, sino también porque sus personajes transitan el deterioro de la pareja, a la vez que se muestran patéticos tratando de recuperar la mirada deseosa de los otros y de sentirse jóvenes”.

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