El pintor Aristides Ureña Ramos y sus señas de identidad

El pintor Aristides Ureña Ramos y sus señas de identidad


Aristides Ureña Ramos, uno de los artistas plásticos nacionales de mayor resonancia en el extranjero, siempre tiene como norte el porvenir y ahora decidió hacerlo desde su patria.

Después de residir en Italia, desde que tenía 18 años, y luego de presentar sus pinturas, performances, happenings, videoartes e instalaciones por más de un continente, retornó al istmo.

Una prueba de que desea echar raíces en su terruño es su individual “Creole Albrook 2014-2015”, que abrirá a partir de este 6 de mayo en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC).

La exposición está compuesta por 14 lienzos hechos en Panamá y los acompaña con un videodocumental a cargo del Grupo Experimental de Cine de Panamá en el que el poeta Manuel Orestes Nieto analiza la muestra y sus significados.

La palabra Creole (Criollo) es la fiel compañera de Aristides Ureña Ramos desde las series “Banana Creole 2004”, “New Codex Criollo 2006”, “Kreol Creole 2010” y “Crisp Creole 2012” hasta llegar a la exposición que estará en el MAC hasta el 26 de junio.

Desde 2004, y hasta su actual serie, ha explorado ese concepto hasta las últimas consecuencias creativas. A esta altura ya es un código establecido y dominado, que le permite explorar el ser panameño y latinoamericano.

El plan de este artista, de 61 años, es invertir los términos que rigieron su accionar por más de tres décadas.

Es decir, hasta hace poco su centro de operaciones era Italia y de allí armaba muestras para América Latina, Europa y África. Ahora hará lo propio, pero desde Panamá, donde ha vuelto a residir, de forma permanente, desde octubre de 2014.

Ureña Ramos, que no expone en nuestro país desde 2013, presenta en el MAC obra plástica de grandes dimensiones, que buscan provocar al espectador, pero también desea que el público reflexione sobre los múltiples significados que están escondidos en sus obras.

Como ya es su marca de fábrica, sus pinturas están llenas de símbolos y mensajes en torno al deteriorado comportamiento social y político del istmo como la corrupción, la desigualdad, el consumismo y el materialismo, y cómo estos males pueden modificar el sentido de la identidad nacional.

Sus nuevas piezas son un popurrí de temas, que no solo están en sus inmensos cuadros sino también en sus marcos y a los costados de cada pintura suya.

Porque Aristides Ureña Ramos, un as del arte gráfico, es un escritor que redacta historias, no solo con el abecedario y el idioma español, sino también con formas, estampas, trazos, filigranas, manchas y colores.

El pintor deja su Florencia (Italia) estimada; hace maletas y decide mudarse al istmo.



DE HECHOS RECIENTES Y ANCESTRALES

La propuesta de Aristides Ureña Ramos, como su natal Panamá, es un espacio de tránsito de épocas y nacionalidades, y como el istmo, este artista aboga por la integración.

Por esta razón brinda en la posmoderna exposición “Creole Albrook 2014-2015” referencias variadas, como iconos publicitarios, aspectos del folclore interiorano y los casi extintos “diablos rojos”, en una coherente amalgama con figuras antropomórficas, así como elementos ancestrales de grupos originarios de Coclé y Veraguas, más caligrafías de la cultura china, sin dejar por fuera señas del pop art, más trazos provenientes del grafiti combinado con un realismo tipo naif y una honda influencia de la escuela italiana, capitaneada por Sandro Botticelli y Piero della Francesca.

Como si la fusión en su paleta fuera poca, va más allá e incluye en sus alegóricas telas a unos angelitos sacados de inciertos tiempos precolombinos, más retratos extraídos de las fábulas de Carlos Francisco Changmarín, el Esopo panameño, donde los sapos tocan tambores, los gorriones cantan emocionados, las garzas blancas dialogan con diosas que obsequian flores, los búhos se esconden entre las sombras como lo hace hoy la justicia, y se ven pernoctar a tío Tigre con tío Conejo.

Sus pinturas también le recuerdan al espectador que Panamá es un crisol de razas.

Por eso hay escenas de alegría y de angustia, de indígenas, negros y españoles, así como la presencia de las nuevas inmigraciones que provienen de América del Sur.

De igual manera, en sus cuadros aparecen miembros de la comunidad afroantillana que laboraron en la zona canalera a partir de leyes discriminatorias y raciales elaboradas por los patrones estadounidenses.

Toda la obra que compone “Creole Albrook 2014-2015”, de manera funcional y justificada, va de la nostalgia por el ayer ido a la melancolía por una patria que ruega ser recuperada; y va de la ironía del que denuncia lo que está torcido, al sarcasmo del que proclama cambios estructurales en Panamá, todo elaborado con una contundente y poética denuncia social, la que logra manejar este artista sin caer en la siempre tramposa propaganda ideológica.

Sus obras han sido presentadas en centros culturales de América Latina, Europa y África.





ZONA REVERTIDA

Esta vez el ojo clínico de Aristides Ureña Ramos se posa sobre la zona revertida de Albrook y la usa como un símbolo del consumismo que ataca con furia al resto de Panamá.

Además, sus pinturas funcionan como una manera de poner sobre el tapete cómo se ha manejado el uso de las áreas de la hoy extinta Zona del Canal, ese antiguo enclave colonialista norteño que dividió al istmo por tantas décadas.

“Me he encontrado con el problema de cómo hemos manejado la zona canalera. Es ahora una zona de especulación, de codicia, y quizá se da esto porque los panameños no estábamos preparados para ocupar este territorio”, opina Aristides Ureña Ramos, heredero directo de otros maestros de la plástica nacional como Guillermo Trujillo,  Alfredo Sinclair y Adriano Herrerabarría. 

Más de una generación de istmeños luchó en el siglo XX para derribar la llamada quinta frontera, y Ureña Ramos siente que ese sacrificio no valió la pena del todo, pues esa parte del istmo no ha sido utilizada de la mejor forma.

Por eso, en “Creole Albrook 2014-2015”, que se presenta en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC), se aprecian quebradas y ríos del área que se van perdiendo ante la presencia demoledora de lo comercial y lo residencial, y en sus pinturas casi se siente el olor a una selva que cada vez más va desapareciendo.

Esta es la forma que utiliza este creador para rescatar la frágil biodiversidad de este barrio canalero en lo particular, y del país en general, pues de acuerdo con su parecer, el medioambiente ha sufrido mucho a manos de un manejo equivocado del concepto urbanismo.

Aristides Ureña Ramos nace en la ciudad de Santiago, en 1955, y proviene de una familia que le enseñó a no bajar la mirada ante ninguna amenaza.





MALOLIENTE POLÍTICA

En su más reciente ciclo pictórico, Aristides Ureña Ramos tampoco ha querido ocultar su sorpresa y su indignación por la descomposición que ha sufrido Panamá en los últimos años, en los que han sobrado los casos de sobornos y otras deshonestidades, y eso queda evidente en sus pinturas colmadas de alegorías a la maloliente política reciente.

Esa es la razón por la que en uno de sus cuadros la Presidencia de la república de Panamá, el botín más deseado por los depredadores partidistas, está en lo alto de un enorme palo encebado y debajo hay gente desesperada por subir, alcanzar y conquistar este inmueble.

En este collage que se presentará en el MAC también hay espacio para la terrible masacre de Albrook, uno de los momentos más sombríos y sangrientos de la dictadura de Manuel Antonio Noriega, así como sacerdotes atemporales que persiguen los codiciosos demonios que todo lo quieren, y donde hombres ensacados y mujeres elegantes hacen negocios con el pan del pueblo.

Todos estos hechos son sacados de la triste realidad política criolla, para que el arte se haga cargo de que no los olvidemos.

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