'Birdman' o las reglas del juego

'Birdman' o las reglas del juego
'Birdman' o las reglas del juego


Holly Hunter, Marisa Tomei, Dianne Wiest, Mira Sorvino, Cuba Gooding Jr., Kevin Kline... Todos tienen en común que son actores que han trabajado en más de dos docenas de largometrajes en Hollywood en las últimas décadas y que además han ganado por lo menos un premio Óscar.

¿Cuántos espectadores pueden mencionar dos películas recientes de cada uno de ellos?

Si les cuesta responder a esta interrogante, no se preocupen. Es la prueba de que no siempre es suficiente ganar la máxima distinción de la Meca del cine para alcanzar el prestigio necesario que les permita tener una carrera lo más permanente posible.

¿Elijah Wood o Daniel Radcliffe han podido superar o igualar su popularidad proveniente de sus papeles en la trilogía de El Señor de los Anillos o la saga de Harry Potter, respectivamente? No.

También pasa con frecuencia que el público, los productores, los dueños de salas, los representantes y los críticos encasillan a un intérprete en un determinado papel o en género cinematográfico específico, y al artista le cuesta mucho volver a reinventarse.

Ambos temas son parte del núcleo argumental de la admirable Birdman, del realizador Alejandro González Iñárritu, producción que está nominada a nueve premios Óscar, incluyendo el de mejor película del año.

Desde Eva al desnudo (1950), de Joseph L. Mankiewicz; Sunset Boulevard (1950), de Billy Wilder; Noche de estreno (1977), de John Cassavetes; y All That Jazz (1979), de Bob Fosse, Hollywood no había recibido una autocrítica tan poética, existencialista, brutal y reveladora sobre sus defectos y virtudes como brinda Birdman en sus 118 demoledores minutos de proyección.

El director mexicano ofrece un ácido retrato contra todo lo que representa Hollywood (egos, cine industrial superficial, precuelas injustificadas, el cine independiente cuando es pedante) cuando presenta a un actor (un iluminado Michael Keaton) que en la década de 1990 era conocido por la audiencia mundial por entrar en la piel de un hombre pájaro con poderes especiales en Birdman, pero cuando se negó a firmar la cuarta entrega de este serial los productores de la Meca del cine, de forma paulatina, lo dejaron de llamar.

El Birdman de González Iñárritu es un ejercicio exquisito y sagaz de diferentes propuestas estéticas y diversos géneros cinematográficos, ya que camina por el realismo, luego recorre el naturalismo, todo en un abrir y cerrar de ojos. Además, se pasea por el cine biográfico y después se da una vuelta por la nueva ola francesa, y del drama se traslada a la comedia negra y tiene tiempo para transitar por el fantástico, todo en cuestión de segundos. Magistral.

ESTUDIO DE LA BESTIA HUMANA

Anque Birdman ocurre en Broadway, el epicentro del teatro estadounidense, pues se desarrolla durante la versión escénica del cuento De qué hablamos cuando hablamos de amor de Raymond Carver, sus dardos apuntan con más agudeza hacia Hollywood.

Birdman pasa revista por los sentimientos, complejos, problemas y necesidades de las estrellas, los críticos, los reporteros, los representantes y los productores.

Tiene además tiempo para regañar al público que consume películas industriales superficiales, dispara contra el poder en aumento que tienen las redes sociales y ridiculiza a los críticos, a los que señala como arrogantes o ignorantes.

Literalmente, lamenta que grandes actores como Woody Harrelson, Michael Fassbender y Jeremy Renner prefieran encarnar a superhéroes de los cómics en la gran pantalla, porque les representa dinero y fama, y dejan así de participar en proyectos independientes.

Estamos ante la clase de película construida y sostenida por el calibre de sus actores.



INTÉRPRETES MARAVILLOSOS

Birdman se une a otros títulos que en el pasado han analizado los sinsabores de los actores como Ser o no ser (1942), de Ernst Lubitsch; Melodías de Broadway (1955), de Vicente Minelli; y Balas sobre Broadway (1994), de Woody Allen, entre otros.

Estamos ante la clase de película construida y sostenida por el calibre de sus actores, pues cada uno de ellos ofrece un festín para los espectadores, al mostrar todo lo que ocurre en una puesta en escena, situaciones que el público no se entera, en un teatro en la famosa calle 44 de Broadway.

Un inmenso Michael Keaton encarna al obsesivo y atormentado Riggan, quien escribe, dirige y protagoniza una obra de teatro a partir de un relato de Raymond Carver. Su álter ego, un hombre pájaro que nunca lo abandona, lo presiona para que sea otra persona y lo acusa de payaso, patético y cobarde, y le promete que si vuelve a ser de Birdman tendrá de nuevo a la audiencia a sus pies.

Se trata de un personaje que es una máquina de repartir golpes al segmento comercial de la industria del entretenimiento.

Riggan tiene terror de no ser importante. Por eso, se queja de que si muere en el mismo avión que aborda su colega George Clooney a nadie le importará que él fallezca y le molesta que como Farrah Fawcett murió el mismo día que Michael Jackson, el cantante pop opacó la desaparición de la actriz.

Por su parte, Edward Norton está estupendo como Mike, el tipo de actor que es atractivo para que la gente compre boletos para verlo en el cine o sobre las tablas, y es además de esos privilegiados que reciben con frecuencia buenos comentarios por parte de los especialistas, pero son seres humanos complicados, ultraexigentes, inestables y vanidosos.

Las escenas conflictivas entre los personajes de Keaton y Norton son para incluir en un libro audiovisual sobre excelencia interpretativa.

En tanto, Emma Stone es Sam, la hija con más de una dificultad de Riggan. Ella acusa a su padre de todas sus dolencias, porque él prefirió estar grabando una película tras otra, en vez de estar en casa educándola.

El monólogo de Stone cuando el padre de Sam descubre que recién estaba fumando marihuana, es uno de los tantos momentos cumbres de Birdman.

Hasta Zach Galifianakus, más dado a la comedia física y a la farsa, está más que convincente como Jake, el productor, abogado, representante, consejero y promotor de Riggan.

REMINISCENCIAS

Birdman está confeccionada como una propuesta postmoderna, al ir de un movimiento estético a otro, así como de un género cinematográfico a otro, todo con una fortaleza que se mantiene como piedra, en particular, en el primer y segundo acto.

Por ejemplo, maneja un realismo contemporáneo que rememora a las películas de Gillo Pontecorvo, cuando toda su historia en torno a un puñado de artistas necesitados de amor, amistad y atención es “obscenamente alimentado por la realidad”, como dijo en una ocasión el director de cine francés Jean Vigo.

Cuando menos te das cuenta, Birdman también brinda reminiscencias a ese lado pesimista, oscuro y trágico tan propio de las novelas naturalistas como las de Emile Zola, Frank Norris y Theodore Dreiser.

Birdman, además, bebe del cine biográfico de forma tramposa, en el buen sentido del término, porque se aproxima a un personaje existente que busca la forma de vencer los retos que le impone su entorno.

En este caso, es Michael Keaton, que si bien nunca interpretó a Birdman, sí en dos ocasiones se vistió de superhéroe cuando encarnó a Batman en las dos entregas que sobre el Caballero de la Noche firmó el director Tim Burton.

Hay más de un ejemplo que podríamos dar de intérpretes que obtienen renombre al entrar en la piel de personajes del cómic y luego les es difícil salir de ese ambiente, como le pasó a Christopher Reeve con Superman o Adam West con Batman.

ESTRUCTURA

En términos de estructura, Birdman se aleja del convencionalismo narrativo del cine industrial hecho en Hollywood.

Aquí no encontrará una edición asfixiante, tampoco hay cortes abruptos. En esta película todo se desarrolla durante un largo, intrincado, imaginativo, elaborado, divertido, perfecto y falso plano secuencial (una toma sin cortes).

Cuando digo falso no se entienda como ofensa, ni tampoco como una acusación. Es intencional por parte del director Alejandro González Iñárritu ofrecer una aparente única toma sin edición, pues sería imposible llevar a cabo un rodaje cuya trama ocurre durante varios días en un solo corte.

Birdman, para dar esa sensación del arte en directo y continuo que es el teatro, está compuesta por el conjunto de muchas verdaderas tomas de secuencias, las que son el resultado de una serie de coreografías precisas, que no solo ocurren dentro de un teatro en Broadway, sino que el reto aumenta cuando una de las escenas ocurre en la luminosa y abarrotada Times Square de Nueva York.

Esta película logra muchas de sus tomas de secuencias gracias al uso de la cámara al hombro, que hizo suyo el documental y que después promulgó como obligación la nouvelle vague.

Al final, los integrantes de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood demostraron madurez al otorgarle nueve nominaciones al Óscar a una producción atípica en cuanto a su forma y a su fondo.

¿Tendrá esta misma academia la objetividad suficiente de premiar en más de una categoría a una cinta como Birdman que le tira en cara los defectos a sus propios miembros?

¿Qué opinan de las películas de Alejandro González Iñárritu? ¿Qué les agradó de Birdman?

Pueden encontrarme en Twitter: DanielDomnguez1

y en Instagram: daniel.dominguez2006

 

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