El Capitán América: Guerra Civilmarca un punto de inflexión en la historia reciente de lo que podríamos llamar el cómic cinematográfico.
Pocas veces una tercera parte de una saga industrial de Hollywood es tan solvente y llena de energía como esta nueva aventura de la siempre reinante Marvel.
Con Capitán América: Guerra Civil las películas inspiradas en los cómics conocen una edad de oro que no tiene señales de acabar, para beneplácito de los espectadores que adoramos esta clase de propuestas.
Este apasionante capítulo supera por mucho al Capitán América: El primer vengador (2011), de Joe Johnston y al Capitán América: El soldado de invierno (2014), de Anthony y Joe Russo.
Con El Capitán América: Guerra Civil se abre una mayor distancia entre los excelentes largometrajes protagonizados por los héroes de la Marvel y los casi siempre fallidos filmes con seres provenientes de una DC Comics que parece incapaz de levantar cabeza en el negocio del entretenimiento audiovisual.
MUESTRAS DISTINTAS
No hay remedio. Se deben hacer comparaciones entre El Capitán América: Guerra Civil y Batman vs Superman: Dawn of Justice.
Ambas cintas se estrenan en el mismo año (2016) y desarrollan temas bastante similares.
Las dos estudian el dilema de los derechos enfrentados a los deberes de los ciudadanos (incluyendo a los superhéroes como responsables indirectos de más de un desastre).
Cada una de estas películas, además, explora cuáles son los límites entre autonomía y control, entre responsabilidad y actitud ética y quién debe establecer esos límites al comportamiento y al desempeño de los héroes.
Tanto una producción como la otra estudian los daños colaterales que se registran durante un combate masivo armado, y cómo figuras emblemáticas del bien se enfrentan entre sí por discrepancias en cuanto a métodos de trabajo.
¿Quién aborda todo esto mejor? El Capitán América: Guerra Civil. Como el resto de las películas de la casa Marvel, esta rompe los moldes tradicionales de cómo narrar una historia que va de la ciencia ficción al fantástico en un cerrar y abrir de ojos.
La Marvel siempre está en una constante evolución, cuestionando su forma de complacer y retar a la audiencia, incluso, en ocasiones altera los modelos que le han dado resultado, como el reciente caso de la brillante Deadpool.
El Capitán América: Guerra Civil sabe plantear qué pasa cuando no hay controles en las acciones de las personas con algún poder, más si estos individuos tienen fuerzas extraordinarias y participan de conflictos bélicos a escala mundial.
Su trama se preocupa por un aspecto que los guiones de esta índole tratan de evitar a toda costa: ¿cuántos civiles y militares mueren cuando Iron Man, Viuda Negra, el Hombre Araña o el Capitán América vencen a los villanos? ¿Cuántos daños, muertes y heridos quedaron luego de alcanzar el triunfo en Vengadores: la era de Ultron (2015)?
Por lo general, el espectador solo ve edificios caer como naipes, cientos de personas corriendo con miedo y desesperación por las calles y el sonido y los resultados de explosiones que dejan destrucción a su paso.
En la platea hay una emoción colectiva de observar esa destrucción, enardecidos vemos cómo los efectos especiales se superan en cada película a la hora de evidenciar el caos, pero la cámara casi nunca se detiene a registrar los daños en detalle.
Todo esto lo aborda con madurez El Capitán América: Guerra Civil.
Hay otro aspecto que también engrandece los retos a los que deben sacar cara estos paladines de la justicia de la Marvel.
Esta vez el villano, encarnado de forma genial por Daniel Brühl, no tiene una horrenda máscara, ni tiene la capacidad de volar ni tiene garras en vez de manos.
El malvado de turno solo quiere cumplir su venganza, porque su familia forma parte de esos daños colaterales a los que los informes de guerra evitan darle importancia.
Por eso, este personaje desata una lucha encarnizada entre los miembros de los Vengadores: los segmenta en dos grandes grupos: los que siguen a Iron Man y los que están de acuerdo con el Capitán América.
Este ser atormentado por el dolor ejerce un principio que se aplica en la guerra, política, en la psicología y casi cualquier escenario cotidiano: divide y vencerás.
De allí que se debe felicitar a los guionistas Christopher Markus y Stephen McFeely, dúo que está vinculado a la serie desde Capitán América: El primer vengador.
CAÍDA LIBRE
Lo peor, sin embargo, es que la precaria Batman vs Superman: Dawn of Justice tenía argumentos interesantes a su favor.
Aunque tratando de emular la soberbia saga de Christopher Nolan sobre El Caballero de la Noche, el filme jugó fallidamente a ser profundo, sin permitir que existiera un resquicio de sentido del humor, y sin dar tregua a una trama forzada a ser contestataria de la mano de ideas sacadas del ideario del filósofo Friedrich Nietzsche, entre otras fuentes de inspiración.
Fuera por la razón que fuera, la película estelarizada por Ben Affleck (Batman) y Henry Cavill (Supermán) terminó siendo pedante, lenta y en más de un momento aburrida.
Por eso, el mal endémico que persigue a la mayoría de los filmes de la DC Comics se volvió a repetir: la imposibilidad de Batman vs Superman: Dawn of Justice por lograr una aprobación general, tanto de expertos como de consumidores.
Batman vs Superman: Dawn of Justice obtuvo una enorme F por parte de los críticos (una pobre calificación de 28% sobre 100%).
La audiencia estadounidense tampoco es que se desvivió, pues le dio un frío 67% de respaldo.
Batman vs Superman: Dawn of Justice logró en la taquilla mundial 864.4 millones de dólares.
Suma que parece impresionante en primera instancia, aunque después la percepción cambia un tanto cuando tomamos en cuenta que su costo de producción fue de 250 millones de dólares y la inversión publicitaria superó los 150 millones de dólares.
Estoy seguro de que los productores de Batman vs Superman: Dawn of Justice esperaban que superara, y rápido, la barrera de los mil millones de dólares en la boletería global, como le ha pasado, más de una vez, a las películas de la Marvel.
Por ejemplo, en 2012 la Marvel alcanzó ese nivel financiero con The Avengers ($1,519.6), en 2013 Iron Man 3 ($1,215.4) y en 2015 con Avengers: Age of Ultron ($1,405.4).
Mientras que DC Comics solo lo ha conseguido con The Dark Knight Rises ($1,084.9, en 2012) y The Dark Knight ($1,004.6, en 2008).
Gracias a la habilidad del maestro Christopher Nolan de sacarle esplendor a Batman, lo único bueno que le ha pasado a las películas de personajes de la DC Comics, pues el resto de los personajes, cineastas, productores y guionistas solo han colaborado, claro que sin esa intención, a su decadencia.
La esperanza aún se mantiene con vida. Espero salir encantado de los estrenos de DC Comics programados entre 2016 y 2018: Suicide Squad, Wonder Woman, The Justice League Part One y The Flash.
ACCIÓN
Por otro lado, en términos de planteamiento, se debe admitir que Capitán América como personaje tiene una debilidad: por sí solo no es tan genial como sí lo son en solitario Iron Man, Thor o Hulk.
Quizás por eso Capitán América: Guerra Civil parece una nueva entrega de Los Vengadores (solo faltaba el señor del pesado martillo y el tipo que se pone verde de ira), o bien otra continuación de Iron Man, quien tiene igual o más protagonismo en la trama como el llamado personaje de la Marvel Comics que apareció durante la Segunda Guerra Mundial como un elemento propagandístico estadounidense.
Después de disfrutar de Capitán América: Guerra Civil me pregunto qué espera la Marvel para darle sus propias películas a personajes ricos en matices y encarnados por solventes intérpretes: Falcon (Anthony Mackie), War Machine (Don Cheadle), Hawkeye (Jeremy Renner) y Black Panther (Chadwick Boseman), quienes tienen sus momentos de esplendor, tanto en acción como en parlamentos, en Capitán América: Guerra Civil, otro motivo para aplaudir a los guionistas Christopher Markus y Stephen McFeely.
PRESENTE Y FUTURO
Era lógico que los directores Anthony y Joe Russo fueran los encargados de firmar El Capitán América: Guerra Civil.
Por una parte, porque fueron ellos los que diseñaron el devenir del personaje en El Soldado de Invierno.
También es de rigor que los Russo sean los responsables porque van a rodar las esperadas Los Vengadores 3: Infinity War. Parte 1 (2018) y Parte 2 (2019).
Porque ellos integran una doble fortaleza que tiene Marvel con el proceder de sus proyectos fílmicos, bondades de las que carece la DC Comics: orden y planificación en su plan de trabajo.
Mientras que la Marvel tiene tres lustros encadenando sabiamente a sus personajes, tanto de forma individual como grupal, tanto en el cine como en la televisión, la DC Comics todo lo hace a destiempo y con algún nivel de torpeza, salvo, una vez más, la admirable trilogía de Nolan.
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