Colombia, un país lector

Colombia, un país lector


Saber leer y escribir es una doble virtud que es bastante reciente en el continente americano. A finales del siglo XIX, el 90% de los habitantes de esta parte del mundo no tenía acceso a la educación más básica.

Ahora, a inicios del siglo XXI, la situación es exactamente al revés. El 90% sí conoce los laberintos del abecedario y solo un 10% carece de ese privilegio.

Quien destaca esto es Enrique González Villa, presidente ejecutivo de la Cámara Colombiana del Libro, entidad que junto a Corferias es la responsable de la Feria Internacional del Libro de Bogotá (Filbo), cuya versión número 29 termina este 2 de mayo.

Entonces, opina, el reto hoy es que la gente llegue a los libros por puro gusto, no por un compromiso académico, sino que sea una experiencia tan placentera como cualquier otra.

Está a favor de mantener los incentivos a la lectura. No tanto con campañas nacionales de fomento, sino más bien darle a los individuos la oportunidad de que se lleven a casa las obras y capaz, en sus hogares, ese mismo título llega a otros miembros de la familia.

Cita que en Colombia, en la última década se ha conseguido que prácticamente en cada pueblo y ciudad de Colombia haya una biblioteca pública.

En cuanto a infraestructuras, las mejores en cuanto a oferta y actividades, comenta, son las que están ubicadas en Bogotá y Medellín. Además, en términos arquitectónicos han ganado distinciones dentro y fuera de las fronteras colombianas.

Cree en la obligación de los gobiernos de crear países lectores. Por eso, felicita al Estado colombiano que es el responsable mayoritario de la existencia de la Filbo  y porque desde principios de la década de 1970 no hay que pagar impuestos por comprar libros en Colombia.

Indica que los gobiernos deben incentivar que las obras de sus autores nacionales se traduzcan en otros idiomas y que cada vez lleguen libros en español de otras partes del globo terráqueo.

Agradeció que Holanda, que es el país invitado de la Filbo 2016, corrió con la inversión de traducir 36 títulos del Reino de los Países Bajos que ahora se exhiben y se venden en la feria.

Le pide a los gobiernos que haga premios literarios en diversos géneros y que a través de becas de creación le permita a los escritores hacer su trabajo sin preocuparse con qué va a pagar la cuenta de la luz y el agua este mes.

PÚBLICOS

Enrique González Villa se siente orgulloso de que junto a su equipo han logrado que cada año la asistencia a la Filbo mantenga un crecimiento estable.

Por ejemplo, en 2015 se convoca a 535 mil personas a la feria y esperan que en 2016 ese número sea más grande.

Para ello, comenta, diseñan un programa donde todos los temas, siempre y cuando estén asociados de alguna manera con los libros, tienen cabida en la Filbo.

Por eso, hay presentaciones tanto de poesía, cuento, novela o teatro, pero también obras dedicadas a la cocina, a la jardinería, a la novela gráfica, al entretenimiento y un largo etc.

“En 1936 nació la primera feria popular del libro inaugurada por el entonces alcalde Jorge Eliécer Gaitán (...) Mientras que el 29 de abril de 1988 se inauguró oficialmente la Filbo, cuando Bogotá cumplía 450 años” y en esa primera versión participaron “26 escritores internacionales, 300 colombianos y 150 expositores”, señalan Estefanía Avella y Daniel Salgar en un artículo publicado este año en el sitio web http://cerosetenta.uniandes.edu.co.

En 2015, por primera vez, no se registró un país invitado, sino que todo giró en torno a Gabriel García Márquez y su obra cumbre Cien años de soledad. Para 2017 la estrella de la Filbo será Francia.

LECTORES

Según cifras del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlalc), citado en 2013 por la revista cultural colombiana Arcadia, “Chile y Argentina encabezan la lista de cantidad de libros leídos al año por habitante, con 5.4 y 4.6, respectivamente, frente a los 10.3 de España, mientras que México y Colombia, con 2.9 y 2.2, están en la parte más baja de la escala” de una investigación que no midió a todos los países cuya lengua materna es el español.

En América Latina se lee poco. La única excepción es Argentina. Aunque es un asunto que depende en cómo sacas las cuentas, opina Enrique González Villa, presidente ejecutivo de la Cámara Colombiana del Libro.

Destaca que, en líneas generales, las divisiones se hacen de dos maneras. Unos países suman cuántos libros se leen por individuo dividiendo ese dato con su población total (un ejemplo es Colombia), mientras que otros lo hacen midiendo cantidad de libros entre población lectora como ocurre en Argentina.

Por eso, plantea, hay tales diferencias entre Colombia y Argentina.

Lo que sí es un hecho, por lo menos en su país, es que si el joven lector que termina bachillerato logra seguir la universidad, continuará con la sana costumbre de buscar conocimientos en los libros, pero esa tendencia cae drásticamente si su formación termina al llegar al último año de secundaria.

ALCANCES

En Colombia existen 250 librerías. Aunque han disminuido las empresas dedicadas a ese negocio, sí han crecido las que son cadenas como es el caso de la Nacional y la Panamericana (tiene 35 repartidas por el país), indica Enrique González Villa.

De acuerdo con datos de la Cámara Colombiana del Libro, entidad creada en 1951, el 60% de los libros que llegan a las librerías del país son editados en Colombia y el 40% del pastel se lo reparten empresas de España, Reino Unido, Estados Unidos, México, Brasil, Inglaterra, Francia, Uruguay y Chile.

Aunque en Colombia se registra el precio único de un libro, le preocupa que en otras partes de América Latina pueden darse casos en que una misma obra tenga distintos precios si va a una librería y luego va a otra.

“En el sector editorial en Colombia las ventas son clasificadas en cuatro subsectores: didáctico, interés general, profesional y religioso”, enumera un estudio de la Cámara Colombiana del Libro, compuesta por 120 editoriales.

De acuerdo con esta clasificación, la parte didáctica registró la tasa más alta en 2014 con el 40.4%, del total de ventas netas registradas en el año y le siguen el profesional (30.7%), el universitario (22.6%) y el religioso (6.3%), según datos de la entidad cultural.

Las ciudades donde se venden más libros son Bogotá, Medellín, Barranquilla, Cúcuta, Cali y Bucaramanga.

Entre 2014 y 2015, indica Enrique González Villa, se editaron más de 91 mil títulos en Colombia.

Además, se incrementó en un 14% la venta de libros en Colombia en 2015 con relación al año anterior.

Como dato curioso, indicó que la Biblia en español, en particular las ediciones de lujo, es el título que se edita en Colombia que se exporta más al extranjero, en especial a la comunidad latinoamericana en Estados Unidos.

LOS MUCHACHOS

Sobre los jóvenes, Enrique González Villa se siente en deuda con J.K. Rowling, pues gracias a su saga literaria de Harry Potter creó una nueva generación de lectores.

Se trata, resalta, de muchachos que en su mayoría leyeron los textos del niño mago en formato impreso y no tanto desde aparatos electrónicos.

Ve con optimismo que los niños y los jóvenes van a la Filbo tanto como parte de excursiones de sus respectivos colegios (en el 2016 asistirán 25 mil escolares), y que de viernes a domingo se crean iniciativas para que ellos vengan con sus padres, tíos y abuelos.

En la Filbo dan espacio a los jóvenes. Invitan a muchachos que debutan pronto como escritores y también convocan a autores, nacionales y extranjeros, que crean e ilustran historias para los chicos, para que asistan a la feria, donde sus lectores los conocen, les piden autógrafos y se toman fotografías con ellos.

Así, indica, los muchachos descartan ver a sus escritores favoritos como seres fuera de este mundo y descubren que son tan humanos como cualquier otro.

En la Filbo hay actividades pensadas para un público de 0 a 7 años y otro ideado para los que van de los 7 a los 18 años.

EXPERIENCIAS

Otro objetivo de la Filbo, resalta Enrique González Villa, es que los autores colombianos se codeen con sus colegas del resto del planeta. Por un lado, ese roce los hace crecer como personas y profesionales, y por otro, colabora a que existan más contactos para ser editados en otras latitudes.

Comenta que ya son lejanos los días en que los únicos representantes de las letras colombianas en el exterior eran Gabriel García Márquez (Nobel de Literatura en 1982) y Álvaro Mutis (Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1997).

DIMENSIONES

En cuanto al tamaño físico de la Filbo, cuyo evento cubre 51 mil metros cuadrados, Enrique González Villa confirma que de las 60 ferias que en promedio se llevan a cabo en Corferia (Centro Internacional de Negocios y Exposiciones de Bogotá) cada año, es la actividad literaria la que ocupa hasta el último centímetro de este recinto.

Adelanta que para 2017 se inaugurará un centro de convenciones muy cerca de Corferia, y que un puente unirá ambos puntos para de esa manera poder tener más eventos en la Filbo.

Para que tengan una idea, en su versión 29 hay mil 500 actividades culturales.

LO DIGITAL

Eso sí, Enrique González Villa no levanta las armas ante el libro digital.

Al contrario, lo fomenta, aunque en el fondo, admite, siente más cariño por los textos en papel, esos que huelen a tinta y que puedes poner hasta dentro de un bolsillo.

Considera que por ahora no todos los formatos para leer obras en versión electrónica son compatibles y que hay formatos poco amigables con los libros en PDF.

Sí le molesta que los jóvenes machaquen el idioma español cuando escriben en los foros de internet y cuando se comunican a través del chat.

Aunque le encanta que gracias a los blogs las revistas y periódicos online y los chat, los muchachos leen y escriben.

Para mandar un mensaje, anota, deben pensar primero y luego escribir y allí ya hay un ejercicio valioso para sus cerebros.

PIRATERÍA

Para Enrique González Villa se deben endurecer las penas para aquellos que piratean libros, música, ropa...

Descarta solo castigar al que los vende en los semáforos o en las avenidas, sino en particular al delincuente intelectual que imprime las obras sin pagar los impuestos que sí pagan las editoriales.

Solicita que el gobierno colombiano exija que estos malhechores vayan a la cárcel, pues si la pena es pequeña pueden pagar pronto una fianza y salen a la calle de nuevo a sus negocios ilícitos.

Recuerda que los piratas no le pagan regalías a los escritores y las editoriales sí.

Para combatir la piratería de material educativo, adelanta que en Colombia se está desarrollando en este momento dos programas para combatir ese hecho.

El plan en proceso se realizará entre la Cámara Colombiana del Libro y la Universidad de Los Andes.

La idea es que los estudiantes, en especial los universitarios, podrán tener acceso a todo su material de estudio a través de internet, durante seis meses, pagando entre 8 dólares y 50 dólares de acuerdo a la carrera que está cursando. Un sistema parecido al que brinda Netflix.

Sobre los procesos de sitios en internet como el de Amazon, que venden libros en línea, está contrariado porque lamenta que en ese proceso no se pagan impuestos ni tienen espacios físicos en nuestros países y tampoco emplean a personal latinoamericano.

+info

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