La ceremonia del Óscar número 88 intentó remediar el error cometido por los 6 mil 264 miembros de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, al darle un puesto justo a la contribución que ha dado la comunidad afroamericana al séptimo arte estadounidense.
Las críticas, justificadas, sobre racismo a la hora de obviar por dos años seguidos a directores, actores, productores y guionistas afroamericanos, cuando sí había películas meritorias que se lo merecían, le dio una pésima imagen a la llamada meca del cine.
Por eso, para tratar de remediar el entuerto, la distinción más antigua del negocio del entretenimiento en aquel país, el Óscar, dedicó casi toda la jornada del domingo a darse latigazos a sí misma.
Leonardo DiCaprio se quedó, por fin, con un Óscar por su esforzado desempeño en The Revenant. Pocas veces un intérprete despierta tanto odio y admiración por partes iguales como él.
Es curioso que nunca se haya registrado una campaña tan sonora como la que recibió DiCaprio este año, para que otros colegas suyos reciban un Óscar que nunca han conseguido, aunque les sobre talento: Edward Norton, Ralph Fiennes, Gary Oldman, Ian McKellen, Johnny Depp...
Tanto Brie Larson como Alicia Vikander recibieron su primera nominación y a la primera recibieron un merecido Óscar por actriz principal (por Room) y actriz secundaria (por La chica danesa), respectivamente.
También era seguro el reconocimiento para El hijo de Saúl (película extranjera), Inside Out (cinta animada), banda sonora (Ennio Morricone por Los ocho odiosos) y guión adaptado para The Big Short.
Gratamente, Mark Rylance fue mejor actor de reparto por Puente de espías, cuando la balanza se inclinaba por Sylvester Stallone por Creed; Lady Gaga y Diane Warren perdieron en mejor canción, y quienes sí lo hicieron fueron Jimmy Napes, Sam Smith por Writing’s on the Wall (Spectre). Andrew Whitehurst, Paul Norris, Mark Ardington y Sara Bennett se quedaron con efectos especiales por Ex Máquina, cuando se daba por vencedores a Mad Max: furia en la carretera o a Star Wars: el despertar de la fuerza.
Qué felicidad que Chile conociera al Óscar de la mano del cortometraje de animación Historia de un oso.
Como se esperaba, Mad Max, del australiano George Miller, fue la ganadora de la noche en cuanto a cantidad de Óscar obtenidos con seis, todos en áreas técnicas: montaje (Margaret Sixel), diseño de producción (Colin Gibson, Lisa Thompson), vestuario (Jenny Beavan), maquillaje (Lesley Vanderwalt, Elka Wardega, Damian Martin), sonido (Chris Jenkins, Gregg Rudloff, Ben Osmo) y efectos sonoros (Mark Mangini, David White).
El del domingo fue un Óscar que mantuvo la tradición: quien gana la categoría de guión original o adaptado obtiene luego el aparte de película.
Por eso, no debió sorprender que el genial drama Spotlight se quedara con mejor producción del año después de lograr el guión original para Josh Singer y Tom McCarthy.
La Academia de Hollywood decide entonces inclinarse por un drama de corte clásico, que recuerda los largometrajes de Sidney Lumet, Alan J. Pakula y Milos Forman, donde la puesta en escena no es increíble como en The Revenant o Mad Max, sino que se concentra en contar una historia fuerte (sacerdotes pedófilos en este caso) con un elenco soberbio (Mark Ruffalo y Rachel McAdams fueron nominados).
Mientras que por The Revenant, el mexicano Alejandro González Iñárritu ingresó al exclusivo club de directores que logran dos Óscar seguidos junto a los maestros estadounidenses John Ford y Joseph L. Mankiewicz.
¿En cuanto a mis predicciones? Estuvo bien la jornada. Logré 18 aciertos y 3 fallos.