El Hobbit: un viaje inesperado es un heroico, épico, emocionante y divertido ejercicio cinematográfico de más de lo mismo.
A lo largo de los injustificados 169 minutos de duración de esta película, dirigida por Peter Jackson, hay una sensación que nunca se te quita de encima: el de un permanente déja vu.
Como en la trilogía fílmica de El Señor de los Anillos, que como El Hobbit están basadas en libros escritos por J.R.R. Tolkien, hay un grupo de valerosos hombres en busca de hacer justicia; este colectivo se traslada corriendo por praderas llenas de peligros y lucha contra trols y orcos. Hay, además, águilas gigantes salvadoras y el mago Gandalf sigue protegiendo a los buenos.
También aparecen Gullum, Frodo, Elrond y Galadriel, personajes que están insertos en la historia, pero no aportan a su comprensión, más bien parece que su función fuera que los espectadores se sintieran a gusto al ver rostros conocidos en la pantalla grande.
Sí hay unas cuantas novedades. Conocemos a un nuevo héroe en la piel del desconfiado Thorin Oakenshield (Richard Armitage), el líder los enanos; sabemos más sobre el reino de Erebor y cómo el ambicioso dragón Smaug se apoderó de este mundo ubicado a lo interno de la Montaña Solitaria y conocemos más detalles sobre la juventud de Bilbo Bolsón (Martin Freeman).
Pero, como diría Richard Corliss, crítico de la revista Time, El Hobbit es “grande en sus partes, pero a menudo resulta demasiado grandiosa o grandilocuente”.
Mientras que Anthony Lane, del The New Yorker, resalta que Peter Jackson “nos deja más atónitos que emocionados".
Para Todd McCarthy, de The Hollywood Reporter, "hay elementos en esta película que son tan espectaculares como lo eran los de la trilogía de los anillos, pero también tiene mucho tedio, especialmente al comienzo".
Peter Debruge, de Variety, considera que El Hobbit "alterna recompensa y abuso del apetito de la audiencia por la Tierra Media. (...) la principal novedad es técnica (...) una innovación que mejora el movimiento a costa de la elegancia visual".
En opinión de Lou Lumenick, del New York Post, esta producción "ofrece suficientes delicias visuales y secuencias de acción para satisfacer a los fans y mucho más humor que las otras películas de Lord of the Rings -aunque sólo ocasionalmente alcanza la grandeza de la trilogía".
RESPIRAR EN UNA CAMISA DE FUERZA
Se entiende que argumentalmente El Hobbit ocurre 60 años antes del momento en que Frodo recibe la misión de destruir un anillo que nubla el corazón, pero su versión fílmica, producida por Metro-Goldwyn-Mayer y Time Warner, es un irregular flashblack de lo ya tratado en la trilogía cinematográfica de El Señor de los Anillos.
También se comprende que el libro El Hobbit, publicado en 1937, es un primer abordaje de J.R.R. Tolkien a la mítica Tierra Media, y que con la saga de El Señor de los Anillos, editada en tres entregas en los años de 1950, este filólogo profundiza, en un tono más sombrío, la insana alma humana.
El problema es que el director Peter Jackson no da en El Hobbit mucha información sobre los personajes, que luego ayudarían al hobbit Frodo a terminar con el Anillo Único, ni tampoco indaga demasiado en los enanos que junto al hobbit Bilbo experimentan aventuras en pos de la Montaña Solitaria.
Claro, hay datos en torno a quién es Thorin Oakenshield, el líder de los enanos, pero del resto de sus compañeros qué se dice en El Hobbit, casi nada.
CONTRAS
El Hobbit tiene más de un punto en su contra.
Uno. Irremediablemente, se le debe comparar con El Señor de los Anillos, cuya tercera parte El retorno del rey, encima recibió 11 premios Oscar.
Dos. Una producción inicial como esta debe respirar dentro de una gruesa camisa de fuerza: debe ser atractiva para una generación de espectadores que no vio la trilogía en las salas de cine, debe agradar a los que sí la disfrutaron en la pantalla grande y también poner contentos a los que han leído las obras de Tolkien.
Tres. Como El Hobbit es el punto de partida de un nuevo ciclo de situaciones, hay que explicarlo todo y dar explicaciones puede ser aburrido en un negocio como el séptimo arte, en el que debe primar el entretenimiento y después, si hay tiempo, se comparten conocimientos.
PROCESO
Jackson respetó el espíritu del libro, pues buena parte de El Hobbit es lúdica tipo cuentos de hadas, como así lo quiso Tolkien, quien le contaba estas historias a sus hijos, aunque después todo se oscurece.
Sí, hay esperanzas en que Jackson mejore en las siguientes entregas: The Desolation of Smaug y There and Back Again, a estrenarse en el mes de diciembre de 2013 y julio de 2014, respectivamente.
Jackson está cómodo en su regreso a la Tierra Media, un sitio mitológico que no visitaba desde 2003.
Al principio, vi como positivo que Jackson tomara control de este proyecto, luego de que su colega Guillermo del Toro se saliera del camino al ver que el asunto no andaba como él deseaba, ya que la Metro-Goldwyn-Mayer tenía que resolver ciertos problemas financieros para luego hacer El Hobbit.
Al ver el resultado de El Hobbit, quizás el responsable de El laberinto del fauno le hubiera dado otro toque que hubiera sido beneficioso. Pues, otras recientes precuelas como X-Men: Primera generación (2001, de Matthew Vaughn) y El origen del planeta de los simios (2011, de Rupert Wyatt) no fueron firmadas por los directos originales de ambas sagas y quedaron de forma satisfactoria.
Peter Jackson retorna a Tolkien después de dos proyectos audiovisuales que no terminaron de estar redondos en lo artístico: King Kong (2005) y The Lovely Bones (2009).
Por lo menos, Jackson tiene trabajo asegurado por dos años más. Y como están las cosas, no sería de extrañar que dentro de un lustro lo convoquen para que traslade al cine El Silmarillion, en la que Tolkien nos cuenta cómo surgieron los elfos, los enanos y los hombres.
¿Por qué hacer tres partes de un solo libro como pasa con El Hobbit? Puro lucro.
La trilogía de El Señor de los Anillos, en total, recaudó 2 mil 911 millones de dólares de acuerdo con el sitio boxofficemojo.com, y en términos de mercadería (venta de productos de todo tipo) más de 550 millones de dólares, según la revista Forbes.
Solo Nueva Zelanda, donde se han rodado todas estas producciones, gracias a esta franquicia cinematográfica ha recibido ingresos superiores a los 580 millones de dólares.
Después de todo, parece que Gollum no es el único esclavo de la avaricia.
¿Qué les pareció El Señor de los Anillos? ¿Ya vieron El Hobbit? ¿Es igual o mejor El Hobbit que El Señor de los Anillos?