Hollywood contra América Latina: una lucha fílmica desigual

Hollywood contra América Latina: una lucha fílmica desigual


En cuanto al acceso a las salas comerciales, el séptimo arte es como un disparejo combate de boxeo. En una esquina está el cine industrial de Hollywood, que vendría a ser un atleta que se desenvuelve en la categoría de los pesos pesados, y el cine latinoamericano sería el representante del peso pluma.

Cuando ambos se enfrentan tras el sonido de la campana que anuncia el primer asalto, Hollywood corre como el favorito de la contienda, y al final, por lo general, gana la pelea.

La hegemonía de las películas comerciales estadounidenses existe, entre otras, porque se trata de productos con presupuestos millonarios para sus rodajes y sus posteriores promociones.

Mientras que los títulos audiovisuales de América Latina, aunque puedan tener mejores historias y sean premiadas en festivales internacionales,  será la Meca del cine la que tenga más posibilidades de conquistar a la audiencia de la región.

“También vivimos el colonialismo a través de nuestras pantallas, llenándonos de películas de Estados Unidos  que nunca nos invitan a pensar, a sentir”, opina César Augusto Acevedo, director de La tierra y la sombra  (Colombia), una mirada al daño ambiental y social que en ocasiones se registra con las poderosas empresas de caña de azúcar.

TÍTULOS

Como si ya el pleito no fuera desigual, la industria norteña también domina en la cantidad de cintas propias que llegan a sus complejos cinematográficos.

Por ejemplo, en 2015 se estrenaron en las salas de la Unión Americana 699 largometrajes, según datos del sitio web imdb.com.

De acuerdo con el World Film Market Trends 2015, en Canadá los estrenos nacionales fueron 93; en Colombia, 36 títulos; en Chile, 31; en Brasil, 126; República Dominicana, 3; Panamá, 2; Argentina, 190, y España, 230 estrenos propios.

En 2015, en Perú, fueron 32 títulos, lo que es un incremento “del 100% en relación con hace unos pocos años. Pero no todas llegaron a nuestras salas, algunas solo se estrenaron en festivales de cine en Perú o afuera”, confirma Ernesto Cabellos Damián, director del documental Hija de la laguna, que denuncia las calamidades a la naturaleza y la gente que pueden registrarse con las empresas mineras.

“¡Se estrenaron 140 películas mexicanas en 2015! ¡Qué gusto me da decirlo!”, dice Celso García, director de La delgada línea amarilla,  sobre la dura realidad de la clase obrera mexicana.

En tanto, Venezuela alcanzó las 31 películas nacionales. “Fue un año récord en estrenos, aunque no el de mayor recaudación debido a la crisis económica”, señala Carlos Caridad Montero, director de 3 bellezas, una comedia dramática que desnuda los concursos de belleza.

Aunque el séptimo arte comercial norteño ofrece productos, por lo general, insulso, es consumido en mayor número que el cine del resto del continente.



ARTE POR CONVICCIÓN O POR DINERO

Mientras que una película estadounidense de alto vuelo financiero como Batman vs Superman, que no fue proyectada en ningún festival y fue destrozada por los críticos, llega a 90 países del mundo, una película latinoamericana como la argentina El Clan, victoriosa en los responsables festivales de Toronto y Venecia, pasó apenas por una veintena de mercados internacionales.

“La distribución de Hija de la laguna se hizo por varios canales en paralelo a lo largo de 2015. Gracias a un apoyo del Ministerio de Cultura, pudimos estrenar comercialmente. Fue un estreno a pequeña escala, en cuatro salas de Lima, y dos en Arequipa y Cajamarca. Estas dos ciudades están en zonas donde hay conflictos mineros abiertos”, recuerda por su parte el realizador Ernesto Cabellos Damián.

En más de una ocasión, el cine latinoamericano se hace más por convicción que por deseos de hacer negocios.

Por eso, de Hija de la laguna se hizo “una distribución gratuita de 29 mil DVD con el diario La República, en diciembre pasado y en unos meses estará colgada online para visionarla de forma gratuita”, señala Cabellos Damián.

“Así es el tipo de cine que estamos haciendo, no nos produzca ninguna ganancia económicamente hablando, no nos rendiremos en nuestra labor de seguir construyendo un cine más humano, que nos permita reconocernos y dejar tanta indiferencia hacia los demás. Estas películas son actos de resistencia, de amor y de fe”, comenta por su parte César Augusto Acevedo, responsable de la colombiana La tierra y la sombra.

“Hacer cine o cualquiera de las artes en este país es un verdadero reto. Los políticos hablan de cultura en los planes de gobierno durante las campañas, pero luego cuando ganan se olvidan de las promesas y nos toca a nosotros fajarnos en la lucha porque se nos den y respeten nuestros espacios. Hay que atreverse a soñar y cuando tu sueño lo conviertes en proyecto, debes creer en él, ser muy perseverante”, señala Ricardo Aguilar Navarro, quien junto a Manolito Rodríguez dirige Salsipuedes  (Panamá).

SALAS

Este fin de semana se estrena en el istmo una típica producción de Hollywood y un estreno nacional. Mientras que Angry Birds está presente en 29 salas, la película nacional Salsipuedes está en 10 salas.

Incluso, este drama familiar, que triunfó en el pasado Festival Internacional de Cine de Panamá, ni siquiera aparece en cinco complejos del país.

Por su lado, Tres bellezas arrancó en su Venezuela natal con 40 copias. En promedio, en el país sureño las creaciones de Hollywood “llegan con alrededor de 100 copias. Algunas películas incluso salen con 150 o 200 copias, pero son casos muy raros”, detalla el cineasta Carlos Caridad Montero.

Camino a la Paz,  del cineasta Francisco Varone, que aboga por una sociedad multicultural y a favor de la libertad religiosa, ingresó al ruedo con 19 copias en Argentina.

Diferencia grande cuando una de Hollywood pasa por la tierra de Jorge Luis Borges, pues las más modestas alcanzan las 100 copias y los títulos veraniegos tipo Capitán América: Guerra Civil llegan a las 400 copias, enumera Francisco Varone.

La tierra y la sombra, de César Augusto Acevedo, salió con 32 copias distribuidas en las cuatro ciudades de Colombia.

“Solo durante un fin de semana los exhibidores quisieron pasar nuestra película en ciudades intermedias. A pesar de que la película tenía una muy buena acogida y que los comentarios y las reseñas en los medios eran muy favorables, cada semana nos iban quitando salas para poder programar las producciones de Hollywood”, rememora Acevedo.

Al final, esta producción colombiana, que fue aplaudida en los festivales de cine de Cannes y San Sebastián, convocó en Colombia “cerca de 55 mil espectadores, en un país donde muchas películas a veces solo alcanzan a estar en cartelera durante uno o dos fines de semana”, resalta Acevedo.

Cuando La tierra y la sombra se encontraba en la cartelera colombiana, resalta Acevedo, “llegó un momento en que nosotros teníamos 12 pantallas y Misión Imposible más de 280. Aun así los exhibidores esperan que compitamos en igualdad de condiciones y que demos los mismos resultados”.

Directores de México, Colombia, Perú, Venezuela, República Dominicana, Argentina y Panamá conversan sobre cómo es hacer cine en América Latina.



Cuando Hija de la laguna, de Ernesto Cabellos Damián, pasó por el circuito comercial peruano lo hizo con seis copias.

En tanto, “un estreno comercial suele estar al menos en 20 o 25 salas. Un estreno grande, ya sea de Hollywood o de las películas peruanas comerciales, ¡un modelo de producción que felizmente ha aparecido en Perú en los últimos 3 años!, estrenan en 40 salas o más”, resalta Cabellos Damián.

Cuando La delgada línea amarilla llegue a las salas de la República mexicana en julio de 2016 será con unas 200 copias.

El escenario es distinto cuando aparecen los representantes audiovisuales de Hollywood para vender muchas palomitas de maíz y nachos en las salas mexicanas. “Uff! Unas 2 mil o 3 mil copias mínimo por película! Los blockbusters de la época del verano seguramente más!”, resalta Celso García, responsable de La delgada línea amarilla.

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