Durante cuatro años, la directora chilena Isidora Marras ha recibido llamadas telefónicas y mensajes de textos de distintas empresas cobrándole deudas de Lorena Ruiz, igual que le ocurre a Olivia, el personaje central en su debut en el largometraje: No soy Lorena.
“Por mucho que he insistido no ser ella, los llamados no cesan. Esta situación me llevó a querer retratar este fenómeno y me encontré con que es muy común. Muchas de las cosas que pasan en la película con las empresas están basadas en experiencias que yo viví”, explica Marras de forma exclusiva a La Prensa sobre este título, que se proyectará en el IV Festival Internacional de Cine de Panamá (IFF Panamá).
“Olivia vive una evolución en la forma en que percibe la realidad. Mientras más se obsesiona con Lorena, más fuerte es su sensación de inestabilidad. Utilizamos elementos del thriller psicológico para acentuar este estado y dar la sensación de que el personaje está en peligro”, explica.
Preguntada sobre qué marca hoy la identidad real de cada uno, si la cédula o lo que transmitimos en el universo de las nuevas tecnologías, indica que “el mundo virtual es solamente una herramienta para comunicarnos. Las empresas han terminado pecando de ‘sobretecnologizadas’, despersonalizando a sus clientes”.
La identidad “no está definida por interfases o un carné, está en cada uno de nosotros y la proyectamos a través de diferentes herramientas que podemos ‘modelar’ de una u otra forma. Pero sería ingenuo creer que conocemos a alguien porque lo vimos en Facebook o lo leemos en Twitter”.
No soy Lorena se proyectará en Cinépolis Multiplaza, en la sala 7, el sábado 11 de abril a la 1:15 p.m. y el domingo 12 de abril a las 10:00 p.m.
USAR LAS REDES SOCIALES CON CUIDADO
Isidora Marras, directora de No soy Lorena, ve las redes sociales como un elemento para comunicarse. “Una herramienta con la que hay que tener cuidado porque arriesgamos exponernos demasiado. Yo las utilizo como un medio de difusión más que como una ‘ventana’ a mi mundo. Hay que ser consciente y responsable en cómo las utilizamos”.
Confía en que la audiencia panameña se sienta “identificada con lo que le ocurre a Olivia. Las cobranzas y la presión que ejercen las grandes tiendas sobre sus clientes con deudas son un problema latinoamericano, y para qué hablar de la suplantación de identidad”.
La faena audiovisual de esta chilena comenzó con los cortometrajes Mirada a vapor (2008) y La carbonada del cuervo (2009). Con estos primeros pasos aprendió que “la disciplina es preciada”.
También descubrió lo importante que es “tener bien claro lo que estamos buscando para saber cómo enfrentar el rodaje. Esto es muy relevante al momento de hacer un largometraje: saber aprovechar cada minuto al máximo y no dejarse sobrepasar por los imprevistos”.
Un reto nuevo con su ópera prima No soy Lorena fue profundizar en la dirección de actores. “Teníamos poco tiempo para ensayar, por lo que con Loreto Aravena Soto (actriz que hace de Olivia, a quien le roban su identidad y la confunden con Lorena), decidimos aprovechar lo mejor posible el tiempo para entender a cabalidad su personaje y sus motivaciones”.
¿Qué opinan del robo de identidad en esta era cibernética?