Por estos días en que el periodista estadounidense Martin Baron está en la ciudad colombiana de Medellín, él se ha puesto a recordar cómo era su oficio en 2001, año en que era director editorial del diario Boston Globe y que coordinó una investigación sobre el caso de abuso sexual a niños por parte de sacerdotes católicos, y que les brindó a su equipo un premio Pulitzer.
No recordaba esas jornadas por la película que se rodó en 2015 y que al año siguiente se llevó la estatuilla dorada del Óscar en los apartes de mejor película y mejor guion original, largometraje que, dice más con resignación que con placer, que lo ha hecho menos anónimo, sino porque su trabajo sí funcionó para que de alguna manera un mal social que no solo ocurría en Estados Unidos saliera a la luz.
TECNOLOGÍA
También recuerda 2001 porque por entonces el periodismo estaba comenzando una revolución que representaba un reto mayúsculo para el oficio, un reto para el que, señala, no todos los periodistas estuvieron preparados, ni tampoco estuvieron dispuestos a enfrentar y aprender. Por eso, más de un medio y más de un reportero terminó sus días de acción.
Hace referencia a la presencia de la internet, así como de las redes sociales, y cómo la red de redes llevó a niveles de sobrevivencia a los medios tradicionales que tardaron o nunca hicieron el viraje que era necesario.
No le sorprende cómo las reglas del juego cambiaron con internet, pues dice que los periodistas de las primeras décadas del siglo XX también tuvieron que vérselas con la aparición de la radio (la primera transmisión ocurrió en agosto de 1920, en Detroit) y de la televisión (las primeras noticias transmitidas en horarios nocturnos se dieron en 1930), y que si bien ambas fueron y son influyentes, no llevaron a la desaparición de los medios impresos ni del trabajo del periodista como tal.
Baron rememoró en el ámbito del Festival Gabriel García Márquez de Periodismo, que termina mañana domingo en Medellín, que hace 15 años comenzaban a andar avances como las conexiones de banda ancha de alta velocidad y los teléfonos inteligentes, y pocos entendían el alcance de buscadores de información, y las redes sociales aparecieron en 2004 (Facebook) y Twitter (2006), y Youtube hizo su aparición en 2005 y ningún reportero se imaginaba utilizar en sus notas gráficos interactivos o animaciones.
“Hemos sido testigos de cómo los más importantes avances tecnológicos han causado una devastación en nuestro campo. Lo que estaba ocurriendo era abrumador. De hecho, estábamos abrumados”, señala el hoy director de The Washington Post.
Baron advirtió de que para 2020 el 80% de los adultos del planeta tendrá un teléfono inteligente y va a informarse a través de esos aparatos, por lo que el periodismo debe pensar en contar historias que se adecúen a ese formato, así como hubo una forma particular de narrar hechos desde la radio o la televisión.
Eso no quiere decir, aclaró, que hay que bajar la guardia en cuanto a la calidad, en cuanto a las coberturas, pues siempre la gente va a querer informarse.
No se atreve a pronosticar qué compañía de medios dominará el mercado de la información en un futuro cercano. Lo que sí sabe es que ese mercado siempre se conquistará con historias atractivas, bien escritas, investigadas con la seriedad obligada. Destaca el triunfo de las propuestas de BuzzFeed, que arrancó en 2006, y el Huffington Post, que se inició en 2005.
También resaltó sobre The Washington Post que “en octubre de 2015 sobrepasamos al New York Times en visitantes únicos mensuales en Estados Unidos, en todas las plataformas digitales”.
DONALD TRUMP
Hablando de su propio periódico, recalcó que Jeff Bezos, el fundador de Amazon y que adquirió The Washington Post en 2013, los incentivó a que ya no fuera el medio de referencia de la capital política de Estados Unidos, sino que fueran el foco de información del mundo entero.
Después paso a hablar de Donald Trump; aunque nunca mencionó su nombre, sí se refirió a él como el candidato presidencial republicano y señaló que es una figura que puede hacerle daño a la libertad de expresión y a la libertad de prensa, pues “ha abogado por el endurecimiento de las leyes de difamación, sugiriendo que hará sufrir a ciertos medios por medio de multas, aumentando sus gastos legales y, posiblemente, sometiéndolos a sanciones.
Añade que Trump “ha buscado sistemáticamente satanizar a la prensa. Lo ha convertido en un punto central de su campaña y de su llamado a los votantes. También ha sugerido que Jeff Bezos ordenó una cobertura negativa sobre él y de su campaña, porque teme una posible demanda antimonopolio o una política de impuestos que podrían penalizar a Amazon. Todo esto, por supuesto, no tiene sentido”. Sin embargo, el aspirante a la Casa Blanca “ha dado indicios de que, una vez sea presidente, buscará venganza por la cobertura que ha hecho The Washington Post”.