La película animada ‘Los Minions’ está bien, por un rato

La película animada ‘Los Minions’ está bien, por un rato


Cada cierto tiempo, los señores de Hollywood quedan fuera de lugar y sin saber qué les pasó.

En ocasiones los dueños de la meca del cine planean algo y el resultado de lo que ocurre en las salas es distante a lo que esperaban. Así pasó con Mi villano favorito (2010), de los directores Pierre Coffin y Chris Renaud.

Se pensó que Gru, Vector, el Dr. Nefario, Margo, Edtih y Agnes iban a ser suficientes para atrapar el entusiasmo de la audiencia de todas las edades.

Pero no se imaginaron que cuando terminaba cada proyección, quienes quedaban perennes en la mente del espectador eran los esbirros de Gru; esos pequeños seres amarillos con gafas que hablaban en un lenguaje desconocido, una especie de batido sonoro compuesto por fragmentos provenientes del inglés, el español, el francés y el italiano.

Por eso, si había un personaje secundario que merecía ser objeto de un spin-off, con algo de precuela, eran los minions.

Si bien, entre el 2010 y 2014 fueron las estrellas únicas de más de un cortometraje para la televisión, el plan era probar estos recursos como un anticipo de lo que sería un futuro largometraje.

Esa película llegó este año bajo el título de Los Minions, dirigida por Kyle Balda y Pierre Coffin, que como era de esperarse, ha sido un éxito de taquilla, pues hasta ayer sábado llevaba 457 millones de dólares a nivel mundial.

El 64% de esa enorme cantidad de billetes se registró fuera de Norteamérica, lo que deja patente el poder de atracción de estos seres simpáticos en los más diversos mercados.

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‘SLAPSTICK’

¿Por qué triunfan estos seres torpes y encantadores entre todas las audiencias? Porque son unos geniales creadores involuntarios de divertidos gags visuales.

En la mejor tradición del cine mudo, los minions hacen reír a grandes y a chicos con su incompetencia inocente, una combinación que siempre provoca un desastre a su alrededor, pero sin nada que lamentar.

Son los más recientes herederos modernos de una antigua rama de la comedia llamada slapstick, que consiste en situaciones hilarantes y exageradas, en las que siempre hay violencia física de por medio, pero sin consecuencias que produzcan dolor o la muerte de los involucrados.

Los pequeños amigos amarillos echan mano de rutinas que ya usaron con igual eficiencia actores del cine clásico de inicios del siglo pasado como Charlie Chaplin, Buster Keaton y Harold Lloyd, y más tarde dupletas y tríos cómicos como Laurel y Hardy, Abbott y Costello, los Tres Chiflados y los hermanos Marx.

En materia animada, el slapstick aparece ya en los iniciales cortos animados de la compañía de Walt Disney, hasta pasar a series de televisión tan populares como Popeye, El Coyote y El Correcaminos, y Tom y Jerry, sin olvidar su estancia en la pantalla grande con títulos como Mi Pobre Angelito, American Pie y Austin Powers.

Esa capacidad de ser incapaces y adorables al mismo tiempo es la virtud y el defecto en los minions, pues en las dos primeras entregas de Mi villano favorito entraban y salían del argumento principal en su rol de fuerza de apoyo, por lo que sus gags visuales eran refrescantes, ocurrentes y uno nunca sentía que habían caído en el exceso.

Al pasar a ser el único foco de atención en Los Minions, se nota que las ocurrencias de estos personajes, entre anárquicas y absurdas como un buen slapstick, no son suficientes para entretener a lo largo de todo el metraje.

‘Los Minions’ solo recibieron el visto bueno del 54% (de un total de 100%) de los críticos de cine de Estados Unidos y del 58% de la audiencia norteña. Es decir, ganaron una F por partida doble.





Esta producción la componen una serie de sketch, unos más graciosos y picantes que otros, que también pertenecen al viejo linaje de los vodeviles teatrales, pero el problema es que no siempre funcionan, porque es imposible pasarte 91 minutos construyendo una trama a partir de pequeñas escenas audaces e hilarantes.

Cuando sí funcionaron los sketch fue en los momentos en los que nos enteramos de que los minions son el peor dolor de cabeza para las figuras malvadas a las que sirven con devoción, pues sin querer son los responsables de los fracasos, las caídas y hasta la desaparición de sus líderes como les pasó a varios de sus amos, entre ellos, un tyrannosaurus rex que parece escapado de Mundo Jurásico, un faraón egipcio, el conde Drácula y Napoleón.

También es simpático en Los Minions las referencias a la cultura pop como las vinculadas con los Beatles, la importancia de la hora del té para los ingleses, la recreación de escenas de películas de monstruos japoneses (cuando uno de ellos se vuelve gigante) y el musical Hair, más una banda sonora que cualquier padre, tío y abuelo reconocerá.

Luego, cuando la trama se sitúa a finales de la década de 1960 entre Estados Unidos e Inglaterra, el ritmo decae de forma paulatina y el asunto se vuelve repetitivo, lento y medio aburrido porque los sketchs dejan de surtir efecto, en especial luego de la mitad del segundo acto.

Al final, estamos ante otra de esas películas que produce Hollywood para que uno salga corriendo a comprar los juguetes vinculados al filme, una alegría pasajera y tan ligera como la experiencia de ver Los Minions, película que está bien lejos de otra reciente producción animada, Intensa Mente.

Quizás en el 2017, cuando se estrene la tercera parte de Mi villano favorito, los agradables esbirros vuelvan a deslumbrar cuando estén presentes en pequeñas dosis dentro de una trama que no dependa por entero de ellos, pues todo da a indicar que el protagonismo les hace daño.

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