La obra del maestro Julio Zachrisson se caracteriza por su hondo contenido social, su fuerza erótica y un sentido del humor que va de la ironía al sarcasmo en un instante.
Su labor no se ha dejado vencer por el oportunismo de un mercado del arte que a veces está regido por modas pasajeras. Porque su trabajo siempre ha sido cuestionar, divertir y emocionar al espectador.
Ahora, por primera vez, se ofrecerá la más completa retrospectiva de sus grabados, que abarcará de 1956 a 2010. En total se expondrán 126 de sus creaciones.
La cita será el miércoles, 1 de julio, a las 7:30 p.m. en el Museo de Arte Contemporáneo, con la muestra “Imprescindible Zachrisson” que se mantendrá abierta hasta el 23 de agosto y cuya curadoría recayó no solo en el propio don Julio, sino también en la galerista Mirie De La Guardia y la artista Gladys Turner.
Julio Zachrisson, vía telefónica desde Madrid, donde reside desde hace décadas, explica que esta exposición abarcará todas las épocas de su faena, “desde los años de 1950 cuando estudiaba en México, pasando por lo hecho en Europa, donde he realizado casi toda mi obra. Es sobre cómo he trabajado el grabado. Verán todas las temáticas. Va a ser muy interesante”.
“Es la oportunidad de ver sus series completas, su evolución, cómo se va desarrollando técnicamente y temáticamente que, desde el inicio, fue Zachrisson. Poder apreciar grabados en diferentes técnicas de un medio artístico que requiere labor intensa y tremendo talento para lograr los matices, texturas, el dibujo, los juegos de claroscuro que logra Julio”, señala Mirie de la Guardia.
“Pocas veces se tiene la oportunidad de ver, en un solo espacio, una muestra que presenta piezas que abarcan 60 años de carrera artística. En especial, de un artista que trabaja en series, explorando un tema a través de una narrativa que vertebra cada componente hasta crear una mitología en miniatura, un microcosmos sobre papel”, opina Gladys Turner.
CREADOR UNIVERSAL
Las obras que integran la retrospectiva “Imprescindible Zachrisson” son de la colección personal de Julio Zachrisson (Panamá, 1930).
“Como los grabados son ediciones limitadas, hay algunos que ya se han agotado, que ya están todos en colecciones públicas o privadas. Pero Julio ha mantenido algún ejemplar de la gran mayoría y, por eso, verán mucho que en las fichas o la información del grabado, se leerá ‘PA’, que indica Prueba de Artista. Es un lujo tener acceso a este grupo de obras reunidas bajo un solo techo”, explica la galerista Mirie De La Guardia.
“Me hubiera gustado mucho que esta iniciativa de la retrospectiva hubiera surgido del Estado panameño, porque lo hubiese facilitado todo. Hacerlo desde el sector privado significa que todo sea más complicado para los organizadores”, opina Julio Zachrisson.
A SEIS MANOS
Para Mirie De La Guardia, ha sido una experiencia enriquecedora la curaduría de esta muestra junto a Julio Zachrisson y Gladys Turner.
“Quién mejor que Julio para hacer una preselección de la obra. Él conoce qué hizo cuándo, qué estaba pasando en su vida y en el mundo en ese momento. Recuerda los procesos… todo. Por eso ha sido un lujo contar con su ayuda”, recuerda De La Guardia.
Ella viajó a Madrid en enero de 2014 para visitar a don Julio, y el resultado fue componer una “selección solidísima y completa”, comenta.
Trabajar con Turner fue una delicia para De La Guardia. “Gladys no solo conoce y admira la obra de Julio, sino que conoce los espacios del Museo de Arte Contemporáneo”.
Para Gladys Turner, este proyecto ha sido un honor, pues la obra de Julio Zachrisson “ha ejercido una influencia muy fuerte en mi vida y en mi muy escasa producción artística. El encuentro con sus grabados, hace ya varios años siendo yo una universitaria, fue decisivo en la formación de mi propio lenguaje. Pero trabajar directo con él fue algo que ni en mis más locos sueños hubiera podido imaginar”.
UNIVERSAL
La obra de Julio Zachrisson ha sido imprescindible como el artista universal que es. Así opina Mirie De La Guardia. En la época cuando iniciaba don Julio su carrera, “lo que se mostraba en Panamá y en muchos países latinoamericanos era arte académico, europeísta. No había rastros de la esencia, historia, raíces nacionales. Zachrisson se inclina por un arte personal, que lleva en él su esencia panameña, latinoamericana”.
Sus obras recogen leyendas y personajes “de nuestra oralidad y la literatura como Chaflán, Domitila, el Cristo Negro de Portobelo, Pancha Manchá, Chimbombó, Kantule, el bendito Comején o las Maniguas”, relata De La Guardia.
Por eso, opina que la obra de Julio Zachrisson no hace concesiones: “tiene muchísima fuerza y carácter, y esa mirada tan valiente y auténtica será exactamente la que lo destaca entre tanto artista, y que lo hará trascender en el tiempo”.
Julio Zachrisson confiesa que nunca ha querido ceder ante los gustos de nadie. “Uno debe ser fiel a su obra más allá de lo que representa vender. A mí me han dicho: ‘Julio, no me asustaré con este cuadro tuyo’. Hay que tomar el asunto con humor, porque si no, uno pierde la amistad. Es paradójico, pero vivir de la pintura es la cosa más difícil que hay”.
AFINIDADES
En opinión de Mirie De La Guardia, la obra de Julio Zachrisson recoge la tradición de otros grandes grabadores que lo preceden y “por quienes siente gran afinidad tanto por la temática como la técnica: Goya, los expresionistas alemanes, Rembrandt y Durero, pero siendo absolutamente latinoamericano”.
Por encima de muchos creadores de los que confiesa afinidad, dice Zachrisson que ninguno se puede comparar con Goya, porque “retrató la humanidad en guerra. Vivió en una época de tanta violenta y de crisis. El presente se parece mucho a su época”.
MESOAMÉRICA
El palpitar de Mesoamérica está presente en su labor cuando aparece “la mitología, la dualidad del hombre-mujer, la línea continua, repetición de patrones y las máscaras de animal”, según Mirie De La Guardia.
Mesoamérica es para Julio Zachrisson, plantea Gladys Turner, “un arsenal de mitologías y leyendas, paralelo al de las mitologías grecolatinas y judeocristianas que también conforman la identidad latinoamericana. Es un acervo, una fuente de material simbólico y mítico, parte de un inconsciente colectivo particularmente americano”.
En sus grabados, esa influencia, plantea De La Guardia, “se siente más en los que hemos agrupado bajo el título de ‘Mitologías’: la serie de ‘Tabaco Taíno’, ‘Hombre con Pájaro’, ‘El espejo’, la serigrafía del ‘Pirómano’. El tratamiento estético de esas figuras de la década de 1990 debe más a la cultura mexicana y mesoamericana que el resto”.
VALOR
En el siglo XX, el grabado cobró una notable relevancia en América, de acuerdo con Gladys Turner. Por eso, dice, grandes maestros latinoamericanos como Roberto Matta, Wilfredo Lam, Guayasamín, José Luis Cuevas y Julio Zachrisson se han expresado a través de esta propuesta.
Sin embargo, Gladys Turner admite que Zachrisson ha ejercido una influencia más decisiva en España, “donde, de hecho, la tradición del grabado es muchísimo más fuerte. Con todo, la relevancia de Zachrisson para el devenir del grabado en América Latina consiste, precisamente, en haber colaborado para que se conozca la producción latinoamericana en otros ámbitos”.
ESENCIA NACIONAL
Mirie De La Guardia destaca, entre otras, la valentía con la que Julio Zachrisson ha tratado temas “como la muerte, la guerra, momentos históricos que nos han marcado como el 9 de enero y el 20 de diciembre. Su capacidad de rebasar realidades, de crear un universo propio que nos invita a hacerlo nuestro”.
“Él ha sido un testigo de su época, de su entorno, pero sus obras son totalmente personales y, a la vez, atemporales y universales”, agrega la galerista.
De La Guardia menciona que este artista tendrá cinco décadas de vivir fuera del país, pero eso no ha impedido que sus creaciones “capten la esencia de ser panameño. Pero no con nostalgia: él vive el Panamá de todos los días. Yo converso con él prácticamente todas las semanas: está más al día de lo que está pasando en Panamá y en el mundo que yo, lejos”.
“Zachrisson representa lo mejor de Panamá, un país cuya cultura dominante es la Occidental, pero que está poblado de sus propios y particulares imaginarios, ya sean ancestrales o urbanos. Y la obra de Zachrisson es un compendio de todo esto que incluye el ser panameño, y que abarca desde los aspectos míticos de las culturas originarias hasta ese rico imaginario urbano de nuestra capital”, resalta Gladys Turner.
“Me ha quedado en el tintero hacer una serie sobre la invasión de una nación imperialista como Estados Unidos a lo largo de la historia de Panamá. También se me quedó hacer algo sobre la tajada de la sandía”, lamenta, por su lado, Julio Zachrisson.
EROTISMO
Ambas curadoras coinciden en que es imposible no ver el elemento erótico en la creación de Julio Zachrisson.
“Todo en Zachrisson es carnal, es sensual, el ritmo, los personajes, la abierta sexualidad, que llega al cénit en obras como ‘Bacanal en Mafafa’, su ‘Galatea’ o que acaso sean más insinuados en ‘Susana y los pájaros’, pero que está en sus tauromaquias, en sus circos, en la brutal serie ‘La Puerta’, en sus aquelarres…. Es un erotismo con sabor y ritmo Caribe, tiene música, movimiento, a veces misterio, pero libre, como él”, detalla Mirie De La Guardia.
IRONÍA
La ironía es otro de los aderezos que hacen admirables sus obras. “El sentido del humor es una prueba de que nunca he dejado de ser panameño. Nosotros a todo le buscamos un acomodo rápido, para bien o para mal”, anota Julio Zachrisson, quien es dibujante, grabador y pintor.
“Hasta los temas más duros, las críticas más acérrimas y lacerantes, Julio las salpica de ese guiño tan personal. Es burlón, y su obra tiene mucho de esa sorna Caribe, pero no se ríe de nosotros, se ríe con nosotros y de él mismo”, indica Mirie De La Guardia.
“La ironía, al igual que un corrosivo y festivo humor, es transversal a toda su producción”, comenta, por su lado, Gladys Turner.
Por eso, Turner afirma que el material crítico en su obra tiene “ese tono burlesco, satírico, que incluso se puede percibir en su obra de contenido erótico. Una excepción es cuando toca el tema de la guerra y las agresiones políticas, el que suele abordar con dramatismo y con un fuerte aire de denuncia”.
FIGURA HUMANA
La obra de Julio Zachrisson es eminentemente figurativa, sobre todo en el grabado, plantea Mirie De La Guardia. No se trata de “una representación naturalista de la realidad. Julio la trastoca, la reinventa, y ha creado un universo absolutamente zachrissoniano. Personajes como el astronauta guajiro, los habitantes, su mitología personal, que puede estar inspirada en la mitología o en las leyendas americanas y panameñas, pero las rebasa, las reinterpreta, les da la vuelta”.
La figura humana en sus grabados es fundamental, indica Gladys Turner. “Uno de sus grandes temas es la humanidad. Una humanidad desconcertante, a ratos monstruosa, deforme, sensual y contradictoria. Y todo esto se ve representado por las nerviosas distorsiones de la línea con las que Julio Zachrisson esboza los cuerpos de sus criaturas”.
Sin embargo, a pesar de la importancia de la figura humana en su producción, Turner anota que “hay momentos en que la atención del artista se ha desviado hacia animales arquetípicos, como el toro, en sus series tauromáquicas, o ha creado entes fabulosos, mitad animal, mitad máquina, como en el divertido grabado titulado ‘Astronauta guajiro’. Sin embargo, siempre vuelve a la figura humana, que maneja con maestría inigualable”.
Siga a Daniel Domínguez en Twitter: @DanielDomnguez1 y en Instagram: Daniel.Dominguez2006