Aunque había más de una restricción para el ingreso a la conferencia de prensa de hoy, por parte de los organizadores del convite, el artista español Joaquín Sabina sí se mostró jovial y atento cuando compartió con miembros de los medios de comunicación social.
De América Latina habían tres países donde no se había presentado: Nicaragua, Bolivia y Panamá. El concierto que ofrecerá este jueves 28 de mayo, en el Centro de Convenciones Atlapa, en el marco de su gira “500 noches para una crisis”, reducirá la lista a dos.
Del recital del 28 de mayo, el primero que ofrecerá en el istmo, no va a ofrecer el mismo repertorio que brindaría en plazas que más frecuenta como la de Buenos Aires o México D.F., sino que "será una cosa más ecléctica, canciones de otras épocas".
PERIPLO
El encuentro de hoy con los periodistas fue la ocasión para hacer un periplo por su vida, comenzando a recordar aquellos días en que estaba exiliado en la ciudad de Londres, donde aprendió a lavar platos en los restaurantes "como todo el mundo" y a darse cuenta que cantar, aunque fuera de manera fatal, ayudaba a conseguir el afecto de las damas. "Y me dije: yo también quiero hacerlo", rememoró entre carcajadas.
Por entonces, no tenía deseos, ni planes, ni sueños, de ser cantante. Solo quería regresar a casa, pero el dictador español, Francisco Franco (1892-1975), "tardó mucho en morirse. Cuando regresé ya tenía el gusanillo de cantar".
Admitió que lo suyo era ser escritor, que lo de músico le vino con los años cuando se convirtió en lector fiel de la poesía.
"Ya con la guitarra en la mano, me gané la vida y tuve que aprender algo de música. Todos los maestros que me enseñaron, los que más amo, desde Bob Dylan a Rubén Blades, hacen maravillas con cuatro acordes. No necesitan ser Frédéric Chopin para ser geniales", indicó el responsable de Juana La Loca y Pisa el acelerador.
NERUDA O VALLEJOS
Sobre el arte de crear mundos a través de los versos, Joaquín Sabina señaló que cuando era estudiante universitario, no terminó una licenciatura en la Universidad de Granada, habían dos bandos.
Los que defendía a capa y espada al poeta César Vallejos y otros que esgrimían que el más grande bardo era Pablo Neruda.
Sabina opina que él era integrante de ambos grupos, aunque si lo obligan a escoger se queda con el poeta autor de Los heraldos negros (1918). "Si tuviera que matar a Neruda por Vallejos, lo haría", resaltó.
Confesó que los poemas de Vallejos no tiene que leerlos "porque me los sé enteritos de memoria".
Opinó que Bob Dylan y César Vallejos, aunque distintos entre sí, ambos "le retuercen el cuello al lenguaje y organizan cualquier caos" y te ofrecen versos que "nunca creíste posible entre ese adjetivo y ese sustancia".
DYLAN Y EL CANUTO
Para Joaquín Sabina, Bob Dylan es un fuera de serie.
Conoció su música, una noche, cuando tenía 17 años y la primera vez que lo escuchó era también la primera vez que fumaba marihuana.
"Francisco Franco todavía estaba vivo y las españolas no se dejaban conquistar. Entonces yo tuve la suerte de coincidir en Londres con una inglesa, de nombre Leslie, y durante mi primer canuto (un cigarro de marihuana) escuché a Dylan. Cómo no voy a amarlo. Fue una experiencia creadora y maravillosa. Canuto casi ya no fumo, de Dylan sí sigo con el gusto y lo oigo cada vez que puedo", manifestó entre risas.
Prometió que en el concierto del 28 de mayo en Panamá incluirá un tema de Bob Dylan: It Ain't Me Babe, que en español titula Ese no soy yo. "Muy a nuestra manera", advirtió.
MÚSICA CHATARRA
Lamenta que los músicos jóvenes de ahora "maltratan las palabras", que en ocasiones se "copian de los americanos" y que algunos salgan "de esos concursos donde se inventan artistas".
De allí que aconseja a los chicos que "deben leer más y crear sus propios poetas y trovadores".
Mientras que eso no ocurra, asegura, esa es la razón porque una audiencia de diversas edades le siguen la pista a Bob Dylan, Rubén Blades, Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina. "En todas las familias hay un padre muy aburrido, pero todos tienen un tío viejo y borracho, ese soy yo para los jóvenes", comentó el autor de Calle Melancolía y Pasándola bien.
Planteó que al principio pensaba que los jóvenes de hoy día no eran tan comprometidos como la muchachada de su época de mozo, que "estaban anestesiados y adormecidos por el consumo y la música chatarra".
Al ver las luchas sociales de los jóvenes en España y Estados Unidos de los últimos años, lo hacen cambiar de parecer.
"Ya despertaron y ya están tomando posiciones que me parecen muy interesantes", indicó el creador de ¿Quién me ha robado el mes de abril?.
AMORES CLANDESTINOS
Su pasión por las prostitutas en sus canciones, indicó, viene por su afición por la novela negra, donde ellas son figuras centrales.
"Es difícil hablar de ellas, por la moda tremenda de lo políticamente correcto". Desde luego, añadió, está en contra de la explotación sexual y de la esclavitud de las tratas de blancas. "Pero a los desgraciados, a los gordos, a los feos que tienen granos, a los que su mujer no los atiende, siempre ellas han sido una fuente de consuelo maravillosa", planteó.
Dice que ahora lo que más hace, cuando sale del radar de su esposa Jimena, de origen peruano, es bajar a la calle, entrar a un bar y si conoce a una pareja buena onda "los subo a la casa y luego me cuesta dos semanas de dormir en el sofá".
CRISIS PERSONALES
Lo que son las ironías de la vida, dijo en otro momento, mientras que las crisis sociales, políticas y económicas son pasto fértil para los sectores menos favorecidos, consideró que para los poetas, escritores y músicos sus crisis personales les ayuda mucho a crear.
Esto último viene a cuento porque desde hace más de 20 años, calculó, que hay un sector del público que va a los conciertos de Joaquín Sabina porque están seguros que le debe faltar poco al artista para mudarse, sin retorno, con su cuerpo y su alma a otro barrio. "Ese es un buen marketing, cuando voy a un sitio la gente dice: 'vamos a ver a éste pobrecieto, que se va a morir pronto".
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