Cuando en la adolescencia Sergio Ramírez quiso aprender a escribir cuentos, lo primero que hizo fue leer historias breves, como si de aquello dependiera su vida.
Un amigo escritor le señaló los maestros que debía seguir: Edgar Allan Poe, Antón Chejov, Guy de Maupassant, William Faulkner, Ernest Hemingway y Horacio Quiroga. Después descubriría a Juan Rulfo, Jorge Luis Borges y Julio Cortázar.
“Quería aprender cuál era el mecanismo del juguete, y eso solo se logra desarmando el juguete y volviéndolo a armar”, recuerda quien presentó su libro Cuentos completos, en la Feria Internacional del Libro de Panamá.
De Poe, el creador nicaragüense aprendió a manejar el suspenso. De Chejov, “a retratar a las almas sencillas”. De Maupassant, “el humor con sentido....”.
Mientras que en los textos de Rulfo, Borges y Cortázar encuentra “la perfección del relato sin desperdicio de palabras, el relato con astucia”.
Recomienda los cuentos Diles que no me maten, de Rulfo; Hombre de la esquina rosada, de Borges; y Casa tomada, de Cortázar.
Cuando un aspirante a narrador le pregunta cómo se empieza a escribir, le responde: “leyendo”.
MECANISMOS
Sobre los mecanismos de selección que usó, el primero fue que no podía “excluir ninguno por mucho que yo quiera. Tienen que estar todos necesariamente”.
Esta decisión le permite “ver reflejada mi propia historia como cuentista, desde el inicio en mi adolescencia hasta ahora. Y también el lector podrá hacer el mismo recorrido conmigo”. La primera historia que aparece en Cuentos completos es El cobarde, y apareció en 1963 en Cuentos. La última es Caballero elegante, y pertenece a su obra El reino animal de 2007.
“Están todos mis cuentos, salvo los del último libro, Flores oscuras, porque este acaba de salir. Son los cuentos más completos míos que se han editado hasta ahora, y están ordenados con mucho rigor y criterio editorial del Fondo de Cultura Económica”, dice el ganador del premio Alfaguara de Novela 1998 con Margarita, está linda la mar.
Un cuento se presenta como “una historia redonda, la novela es siempre una historia compuesta de muchas historias”.
CLAVES PARA UN BUEN CUENTO
Las historias que componen la obra Cuentos completos pertenecen a libros del escritor Sergio Ramírez, publicados “a lo largo de casi medio siglo. Y son casi 600 páginas”.
“Cada libro está marcado por una época, o un momento histórico o de mi vida”, explica este ensayista y político, quien nació en 1942, en la comunidad de Masatepe, en Nicaragua.
Por ejemplo, los cuentos de su obra Charles Atlas también muere, publicada en México en 1976, “tienen que ver con el tema de la enajenación cultural”.
Mientras que los reunidos en el libro Tropeles y tropelías de 1971, narran sobre “los dictadores y las dictaduras del Caribe”, indica este columnista quincenal del periódico La Prensa.
AL PRINCIPIO
Cuando se le pregunta sobre sus recuerdos en torno al oficio de ser cuentista joven, rememora que por entonces escribía sus historias “de un solo tirón, sin soltar el aliento, tecleando a toda velocidad, y casi no los corregía. Esa es una legítima costumbre juvenil”.
EL PRESENTE
Hoy el asunto va a otros ritmos. “Escribo siempre los cuentos en un corto tiempo, quizás un día, a lo mejor dos, pero medito sobre lo escrito, corrijo una y otra vez. El tiempo no pasa en balde”.
Al preguntarle sobre cómo es el proceso de contar un cuento como debe ser, Sergio Ramírez explica que “siempre es un asunto de dominio de la técnica para escribirlo; una vez que uno tiene definido el tema de cabo a rabo, y si se tiene el final en la cabeza, mejor”.
Con un cuento, advierte, “no se puede improvisar ni vacilar. Se va en línea recta del punto A al punto B. Y desde el comienzo hay que saber interesar al lector para que no abandone la lectura, y a lo largo del relato saber ponerle trampas y ganchos.
“La naturaleza misma de la historia y la intuición que uno desarrolla”. Esas son algunas de las señales que le indican que tiene entre sus manos un cuento por enfrentar, elaborar y escribir.
“Nunca me ha ocurrido que escribiendo un cuento, me dé cuenta de que se trata más bien del argumento de una novela ni tampoco al revés”, anota el responsable de Castigo divino, por el que recibió el premio Dashiell Hammett de Novela 1990.
Cada trama encierra una obsesión. En el caso de Sergio Ramírez, “siempre es penetrar dentro de los seres humanos y sus conflictos; es traer a la página escrita a los pequeños seres anónimos, a los héroes ocultos de lo cotidiano, a los que solo aparecen en los noticieros de televisión, y en los diarios cuando les ocurre alguna desgracia”.
¿Cuál es su cuentista favorito y por qué? ¿Han leído a Sergio Ramírez?