Sinsajo, parte 1 es la mitad de la tercera y última versión fílmica de los libros de Suzanne Collins (aunque en estos tiempos de editoriales y compañías productoras voraces nunca se sabe el alcance de la palabra definitivo); además, es la primera entrega de una película partida en dos (la conclusión será en noviembre de 2015) y el punto previo al final de una saga cinematográfica y literaria (Los juegos del hambre).
Ninguno de estos tres motivos me es suficiente. Sinsajo, parte 1, fue una pastilla para dormir para mí como espectador, y eso que celebré la llegada a la pantalla grande de Los juegos del hambre (2012) y mantuve el entusiasmo con su continuación: 'Los juegos del hambre: En llamas (2013)'.
Como señaló el crítico de cine estadounidense Todd McCarthy, de la revista The Hollywood Reporter, Sinsajo, parte 1 es “decepcionantemente insípida e innecesariamente prolongada”.
En opinión de su colega, el español Javier Ocaña, del diario El País, “en esta Sinsajo, parte 1 parece haberse concentrado la parte más plúmbea, retórica y plasta de la historia. (...) La serie parece haber perdido todas la virtudes de la primera entrega”.
Esta producción apenas consiguió los parabienes del 66% de los críticos estadounidenses y el 75% de los espectadores.
ACCIONES CUESTIONABLES
Hollywood solo quiere recaudar dinero, y entiendo que el cine industrial es un negocio que desea obtener muchas ganancias financieras, pero me desagrada que en nombre de estirar hasta el límite sagas contemporáneas interesantes, les hagan más daño que bien.
¿Era necesario dividir en dos entregas la última visita a los cines del joven mago en Harry Potter y las reliquias de la muerte? ¿Fue válido fragmentar en tres partes El Hobbit, sabiendo que es un libro de poco más de 300 páginas? ¿Tiene validez partir en dos Sinsajo?
A las tres interrogantes se les debe ofrecer un no absoluto. El punto es que como hacen tantos millones de dólares en las taquillas de medio planeta, los productores las fragmentan sin remordimiento alguno y la audiencia cae en ese juego malsano.
Con un mes en la taquilla global, Sinsajo, parte 1, del director Francis Lawrence, lleva más de 625 millones de dólares y tuvo un presupuesto de 125 millones de dólares.
TEMAS DE VALOR
El aspecto saludable es que estos tres largometrajes de Juegos del hambre brindan contundentes golpes contra ese tipo miserable de televisión que alimenta de alienación a su audiencia, y nos recuerda cómo la pantalla chica a veces es otro vehículo de dominación que usan los gobiernos para darse bombos, en especial aquellos más corruptos y abusivos.
Si en los dos primeros capítulos fílmicos destaca su argumento por ser una crítica virulenta a los, por general, desagradables y patéticos reality shows que adormecen la inteligencia y la conciencia de sus espectadores sumisos, esta tercera parte es un discurso contra la siempre peligrosa y dañina propaganda política televisiva dentro de un sistema totalitarista.
Ambos aspectos son de notable actualidad. Por ejemplo, en Panamá y en tantos otros países hay reality shows de casi cualquier variante, y muchas veces uno es peor que el otro en cuanto a su contenido, objetivos y formatos.
Si nos vamos al uso de la propaganda, todos los gobiernos lo hacen de una u otra manera a través de los medios de comunicación social que responden a sus órdenes, pero en especial se nota en América Latina, de forma descarnada y sistemática, si usted ve los canales estatales de dos países latinoamericanos, uno gobernado por una dictadura militar desde hace décadas y el otro por una dictadura disfrazada de democracia que lleva un par de lustros.
Si abrimos el lente, hay que resaltar cómo, de acuerdo con el FBI, los seguidores de un dirigente sin escrúpulos, el dictador norcoreano Kim Jong-un, acaban de silenciar una comedia de enredos, The Interview, solo porque se burlaba de su líder.
Es como si el presidente George Bush hijo hubiera prohibido en su momento la proyección en la Unión Americana del drama político W, de Oliver Stone, o si hubiera dado la orden de eliminar todas las copias del documental Fahrenheit 9/11 (2004), de Michael Moore, solo porque en ambas producciones es abiertamente ridiculizado.
En el plano nacional, no hace mucho un mandatario también quiso mejorar su imagen y sus supuestos logros de la mano de los medios de comunicación que le rendían pleitesía.
Regresemos a Juegos del hambre: Sinsajo, parte 1, no vaya a ser que el eje transversal planteado fuera demasiado extenso y haya perdido el hilo narrativo.
Si nos quedamos con los temas que maneja esta saga literaria y audiovisual, y dejamos a un lado la estética, entonces uno debe admitir que son útiles porque enseñan a pensar a los jóvenes que las consumen con fidelidad.
Espero que el desenlace de esta historia audiovisual, sobre un pueblo esclavo que luego se rebela de sus amos explotadores, arma una revolución urgente y derroca a los malvados enfermos de poder, sea más entretenido que Sinsajo, parte 1.
¿Cuál de las tres partes de Juegos del hambre le ha parecido la mejor? ¿Qué les pareció Sinsajo, parte 1?