La religión ha tenido más de un encuentro cercano con el séptimo arte mundial.
De acuerdo con cifras del sitio web especializado imdb.com, entre 1898 y 2013 se han rodado en el mundo unas 614 producciones, cuya temática se enmarca dentro de lo religioso, más allá de la inspiración argumental en la que se inspiren.
A este renglón pertenece un amplio grupo de películas extraordinarias y bastante diferentes entre sí, que van desde la producción para la televisión El Decálago (1988, Polonia), de Krzysztof Kieslowski; hasta largometrajes como El nombre de la rosa (1986, de la antigua Alemania del oeste), de Jean-Jacques Annaud; Ben-Hur (1959, Estados Unidos), de William Wyler; El evangelio según San Mateo (1964, Italia), de Pier Paolo Pasolini; y Pena de muerte (1995, Estados Unidos), de Tim Robbins.
Tal variedad de estilos convierte a este colectivo en un grupo de lo más interesante, pues a partir de lo religioso, los directores y productores son capaces de aplicar sus propias técnicas narrativas al servicio de sus miradas, y no tanto le son fieles a una doctrina en particular.
Este conjunto de títulos también es variopinto, porque pertenece a una amplia diversidad de géneros cinematográficos, que van desde el drama hasta la comedia absurda, sin dejar de lado la intriga, el policíaco, la aventura, el thriller psicológico y el terror sobrenatural.
Tampoco conocen de épocas, pues tan válido es el siglo XV que retrata La pasión de Juana de Arco (1928, Francia), de Carl Theodor Dreyer; que la antigua Roma presentada por Mervyn LeRoy en Quo Vadis (1951, Estados Unidos); que la conquista europea en América Latina en La misión (1986, Reino Unido), de Roland Joffé; o la España rural del siglo XX de Marcelino, pan y vino (1954), de Ladislao Vajda.
PRINCIPIO
Al inicio, la religión y la pantalla grande tuvieron un romance intenso, entre otras, porque las historias narradas en los libros sagrados eran conocidas por muchos más allá de sus creencias (en el caso de que el espectador tuviera una en particular), y algo esencial para los inversionistas, no había que pagar derecho de autor a nadie. Negocio perfecto.
Por eso, esta clase de producciones fue la que creó ese fenómeno de que el cine industrial en el primer mundo es, fundamentalmente, un espectáculo fastuoso.
Al punto que esa supuesta intención de compartir un dogma fue el pretexto para tirar la casa por la ventana con ejemplos emblemáticos del Hollywood ostentoso, como las versiones estrenadas de Los Diez Mandamientos y Ben-Hur, para mencionar solo dos casos antiguos, y entre las muestras más recientes están Jesucristo Superstar (1973, Estados Unidos), de Norman Jewison; y Jesús de Nazareth (1977, Reino Unido), de Franco Zeffirelli.
También fue uno de los medios para explorar los avances tecnológicos. Una prueba, el primer filme rodado en el formato Cinemascope fue La túnica sagrada.
EJEMPLOS
Si vamos a los orígenes, un proyecto que se puede considerar como el posible arranque de la evolución del cine religioso fue el cortometraje La tentación de San Antonio (Francia), dirigido en 1898 por Georges Méliès, quien en 1900 volvería a esta clase de ruedos con Juana de Arco (Francia, 1900).
Mientras que los ejemplos más recientes serían cuatro películas y dos miniseries de televisión que están en proceso de rodaje en Estados Unidos y que deben estrenarse entre este año y el venidero.
Aunque Francia partió por delante en cuanto al número de títulos referentes a este ramo del celuloide, fue la industria del entretenimiento de la unión americana la que ha dominado a la larga, pues de los 614 proyectos (cortos y largometrajes, así como series para la pantalla chica) realizados hasta el momento, 176 han sido hechos por la llamada Meca del cine.
La religión, como una especie de subgénero temático, adquiere cédula de mayoría de edad dentro de la historia del séptimo arte gracias a Los Diez Mandamientos, firmada en 1923 por Cecil B. DeMille, cineasta que luego haría un remake de este título, eso sí, mucho más grandilocuente en 1956.
Con el tiempo, DeMille se transformó en el principal especialista en el ramo con otros clásicos como El rey de reyes (1927), El signo de la cruz (1932) y Sansón y Dalila (1949), entre otros.
Si vamos por décadas, fue la de 1940 y la de 1950 en la que lo religioso colmó las pantallas grandes del planeta con 22 y 47 películas, respectivamente.
¿El motivo? Por un lado, durante y el antes de la Segunda Guerra Mundial, y la posibilidad de usar la religión como método de dar lecciones, y a la par, distraer a la audiencia con temas alejados del presente, sin olvidar que la televisión luego se volvería una gran aliada a esta clase de cruzada temática.
De los años de 1940 cabe mencionar producciones sobresalientes como La canción de Bernadette (1943, Estados Unidos), de Henry King; Las campanas de Santa María (1945), de Leo McCarey; Monsieur Vicent (1947, Francia), de Maurice Cloche; Juana de Arco (1948, Estados Unidos), de Víctor Fleming; y Sansón y Dalila (1949, Estados Unidos), de Cecil B. DeMille.
Aunque los títulos más recordados y estimados, por algo se le considera la principal época de oro de esta temática, se dan en los años de 1950 con cintas emblemáticas como David y Betsabé (1951, Estados Unidos), de Henry King; Quo Vadis (1951, Estados Unidos), de Mervyn LeRoy; La primera legión (1951, Estados Unidos), de Douglas Sirk; La túnica sagrada (1953, Estados Unidos), de Henry Koster; Juana de Arco (1954, Italia), de Roberto Rossellini; Marcelino, pan y vino (1954, España), de Ladislao Vajda; La palabra (1955, Dinamarca), de Carl Theodor Dreyer; Los Diez Mandamientos (1956, Estados Unidos), de Cecil B. DeMille; La gran prueba (1956, Estados Unidos), de William Wyler; El séptimo sello (1957, Suecia), de Ingmar Bergman; Nazarín (1959, México), de Luis Buñuel; y Ben-Hur (1959, Estados Unidos), de William Wyler.
JESÚS
Dentro de las creencias cristianas relacionadas con las imágenes en movimiento es Jesús la figura principal.
Su presencia en el cine se remonta a 1902, cuando Ferdinand Zecca realiza en Francia una serie de cuatro entregas tituladas Vida y pasión de Jesucristo, que se utilizó como material didáctico en las misiones europeas hasta mediados de la década de 1930.
En Italia no desean quedarse atrás y producen Christus (1916), del conde Giulio Cesare Antamoro; y en la década de 1930 es el turno de En tiempos de los primeros cristianos, versión libre de la novela ¿Quo Vadis?, de Henryk Sienkiewicz.
Los críticos e historiadores opinan que dos ejemplos merecedores de aplausos en esta materia son: el segmento de la pasión de Cristo que aparece dentro de la ambiciosa Intolerancia (1915, Estados Unidos), de David Wark Griffith; y el otro es Inri (1923, Dinamarca), de Robert Wiene.
Precisamente, el Hijo del Hombre ha sido el foco de las más grandes polémicas dentro del cine religioso.
Hay que recordar las contundentes críticas que recibieron producciones que presentaban a un Jesús poco apegado a las sagradas escrituras, como El Evangelio según Mateo (1964, Italia), de Pier Paolo Pasolini; La Vía Láctea (1969, Francia), de Luis Buñuel; la serie televisiva titulada Los Hechos de los Apóstoles y el largometraje Il Messia (1976), ambos con financiamiento italiano y firmados por Roberto Rossellini.
Claro, posiblemente ninguno logró tanta prensa a favor y en contra como La última tentación de Cristo (1988, Estados Unidos), un título atípico de Martin Scorsese, quien aborda la posibilidad de un Jesús con un final bastante radical en comparación con lo que indican las páginas de la Biblia, un acto imaginativo del novelista Nikos Kazantzakis, y La Pasión de Cristo (2004, Estados Unidos), de Mel Gibson, quien brindó su versión ultra gore de los últimos momentos de Jesús en la Tierra.
Aunque en 2006 aparece la que le hace fuerza en ataques a las dos antes mencionadas: El Código Da Vinci, a partir del famoso best seller literario de Dan Brown, y dirigida por Ron Howard.
¿Por qué tanto revuelo? Brown sigue los pasos de Nikos Kazantzakis y propone que Jesús tuvo una relación sentimental con María Magdalena y que tuvieron un hijo, entre otros aspectos que no gustaron a los más tradicionalistas.
Más allá de los resultados estéticos de cada propuesta y si las películas respetan o no a la figura de Jesús, lo cierto es que Cristo como principio argumental se ha vuelto bastante rentable en fechas recientes, por encima de otro tipo de áreas dentro del cine religioso.
Según cifras de la página especializada boxofficemojo.com, entre 1997 y 2012 hacer películas vinculadas con el cristianismo ha logrado una recaudación en el ámbito mundial de mil 199 millones de dólares.
¿Ibas al cine a ver películas religiosas durante pasadas Semanas Santas? ¿Qué película religiosa es tu favorita y por qué?