El drama ‘Whiplash’: entre la dedicación y la tiranía

El drama ‘Whiplash’: entre la dedicación y la tiranía


El sonido de una batería enfurecida. Ese es el inicio de la excepcional Whiplash y ese es el ritmo de este intenso drama ganador de tres premios Oscar, que se proyectó en el Teatro Nacional durante la cuarta versión del Festival Internacional de Cine de Panamá  (IFF Panamá), y después pasó a las salas comerciales del país.

Esta cinta independiente, ganadora de tres premios Oscar, presenta a Andrew Neiman (un diestro Miles Teller), un estudiante de batería que no se dejará vencer por las exigencias de Terence Fletcher (un fuera de serie J.K. Simmons), un maestro que no se vende ante nada, que es frenético, implacable, talentoso, carente de piedad y disciplinado al máximo.

El lema para aprender el pentagrama de acuerdo con la filosofía de Fletcher se basa en entrenamiento, dedicación y esmero, un ejercicio que debe comenzar desde temprano y durar ocho horas, por lo menos.

Para este docente, el talento tiene igual valor que la perseverancia en el oficio.

Si su educado quiere triunfar en la industria musical, debe perder la piel de tanto practicar, tiene que abandonar a su familia y a su novia o esposa, pues su único amor incondicional es con la música y la calidad.

Fletcher considera que para llegar a ser uno de los grandes del arte musical universal, el futuro artista consagrado debe sortear los sacrificios físicos y emocionales más atroces.

Fletcher es el docente más odiado, temido y respetado por los alumnos del Conservatorio de Música de la Costa Este. Aunque lo desprecian y están en contra de sus inhumanos y poco ortodoxos métodos, todos quieren estar en su clase, incluyendo a Andrew Neiman.

Todos guardan silencio cuando Fletcher entra al salón. Da una orden y todo fluye, porque el que se equivoca recibirá un escarnio público de la máxima autoridad en el aula, o sea él. Cada uno sabe que este docente está a medio camino entre ser un dios y un dictador.

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Está para presionar a la gente mas allá de lo que se espera de ella. Así se consigue ser el siguiente Charlie Parker. Así resume Fletcher su método de enseñanza.

¿Sufrir para aprender?

Llegar tarde a una clase, o lo que es aún más grave, estar desafinado cuando se está tocando con una banda, es lo peor que le puede pasar a un músico en formación, y ni hablar que le ocurra en medio de un recital ante un público conocedor.

Nada de esto le puede pasar a alguien si algún día desea ser un profesional a carta cabal, y si además quiere ser el nuevo Charlie Parker o Louis Armstrong de la historia de la música de todos los tiempos.

Esos escollos pueden causar que la persona reciba insultos y ofensas de parte de un maestro severo, soberbio, arrogante, carismático y virtuoso como Terence Fletcher (J.K. Simmons), o un accionar mucho más letal.

Quien sabe eso de sobra es el estudiante Andrew Neiman (Miles Teller), que desea ser el baterista permanente del conjunto de jazz del selecto Conservatorio de Música de la Costa Este, la más destacada institución académica de música de Estados Unidos.

Neiman ha cometido esos errores y está arrepentido. Por eso, sin traumas dejará a su novia y se distanciará de su padre (escritor y profesor universitario) si es necesario, pues su única diversión, meta y pasión será practicar hasta el cansancio, hasta alcanzar la nota perfecta.

A Jim (un correcto Paul Reiser), papá de Andrew, le duele mucho que la opinión del déspota profesor le importe más a su hijo que la del resto de los mortales, incluyéndolo a él.

Ganó tres premios Oscar 2015: actor de reparto (JK Simmons), mejor montaje (Tom Cross) y sonido (Craig Mann, Ben Wilkins, Thomas Curley).



QUEDARSE O HUIR

Los alumnos de Terence Fletcher no son los únicos que sufren y están tentados a abandonarlo todo, pues también más de un espectador querrá dejar de ver

la magistral e incómoda Whiplash, vencedora en tres categorías dentro de la ceremonia del premio Oscar 2015: mejor actor de reparto (JK Simmons), mejor montaje (Tom Cross) y mejor sonido (Craig Mann, Ben Wilkins, Thomas Curley).

Es que Whiplash es violenta, agresiva, inesperada y ruda, como es la atmósfera y la personalidad de ese permanente duelo de alto voltaje entre Andrew Neiman y Terence Fletcher.

Esta producción la firma Damien Chazelle, quien escribe y dirige su primer largometraje después de rodar cortos y mediometrajes.

CAPAS

Whiplash tiene muchas capas, además de lo que deben superar los que aspiran a ser inolvidables en cualquier trabajo.

Porque también explora cómo los padres convierten en competencia los logros de sus hijos.

Como ocurre en la escena en la que Jim y Andrew comen con gente conocida y el señor de la casa se pavonea de que sus retoños son excepcionales jugadores de fútbol americano, que por eso irán a la mejor universidad, tendrán el mejor salario y, por ende, disfrutarán de la mejor jubilación.

Otro tema relacionado se presenta en ese mismo momento de la película, cuando se cuestiona si el deporte es más relevante y rentable a largo plazo que dedicarse al arte.

¿Prefieres ser conocido por la música, el teatro o la literatura y morir siendo joven, o ser exitoso en los negocios y morir a los 90 años? ¿Cuál es tu ideal del triunfo? ¿Qué sacrificarías por ver cumplidos tus sueños?

“Prefiero morir borracho, quebrado, y a los 34 años, y que la gente hablé de mí, a vivir hasta los 90 años, sobrio, rico y que nadie recuerde quién era”, responde Andrew Neiman a las tres interrogantes.

¿Qué contestan ustedes como testigos de esta lucha por la excelencia? ¿Qué les gustó de Whiplash?

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