Alfredo Sinclair Ballesteros, maestro del collage y del abstracto, dueño absoluto del color y de la luz, nació el 8 de diciembre de 1914 en la ciudad de Panamá. Este mes este genio del pincel hubiera cumplido 100 años.
Este nombre necesario para entender la evolución del devenir de la plástica nacional murió el pasado 2 de febrero de 2014 en la ciudad capital, el día del cumpleaños de su esposa Olga Ávila de Sinclair, quien a su vez falleció el 15 de ese mismo mes.
Alfredo y Olga se casaron el 13 de septiembre de 1953, con quien tuvo tres hijos: Jorge Enrique, Olga y Miguel Ángel.
“Hubieran cumplido este año sus 61 años de matrimonio. Lo de ellos fue una hermosa historia de amor”, manifiesta Jorge Enrique.
“Su grandeza trascendía los predios de nuestro hogar, iluminando a todo aquel que tuvo la dicha de conocerlo. No trató de imponer sus ideas a nosotros sus hijos. Nos aconsejaba en valores de la vida, mas nunca nos sometía, respetando puntos de vista diferentes y creando un diálogo armonioso y gentil para que desarrolláramos nuestras propias ideas y caracteres en un contexto amplio y universal”, dice Olga, pintora como su progenitor.
Miguel Ángel rememora a Don Alfredo como una persona humilde, prudente, amable y solidaria.
HOMBRE, ARTISTA Y PADRE
27 años, Alfredo, el hijo del ingeniero hidráulico inglés Jorge Sinclair y de la maestra colonense Quintina Ballesteros, comienza estudios en el taller del maestro Humberto Ivaldi, al que acude durante las noches después de laborar en el día doblando tubos de neón en la fábrica Neon Product. Como la meta del menor de cuatro hermanos es ser pintor, vende su automóvil en 600 dólares y con ese dinero viaja a la ciudad argentina de Buenos Aires para seguir su formación en la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova. Premios y viajesPronto dan frutos sus sacrificios y sueños, señala su hijo, el médico Jorge Enrique. En 1950 obtiene una mención honorífica en el Concurso Nacional de Pintura. Al año siguiente recibe el Primer Premio de Pintura en la Feria Industrial de Colón. Mientras que en 1955 y 1957 gana el Concurso Ricardo Miró (por entonces se distinguía a la pintura).En 1969 se lleva el Primer Premio Maestro Xerox. En 1976 logra el Segundo Premio en el Décimo Salón de Agosto del Museo El Minuto de Dios en Colombia. En 1974 es miembro del jurado del Segundo Salón de Artes Plásticas en San José, Costa Rica.Las obras del que fue profesor de dibujo y pintura en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Panamá (UP) han estado en centros culturales de Costa Rica, Colombia, Venezuela, El Salvador, Francia, Alemania, Cuba, Japón y Argentina, entre otros destinos.“Cuando preparaba la muestra para Alemania, día y noche metido en el estudio que colindaba con la parte trasera de nuestra casa y en donde el olor a trementina, óleo y barniz se confundía con los sabores de la buena cocina de nuestra mamá, todo eso transmitía pasión y ese compromiso por la excelencia y la disciplina”, comparte su hija, la pintora Olga. “Verlo pintar en su estudio, donde le acompañaba por largas horas, hizo descubrir en mí esa pasión que es la que él sentía, al enfrentar un lienzo en blanco y plasmar las ideas que pasan por la mente como ejercicio cotidiano del creador”, comenta Olga.Las pinturas de su padre forman parte del acervo de los museos de Arte Contemporáneo Latinoamericano, en Washington; de Arte Moderno, en Nueva York; y del Instituto Nacional de Bellas Artes, en México.Por sus logros, en 1991 recibe la Orden Vasco Núñez de Balboa en grado de Comendador, en 2000 se le otorga el premio Excelencia en las Artes en el Museo de Arte Contemporáneo, y en 2004 le entregan la Medalla Convenio Andrés Bello.
Olga Sinclair
Pintura
ESTILOS
Carmen Alemán, crítica de arte y galerista, divide los estilos de Alfredo Sinclair Ballesteros por décadas.
Por ejemplo, a finales de los años de 1940 dice que la nave creativa del genio istmeño era guiada por vientos modernistas de artistas como Amedeo Clemente Modigliani y Paul Gaughin.
En los años 1950, este genio de la paleta se inclina por action painting (pintura en acción), el dripping (chorreado) y el uso de vidrios y tubos de neón molidos.
Para 1960, explica Alemán, navega su imaginación entre el semiabstracto y la abstracción, aunados ambos con las composiciones asimétricas.
Los años de 1970 lo encuentran con propuestas más centradas en lo figurativo, cercano a los fondos claros y apegado a un cubismo que sigue los pasos de colegas como Pablo Picasso y Georges Braque.
En los siguientes lustros, sus manchas toman mayor protagonismo.
“Es el maestro del modernismo en Panamá. Era un monstruo de las ideas, fiel seguidor de que el buen arte se divorcia de lo material y anecdótico para dar paso a un universo de ideas e imaginación. No estuvo sometido al comercialismo que tanto impera hoy”, recalca su hija Olga.
OTRAS FACETAS
“El Tigre”, como le llamaban sus hijos, era un aficionado al canto y al boxeo. “Admiraba a los tenores italianos Enrico Caruso y Tito Schipa, al estadounidense Mario Lanza y al sueco Jussi Bjorling”, cuenta su retoño Miguel Ángel, ingeniero industrial.
Tanto de joven como de adulto, “gracias a su privilegiado tono de barítono, estudió canto de manera formal en el Conservatorio Nacional y fue miembro del jurado calificador del Concurso Nacional de la Canción OTI”, afirma Miguel Ángel.
En cuanto al boxeo, recuerda que era seguidor de “púgiles de la talla de Joe Lewis, Teófilo Panamá Al Brown, Ismael Laguna, Muhammad Ali y Roberto Durán; cada cartelera televisada se convertía en una verdadera reunión de amistades y familiares, donde todos opinaban, sufrían, celebraban y compartían amenamente el resultado de las peleas”.
No hay que olvidar que tenía profundas raíces cristianas católicas y marianas. “Fue activista del Movimiento de Cursillos de Cristiandad e incansable colaborador de las vocaciones sacerdotales y a la vida religiosa, más específicamente con el Seminario Mayor San José y la Orden de las Hermanas de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta”, indica Miguel Ángel.
PRESENTE
En 2014 se crea la Fundación Alfredo Sinclair Ballesteros, presidida por su hijo Jorge Enrique y cuya misión es preservar la obra de su padre, así como promover la creación artística en Panamá y apoyar la formación de nuevos talentos.
Después la Universidad de Panamá (UP) lleva a cabo un homenaje póstumo a Sinclair Ballesteros y luego la Facultad de Bellas Artes de la Casa de Méndez Pereira hace lo propio.
Para marzo, la Embajada de España realiza una ceremonia en recordación de su legado, y la subasta anual del Museo de Arte Contemporáneo fue dedicada a su figura.
En octubre la Universidad Santa María la Antigua también resalta su labor y le entrega a sus familiares, de manera póstuma, la condecoración Francisco Javier de Luna Victoria y Castro.
Entre la fundación que lleva su nombre y la Facultad de Bellas Artes de la UP crean el premio Alfredo Sinclair Ballesteros, en el que se distingue al alumno graduando con las mejores calificaciones de esta institución de estudios superiores.
Además, dos veces al año resaltan el desempeño académico del mejor estudiante de Bellas Artes.
Ambas iniciativas tienen una recompensa en metálico de 500 dólares, y con el paso de los años irán en aumento, afirma Jorge Enrique.
Porvenir
A principios de 2015, las facultades de Bellas Artes y de Arquitectura de la UP organizarán una exposición de pinturas de sus respectivos alumnos en homenaje a Sinclair Ballesteros.
Mientras que la Fundación Olga Sinclair tendrá sus talleres en enero, inspirados en la “Familia pintando a Modigliani”. En esos eventos serán escogidos 10 jóvenes para llevarlos a Roma y Florencia, con el fin de “conocer a todos los grandes artistas de Italia”, detalla Olga.
“Ese gesto conmovió a la Fundación Modigliani en Roma, y a través de la Embajada de Italia en Panamá y el Conservatorio de Santa Cecilia van a organizar un gran taller en Roma para recibir a los 10 ganadores y con mil niños italianos estarán ‘Pintando a la manera de Alfredo Sinclair’ en reciprocidad por el gesto. Todo esto se dará en la Via de la Conziliazonne frente al Vaticano en mayo de 2015”, detalla Olga.
Otro hecho central en 2015, resalta Jorge Enrique, será la inauguración de la Casa Museo Alfredo Sinclair, ubicada en la residencia donde el maestro vivió por espacio de 50 años.
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