En 1963, Ruth C. Sthul, miembro de la Sociedad Histórica del Istmo, tuvo una idea de reivindicación social que se convirtió en 2015 en una grata y necesaria película: Caja 25.
Esta zonian (estadounidenses que vivían en la antigua Zona del Canal bajo las reglas y leyes de la unión americana) recuperó una parte de la memoria colectiva de los hombres que trabajaron en el canal de Panamá entre 1904 y 1914.
Su forma de rescatar ese pasado, en forma de recuerdos, fue creando un concurso para conocer la historia de esa obra de la ingeniería moderna, pero desde la óptica de los seres anónimos que nunca aparecen en las fotografías de inauguración de las grandes hazañas: los obreros.
El certamen se hizo con motivo del 50 aniversario del canal de Panamá y dio como resultado la elaboración de 114 historias verdaderas de trabajadores no estadounidenses, cartas en las que narran diversos hechos al margen de la historia oficial en torno a cómo se hizo la vía interoceánica.
Las misivas mostraban las duras condiciones laborales de los hombres y mujeres que volvieron a unir el Atlántico con el Pacífico, la discriminación racial imperante, las 15 mil muertes que la construcción se llevó consigo y el resto de los sacrificios que hicieron posible la existencia del canal de Panamá.
Entonces se premió con 50 dólares al primer lugar, 30 dólares al segundo y 20 dólares al tercero, relatos que fueron escritos por Albert Peters, George Martin y Alfonso Suazo, respectivamente.
Después de la premiación, el olvido volvió a cubrir esos momentos con su grueso manto y quedaron en una caja fichada con el número 25.
Ese cúmulo de datos, luego de la reversión del canal de Panamá como fruto de los Tratados Torrijos-Carter, pasaron a la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, en Washington, aunque una copia de cada carta quedó en el istmo.
La iniciativa de Ruth C. Sthul ahora pasó a ser parte del argumento del documental istmeño Caja 25, dirección de Mercedes Arias y Delfina Vidal y la guión la venezolana Joaneska Grossl, que se proyecta por estos días en las salas de Panamá.
CAMPAÑA
Mercedes Arias y Delfina Vidal quieren que la experiencia de Caja 25 sea algo más que un gratificante y didáctico viaje cinematográfico.
Por eso, están en la cruzada de recaudar fondos y le piden a los amantes del séptimo arte y la historia donar $20, $50, $150, $400 y $1000.
Con lo obtenido van a traducir esas 114 misivas al español -la mayoría están originalmente en inglés- para luego reunirlas en un libro cuyo prólogo estará a cargo de Julie Greene.
El dinero obtenido también ayudará a sufragar los gastos que conlleva enviar Caja 25, producido por Betesda Films y Jaguar Films, a festivales de cine.
PREMIOS
En abril de 2015, Caja 25 obtuvo dos premios en el Festival Internacional de Cine de Panamá: Mejor documental y Mejor película de Centroamérica y el Caribe.
En octubre viajará al Festival Internacional de Cine de Marbella (España), y en noviembre estará en el Festival Internacional de Cine de Milán (Italia), donde está nominada en las categorías de Best Foreign Language Documentary, Best Editing for a Documentary, y Best Direction for a Documentary.
Además, Caja 25 está preseleccionada en los Premios Fénix de Cine Iberoamericano, y la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Panamá la escogió para representar al país en la carrera por una nominación al Óscar en la categoría de Mejor película extranjera.
MIRAR HACIA ATRÁS
Caja 25 pertenece a ese grupo de producciones que hablan del devenir de nuestro país y sus relaciones tirantes con un Estados Unidos que en ocasiones ha sido aliado, y en otras tirano y amo en distintas épocas del siglo XX.
Esta película, de 111 minutos de duración, desarrolla temas que nunca deben perder vigencia, ni su debida importancia, como la identidad, la soberanía, el amor a la patria, la condena a la marginación y a la discriminación, y las sucesivas luchas generacionales que dieron como resultado el derrumbe de la llamada quinta frontera.
Caja 25 trata sobre la recuperación de la memoria colectiva en un país donde muchos de sus ciudadanos tienen doctorado en olvido, un fenómeno social promovido, en parte, por un Estado que no ha tenido el coraje y la responsabilidad de educar a su pueblo, mientras que otro segmento de la culpa es de los mayores en casa que no les hablan lo suficiente a los más chicos sobre el ayer.
Caja 25 también ayuda a despertar la curiosidad por tiempos pasados y recientes.
Por eso, se entrelaza y se complementa, sin saberlo y sin quererlo, con otros proyectos cinematográficos de reciente data que también han indagado la nacionalidad y el sentido de independencia como los documentales Invasión, El héroe transparente y El último soldado, así como desde la ficción lo hizo Historias del Canal.
Cada una de estas producciones contribuye a que las nuevas generaciones sepan que en una época había dos países en este istmo, que existían áreas prohibidas para los panameños, que se dio una dictadura militar y que luego ocurrió la invasión militar de Estados Unidos.
Para ese ejercicio de memoria sobre la realidad, Mercedes Arias y Delfina Vidal edifican un campo de estudio preciso: Panamá, Estados Unidos y el Canal.
Entonces, sus bases fundamentales son las entrevistas a personalidades como Arístides Royo, expresidente de Panamá; Gerardo Maloney, escritor y sociólogo; Jorge Quijano, administrador del canal de Panamá; a la historiadora norteña Julie Greene, autora de The Canal Builders, aunque siempre haciendo énfasis en la experiencia más física posible, y real si cabe, el contenido de las cartas de los que con pico y pala hicieron tamaña obra.
Caja 25 desea crear conciencia sobre nuestra realidad e invita a mirar hacia atrás para evaluar la historia oficial y hacer una amalgama con lo contado por los trabajadores, mostrando las causas, las consecuencias, los alcances y los sacrificios del llamado progreso.
Además, Caja 25 propone, desde los hechos y una estructura narrativa emotiva y tradicional, un debate nacional sobre quiénes somos, en qué posición ponemos a la historia en nuestro diario vivir y cómo fue el siglo XX, bajo una triple premisa personal: la experiencia en primera persona de los autores de las misivas y la mirada ideológica de las cineastas y la de sus consultados.
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