Bajo la misma estrella: un logrado melodrama juvenil



Todo libro y cada película deben conquistar a su destinatario, no importa la edad, su sexo o la formación que su receptor tenga y lo debe hacer, principalmente, por la historia universal que le comparte.

Aunque hay casos en que el estilo o el ritmo o el contenido de la trama cinematográfica cale más en un sector determinado del público que en otro.

Pese a que esa debería ser una regla idílica, siempre hay excepciones, a veces impuestas por los responsables de mercadeo de las industrias culturales, en otras porque sí hay obras y producciones que tienen su público definido ideal, quizás desde el instante en que el escritor encendió la computadora para redactar un borrador de su argumento o cuando el director comenzó a leer el guion que usaría para su siguiente proyecto.

Esto no quiere decir que este tipo de creaciones no pueden captar la atención de todo tipo de receptores, lo que destaco es que cierto nicho la sentirá y la vivirá más como propia.

Esto me pasó cuando leí la delicada y sincera novela Bajo la misma estrella (The Fault in Our Stars) y luego vi su emotiva versión cinematográfica.

Estamos ante la clase de experiencia doble que me hubiera gustado experimentar entre los 10 y los 15 años.

En ese rango de edad el corazón va rumbo a ser un adulto, lo que significa que todavía esa alma no se ha perdido cierto nivel de inocencia a la hora de comprender, evaluar o enfrentarse a los retos que, a veces, nos impone el diario vivir desde bastante pronto.

Debo confesar que, como suele ocurrir, el original literario, escrito por John Green, me pareció más satisfactorio que su paso por la gran pantalla firmado por el realizador Josh Boone.

En el texto el dolor está más a flor de piel, y cómo no estarlo si es una clave para entender la actitud desafiante y desesperada de dos jóvenes, marcados por una pronta muerte, que acometen con entereza un amor imposible.

En su costado audiovisual, el aspecto triste y hondo del libro se redujo un tanto, de repente pensando que la audiencia juvenil iba a sufrir demasiado con este melodrama desgarrador y no iba a querer promoverla entre sus pares. No sé, es una simple hipótesis que comparto.

El cine se va muchas veces a los extremos cuando plantea los retos de los jóvenes.

O son héroes capaces de resolver los dilemas del tiempo, como en la saga de Regreso al futuro, de Robert Zemeckis, o forman parte de pandillas violentas como en Ciudad de Dios, de Fernando Meirelles, o son unos perfectos tontos como en las miles de American Pie, de Paul Weitz, o son unos genios que revolucionan el mundo como en La red social, de David Fincher.

Los muchachos de Bajo la misma estrella solo quieren vivir hasta la ancianidad, como se supone muchos lo van a lograr. Tan solo quieren más años para disfrutar de un amor que se ha convertido en su tabla de salvación ante unas enfermedades terminales que los minimizan.

Estos chicos solo quieren ser felices juntos, buscan la manera de burlarse de la muerte, que como todos sabemos, siempre vence la batalla a la vida terrenal. Y ellos se rebelan, protestan, se indignan ante esta situación irreparable.

ÉXITO

El escritor estadounidense John Green (Indiana, Estados Unidos, 1977) es el autor de Bajo la misma estrella, un éxito de librería no solo en Estados Unidos, sino también en América Latina.

Al punto que en este momento su novela está en el primer lugar de ventas en las librerías de Brasil, Colombia, Argentina, Chile y México, y está en el segundo puesto en las de Colombia y México.

Mientras que Josh Boone se ha convertido en un cineasta dedicado a contar tramas vinculadas con los narradores y sus dilemas.

En su debut en un largometraje, Stuck in Love (2013), Boone cuenta el devenir de un novelista que descuida su oficio debido a los traumas de un divorcio demoledor y después encuentra impulso para retomar su trabajo cuando descubre que su hija también desea seguir sus pasos literarios.

En Bajo la misma estrella, uno de los puntos estudiados, es precisamente la relación que ocurre entre los lectores, los escritores y los personajes de ficción que estos inventan para nuestro disfrute, algo que ya planteó de pasada en Stuck in Love, aunque lo hace con más soltura y objetivos más claros en la película basada en la obra de Green, porque te plantea el valor que tienen para nosotros los seres de ficción, que cuando están tan bien edificados, uno está convencido de que son de carne y hueso como nosotros.

Es posible que esto ocurra porque en su primera película el foco estaba más en los creadores y, en Bajo la misma estrella, la balanza se inclina más en esa relación hermosa que se da entre el lector y los hombres y mujeres de imaginación que descubre en las páginas de ese libro que los cautiva, y cómo la gente desea saber qué pasó con el destino de esas personas irreales que sienten como verdaderas y que con el paso de los años o los siglos terminan siéndolo, o ¿alguien pone en duda que Romeo y Julieta existen después de consolidarse en el imaginario colectivo del mundo?

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