Siete películas panameñas y un festival

Siete películas panameñas y un festival
Siete películas panameñas y un festival


Hacer cine es una odisea, por lo que es motivo de alegría que en los últimos años se haya registrado un repunte de las películas istmeñas.

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En el último lustro se vive una nueva edad de oro del séptimo arte nacional, luego de los filmes rodados entre las décadas de 1960 y 1990.

Durante el quinto Festival Internacional de Cine de Panamá (IFF Panamá) se hará historia, al estrenarse seis producciones nuestras, más una reposición.

Se trata de los documentales La ruta, de Pituka Ortega-Heilbron; Zachrisson, de Abner Benaim; A la deriva, de Miguel I. González; y Es hora de enamorarse, una historia entre bambalinas, de Guido Bilbao.

En el renglón ficción estarán El cheque, de Arturo Montenegro; Salsipuedes, de Ricardo Aguilar N. y Manolito Rodríguez; y Kenke, de Enrique Pérez Kim, aunque se estrenó en 2015.

“Tener siete producciones panameñas nos llena de una enorme felicidad. Ver a los directores estrenando en su país, en un festival que se dedica a la difusión de su obra, es gran parte de nuestra razón de existir”, opina Pituka Ortega-Heilbron, directora general del IFF Panamá.

Estos estrenos, opina Abner Benaim, son el “resultado de todos los esfuerzos que hemos hecho por más de 10 años para que existan ayudas a la industria de cine en Panamá. Contamos con el festival, el Fondo de Cine, la Comisión de Cine, y alianzas con programas de ayuda internacionales como Ibermedia y DOCTV”. 

RETOS DE HACER CINE EN PANAMÁ

El sentimiento de todos los realizadores nacionales es de gozo por formar parte del Festival Internacional de Cine de Panamá (IFF Panamá). Entre otras, porque les dará a sus proyectos una importante proyección tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, como opina Miguel I. González, responsable del documental A la deriva.

La emoción no debe hacer olvidar el hecho de que hay mucho por andar después que pase la cita anual con el cine. “El reto ahora es que en 2017, y los consecutivos, sigan este ritmo de producción”, plantea Abner Benaim, cineasta del documental Zachrisson.

Uno de los motores para que esta dinámica de creaciones se mantenga, es que el concurso del Fondo Cine siga con vida.

Esta iniciativa se reactivará para mediados de este año, luego de que en 2015 no se llevó a cabo este certamen, confirmó Stephan Proaño, director de la Dirección General de Cine de Panamá (Dicine) del Ministerio de Comercio e Industrias.

Sobre el dinero que todavía falta por entregar a los ganadores del Fondo Cine de 2014, indica Proaño que trabajan en resolver esa situación. Abner Benaim reitera que todos los gobiernos deben convertir los incentivos al cine en una prioridad.

“El cine trae mucho más que la satisfacción de hacer una película para los involucrados. El cine local trae consigo identidad, diversión, negocios, publicidad para el país a nivel internacional, educación, y tanto más. 

Si no se apoyan estas iniciativas, no van a haber películas locales. Y no creo que queremos volver a ese lugar tan triste,  frustrante, de pensar en un país que no tiene autorrepresentación en la gran pantalla. Hay que mirar hacia adelante e imaginarse un país donde no solo tenemos deporte, música, danza, sino también nuestras propias películas”, plantea Benaim.

“Quien no toma riesgos, no llega a nada”, manifiesta uno de los personajes de Salsipuedes, de Ricardo Aguilar Navarro y Manolito Rodríguez. Estas palabras se pueden aplicar en el esfuerzo de crear cine en el istmo.

“Hacer cine o cualquiera de las artes en este país es un verdadero reto. Los políticos hablan de cultura en los planes de gobierno durante las campañas, pero luego cuando ganan se olvidan de las promesas y nos toca a nosotros fajarnos en la lucha porque se nos den y respeten nuestros espacios. Hay que atreverse a soñar y cuando tu sueño lo conviertes en proyecto, debes creer en él, ser muy perseverante”, señala Aguilar Navarro.

FINANCIAMIENTO

Arturo Montenegro, responsable de El Cheque, que tuvo un presupuesto de $500 mil, le encantaría decir que “el Estado apoyó, pero hasta ahora, y después de muchas reuniones y llamadas, aún no se ha logrado”. Los que sí le echaron la mano fueron varias empresas y amistades.

El director Enrique Pérez Him resalta que Kenke es una película independiente porque fue “financiada con fondos propios, o sea que no tuvimos mucha plata”, y llegó a salas sin ayuda del Estado o la empresa privada.

El responsable de Kenke puso de su propio dinero y las casas productoras Mente Pública y Best Picture System “pusieron el resto, colaborando con equipos y mano de obra. El presupuesto está valorado en $250 mil”.

Con Zachrisson, cuenta Abner Benaim, el financiamiento “fue enteramente privado. Es un caso muy raro, donde el productor está dispuesto a tomar toda la responsabilidad y el riesgo. Esto habla muy bien de la valentía y el amor por las artes de la productora Lili Maduro, de Mi Casita Films”.

Por su parte, Es hora de enamorarse fue el resultado de un financiamiento “absolutamente panameño, de la empresa privada, de oenegés y un pequeño aporte de la Secretaría Nacional de Discapacidad”, dice Guido Bilbao.

La Ruta se ganó el Fondo Cine de Dicine 2013 para posproducción, el Fondo Ibermedia y TVN Canal 2 y Cinergía también aportaron, enumera Pituka Ortega-Heilbron.

La Ruta se hizo gracias a un aporte de $180 mil. “El hecho de que fue poco a poco lo hizo todo menos pesado para financiar. Lo más costoso ha sido la posproducción, sobre todo los derechos de la música”, explica Ortega Heilbron.

En tanto, la producción de Salsipuedes costó $850 mil, “con los que hemos podido hacer magia, gracias a los profesionales que participaron en el proceso de producción con nosotros”, resalta Sixta Díaz C., su productora ejecutiva.

Mientras que A la deriva fue ganadora del Fondo Cine en 2013. Así mismo fue apoyada por Ibermedia en la categoría de desarrollo y por Telemetro como canal local. Es una coproducción de Contraplano Films (Panamá) y Cinema Lab (Venezuela), detalla su director, Miguel I. González.

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