En cierta ocasión, sobre la irresistible gracia del vuelo del colibrí, Ernest Hemingway escribió una vez que “No se sabe adónde va, no sabe cómo vuela, no sabe cuándo es tiempo de migrar, pero nadie vuela como él”.
Sobrevolando como un colibrí la tierra de nadie de mis archivos personales, tropecé con un breve cuento de Jorge Luis Borges, del cual transcribo la parte final para beneficio del disfrute literario de mis lectores: “Al destino le agradan las repeticiones, las variantes, las simetrías; diecinueve siglos después en el sur de la provincia de Buenos Aires un gaucho es agredido y, al caer, reconoce a un ahijado suyo y le dice con mansa reconvención y lenta sorpresa (estas palabras hay que oírlas, no leerlas) ¡ Pero, ché! Lo matan pero no sabe que muere para que se repita una escena”.
En una revista cuyo nombre no puedo acordarme Gabriel García Márquez manifestó en cierta ocasión que con el advenimiento de la internet, había podido reducir el tiempo que le llevaba escribir sus novelas largas en las máquinas de escribir convencionales y ahora las podía finalizar en dos o tres años menos.
No obstante, según Francisco Piccolo, en su libro Escribir es un tic nos da a conocer que Don Delillo, reconocido novelista neoyorquino, nunca pudo familiarizarse con la computadora . “Necesito el ruido de las teclas de la máquina de escribir manual. La materialidad de un tecleo tiene un peso, es como si usara martillos para esculpir las páginas”.
“Pero lo más increíble era la máquina de escribir de Isaac Bashevis Singer, premio Nobel de Literatura, cuando no le gusta lo que el autor está escribiendo, se arrebata y deja de trabajar”.
Pasando a otro tema, quiero anunciar la reciente aparición del último número de la Revista Nacional de Cultura que dirige el poeta Roberto Luzcando, Como es sabido, la revista del Inac se mantiene con vida en medio del simún que ha asolado las publicaciones culturales de Panamá.
La revista Maga sostiene una aparición impredecible e ignoramos si se prepara algún nuevo número.
En el predio de la poesía panameña, la calidad y el nivel se sostienen con los nombres de consagrados autores como Dimas Lidio Pitty, Pedro Rivera, Javier Alvarado, Manuel 0restes Nieto, Eyra Harbar, Lucy Cristina Chau, Consuelo Thomas, José Franco, Meco Fábrega, Tristán Solarte, Bertalicia Peralta y algún otro que se me escapa que marcan los senderos de la poesía con sus jardines que se bifurcan.
Quiero agradecer públicamente a mi amiga Mariela Sagel por haber cargado desde Madrid, en sus propias manos, el libro de las obras completas de Juan Gelman que tenía un enorme peso no solo poético, sino específico, por lo que le otorgo el certificado lírico de mi cariño y aprecio y le recito estos perdidos versos de Borges que transcribo a continuación:
“Dame, Señor, coraje y alegría, para escalar la cumbre de este día”.
Feliz año, a todos los miembros inscritos y por inscribirse del exclusivo club del “Cucú Clan”.
Mientras esta columna estaba en trámite de publicación, ocurrió el deceso del prestigioso poeta Juan Gelman. Con dolor y nostalgia anoto el registro de su adiós y su maravillosa poesía en este mundo.