La naturaleza “siempre aporta algo para aprender”, reza una sentencia pronunciada hace más de 500 años por el artista, inventor y también urbanista Leonardo da Vinci.
Una oración que con el pasar de los años se ha visto opacada, quizás por la falta de comprensión o por el auge de una modernidad en ocasiones insustentable, y que hoy se traduce en los múltiples efectos ambientales atribuidos al cambio climático.
En 2014, durante la celebración de la Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático (COP20) en Lima (Perú), el compromiso por sensibilizar y educar a la población en temas sobre el medio ambiente aún era una tarea pendiente para muchos países.
Un año después, durante la vigésima primera edición de esta cumbre -esta vez efectuada en París (Francia)- la educación ambiental volvió a surgir en una de las mesas, como un argumento significativo para enfrentar al cambio climático.
La educación ambiental es un tema que hoy cobra importancia en el desarrollo de aptitudes y acciones para una relación equilibrada con la naturaleza.
Para el educador ambiental panameño Martín Testa, se trata de un proceso que, más allá de la enseñanza, busca la comprensión de las personas con respecto a su entorno, “al planeta y sus constantes transformaciones”, dice.
Lo anterior también forma parte de los alcances del Día Mundial de la Educación Ambiental, que cada 26 de enero procura crear conciencia sobre la importancia de educarse y proteger al medio ambiente desde diversos escenarios y prácticas.
Testa explica que con esta sucesión se podría influir en la calidad de vida humana y de la propia naturaleza. “Por ejemplo, hace 50 años era impensable para Panamá padecer una crisis del agua como la que sobrellevamos actualmente”, opina el especialista, quien mira en la educación ambiental un componente para evaluar de forma productiva posibles soluciones para los problemas presentes y también los subsecuentes.
DE LA TEORÍA AL PROTAGONISMO
El Día Mundial de la Educación Ambiental encuentra sus orígenes en el Seminario Internacional de Educación Ambiental, efectuado en 1975 en Belgrado (Serbia) por iniciativa de las Naciones Unidas y con la intención de formular y discutir las directrices para promover la educación ambiental en el ámbito global.
Cuarenta años han pasado desde aquella premisa, que hoy parece destacar como un componente esencial para enfrentar las transformaciones climáticas por las que atraviesa el planeta.
Para el educador ambiental Martín Testa, se trata de todo un proceso dinámico que ayuda a la comprensión de la interdependencia entre el humano y la naturaleza, que debe ser difundido y protagonizado por distintos actores sociales: desde los especialistas y docentes, hasta los líderes comunitarios o espirituales, por ejemplo.
Con lo anterior concuerda la jefa del Departamento de Educación Ambiental del Parque Natural Metropolitano, Elva Denvers, quien asegura que para iniciarse en este campo solo es necesario comenzar con pequeños cambios.
En conmemoración al Día Mundial de la Educación Ambiental, el Parque Natural Metropolitano, conjuntamente con la fundación Ciudad del Saber, efectuará este 26 de enero el III Foro de Educación Ambiental, que bajo el lema “Conociendo la vivencia de los educadores”, busca destacar el alcance de tres docentes en este campo: Xóchitl McKay, del teatro infantil Tía Dora; Carmen Aparicio, de la Asociación de Maestros Ambientalistas, y Esmeralda Nájera, de la escuela Fe y Alegría.
La actividad, que es abierta al público y gratuita, se iniciará a las 5:30 p.m., con el fin de resaltar los alcances de la educación ambiental en Panamá y conocer el papel de las áreas protegidas en este tema.
Es un evento que, según Denvers, también se alinea con los programas educativos que realiza el parque, ubicado en la avenida Juan Pablo II, en seis escuelas de la ciudad capital, que suman cerca de mil 700 niños.
Para Nájera, la educación ambiental actualmente rebasa los límites de su marco académico y busca mayor protagonismo en el ámbito social. Con ella concuerda la profesora McKay, quien apuesta por las técnicas teatrales para sensibilizar a la población infantil en temas relacionados con la ecología nacional.
Aunque la educación ambiental actualmente se desarrolla como un eje transversal dentro del currículo educativo, apunta Nájera, aún es necesario que las autoridades de educación y ambiente enfoquen sus esfuerzos en contenidos que ayuden a crear mejores hábitos ambientales.
Igualmente, agrega McKay, es necesario que tanto padres de familia como medios de comunicación enseñen y difundan las iniciativas de este campo y coadyuven a formar eso que la profesora Nájera define como una “nueva conciencia ambiental”, que rinda honor al significado ecológico que se encuentra detrás del nombre Panamá.