A cualquier hora del día que pase por el antiguo Conservatorio de Música, en la avenida A del Casco Antiguo en San Felipe- fundado en 1673 tras los ataques del pirata Henry Morgan-, se pueden escuchar las notas musicales. Si presta atención, también puede apreciar a sus vecinos –los señores que habitan en La Boyacá– en los alrededores del edificio. Incluso, se les puede ver sentados en las escaleras. (Ver foto principal).
Si entra al inmueble, la música se vuelve mucho más intensa. Teclados, instrumentos de viento, guitarras, violines y tambores se escapan entre los pasillos. Dentro de las instalaciones, se ven jóvenes y adultos de todas las edades, cargando instrumentos, y entrando y saliendo de los salones con un fin común: tocar música.
Ahora este es el hogar de la Escuela de la Fundación de Jazz Danilo Pérez, por lo que es frecuentado a diario por sus estudiantes. El edificio se mantiene intacto, salvo algunas modificaciones y pinturas que se han realizado para adecuar las aulas de enseñanza.
LA HISTORIA
El terreno era propiedad de la Compañía del Ferrocarril. La casa fue construida en 1915, bajo los parámetros de los diseños conservadores del Casco Antiguo. Entre 1920 y 1930 funcionó como oficinas del presidente de la República Belisario Porras, cuando dispuso una restauración del Palacio de las Garzas. Luego fue comprado por María Luisa Arias de la Guardia, esposa de Raúl de la Guardia en 1936.
Inicialmente fue un proyecto residencial de cuatro pisos. Tras su muerte en 1965, la parte de abajo de la casa fue cedida al Instituto Nacional de Música que funcionó desde 1941 como sede del Conservatorio Nacional de Música hasta 1999, cuando fue trasladado a Albrook, en las áreas revertidas.
A finales de la década de 1990, el Gobierno panameño lo vendió y fue comprado por la empresa de bienes raíces dedicada a la revitalización del Casco Antiguo El Conservatorio, en el año 2004. Este fue el primer proyecto de la compañía que lo compró y dio origen a su nombre.
Al momento de adquirir la edificación, estaba en condiciones habitables, con detalles intactos, incluyendo sus mosaicos originales españoles, la escalera de madera tallada a mano, molduras y algunos de los acabados de luces. La meta fue hacer una restauración inmediata que permitiera que los cinco apartamentos del edificio fueran rentados a un costo accesible para artistas jóvenes y científicos.
Esta idea surgió a raíz de que muchas personas residentes en el Casco Antiguo sufrieron el alza de rentas en edificios totalmente restaurados de la zona, pero necesitaban mejores condiciones de vida, que puede ser posible en edificios que no han sido restaurados. Con esta premisa en 2008, el Conservatorio donó dos de los cuatro pisos a la fundación Danilo Pérez.
EL DISEÑO
El edificio presenta algunas de las principales características de la arquitectura del Casco Antiguo durante los primeros años de República.
Entre los elementos que lo componen subsiste el concepto de casa adosada de calicanto, con balcones corridos y vanos dispuestos rítmicamente.
Sin embargo, los materiales son modernos y la decoración en abundancia se deriva del historicismo europeo y del art nouveau.
En cuanto a la fachada del inmueble, la parte baja se distingue de los altos por una especie de almohadillado.
Por lo demás, cada piso tiene un detalle individual, ya sea por la firma de los vanos, la decoración, los detalles de la forja o por la forma de los balcones. Detrás del antiguo conservatorio hay un pequeño patio y arriba está rentado para viviendas.
LA MISIÓN
La Fundación Danilo Pérez fue establecida en 2005. Aunque, sus orígenes datan de hace 25 años cuando el pianista panameño Danilo Pérez comenzó a desarrollar programas de educación musical en Panamá y en otros lugares del mundo.
En este espacio, ahora hay salones de clases y oficinas en las que se imparten programas de educación musical para jóvenes locales; también es el centro de organización del Panamá Jazz Festival que se hace cada año en Panamá.
Una de sus funciones principales es reclutar a niños y jóvenes con talento para la música y carreras afines, así como estimular su formación y desarrollo musical.
Incluso, ofrecen una clase de musicoterapia, para niños con capacidades especiales. Otra de las misiones de la fundación musical es impulsar el desarrollo de niños y jóvenes talentosos para la música y carreras afines en instituciones reconocidas internacionalmente.
El Panamá Jazz Festival se ha convertido en una atracción del turismo cultural, que ya ha enriquecido a Panamá con más de 220 mil personas de diversas partes del planeta.
El festival, que se realiza en enero, ha promulgado más de 4 millones de dólares en becas y ha atendido a más de 10 mil estudiantes de América Latina y el mundo.