A partir de mayo de 2018, unos 350 megavatios (MW) se incorporarán a la matriz energética panameña generados a base de gas natural. Esto representará el 11% de la energía del sistema.
Gas Natural Atlántico, subsidiaria de AES Corporation, invertirá $800 millones en la que será la planta eléctrica más grande de Centroamérica de este tipo. El proyecto se desarrollará en isla Telfers, corregimiento de Cristóbal, provincia de Colón, y empleará a unas mil personas en la fase de construcción y a otras 150 en el período de operaciones.
La empresa se adjudicó la licitación, organizada por la Empresa de Transmisión Eléctrica, S.A. (Etesa), el pasado mes de septiembre, al ofertar 11.3 centésimos el kilovatio/hora, el precio más bajo entre las otras 26 compañías que participaron.
El contrato por 10 años -a partir de 2018- establece que Gas Natural Atlántico tiene 30 meses a partir de octubre de este año para construir la planta, con una capacidad de generación de 381 MW. Se prevé que las obras de campo se inicien en abril de 2016.
Al utilizar este combustible, la compañía asegura que Panamá no solo emitirá menos partículas de dióxido de carbono al ambiente, sino que también se ahorrará la compra de aproximadamente 4 millones de barriles de crudo al año.
Ángel Gustaferro
Gerente de AES Dominicana
Teniendo en cuenta que el precio del barril de Brent cerró el pasado viernes en $44.89, se calcula que el ahorro sería de unos $179 millones.
El modelo de la planta que se erigirá en Colón será similar al que AES opera en Santo Domingo, República Dominicana, desde hace 12 años. Allí, a orillas de la paradisíaca playa de Boca Chica, el proyecto genera unos 300 MW.
Las únicas diferencias entre los dos proyectos serán sus dimensiones, la estructura de la planta eléctrica y las medidas de seguridad. La de Colón contará con un tanque capaz de almacenar 170 mil metros cúbicos de gas natural, que llegará en estado licuado en barcos, frente a los 160 mil metros cúbicos de la de Santo Domingo.
En cuanto a las medidas de seguridad, que se adecuaron a las regulaciones de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), la planta de Colón se hará con contención completa. Es decir, que tendrá doble tanque de acero en níquel, más uno de concreto externo que cubrirá el que almacena el gas natural licuado. Además, el impacto en el medio ambiente es evidentemente menor que otros combustibles. De hecho, es el hidrocarburo que menos lo afecta, tanto en la etapa de extracción, elaboración y transporte, como en la de utilización.
“La planta de Panamá pudiera dar energía para unos 400 mil hogares si trabaja a 350 MW”, explica Ángel Guastaferro, actual gerente de AES Dominicana y quien estará al frente de la planta de Colón. Una vez entre en operación, se espera que los consumidores sientan el impacto de una baja en la tarifa eléctrica.
AES Corporation opera cinco plantas en Panamá y genera 705 MW, un 43% de la actual demanda del país de mil 612 MW. Cuando la planta de gas natural entre en operaciones, la empresa habrá aumentado su capacidad de generación a mil 55 MW, es decir, 65% de la demanda del país.
Actualmente, la energía panameña se genera en 52% de fuentes hídricas, 39% térmico y 9% de renovables (solar y eólico).
Con la inclusión del gas natural al sistema en mayo de 2018, la distribución será de 48% hídrica, 30% térmica, 11% gas y 11% renovables.
Sostenible, amigable y segura
El agua turquesa, caribeña, revela lo impoluto del proceso de generación del combustible en sí. También lo hace el casi imperceptible humo blanco que emana de la chimenea.
Antes de recorrer las instalaciones de la planta de AES Dominicana, un pececito amarillo fue el conejillo de Indias que sirvió para demostrar lo inocuo del gas. Uno de los trabajadores vertió en la pecera el gas natural licuado, que tenía agua de la que llega a los tanques de la planta a -161 grados celsius.
Al entrar este en contacto con el agua, se evapora automáticamente sin afectar el contenido bajo la superficie. El pescado, en tanto, nada como si nada. Ese vapor es de donde se extrae la energía del gas natural: pasa por una turbina que mueve un generador de electricidad. A este proceso se le llama “ciclo simple”.
Pero esta planta, como la que se construirá en Colón, genera energía a partir de un ciclo combinado: cuando los gases se envían a la atmósfera a 650 grados celsius, es decir, que tienen aún mucha energía, se dirigen a una recuperadora de calor que extraerá la energía.
Otra diferencia que tendrá la planta panameña de la dominicana será en su configuración. Mientras la de la isla caribeña es de “1-1-1” (1 turbina de gas, 1 recuperadora de calor y 1 turbina de vapor), la istmeña será “3-3-1” (3 turbinas de gas, 3 recuperadoras de calor y 1 turbina de vapor).
Cada uno de los empleados que labora en esta planta pasa por un período de certificación para trabajar con gas natural, a cargo de una empresa estadounidense. Asimismo, AES Dominicana envía a sus operadores a Texas, Estados Unidos, para capacitarlos en manejo de riesgo y de sustancias peligrosas, de derrame y de incendios.
Además de las medidas de seguridad propias de la infraestructura, el suplidor de gas, que en el caso de AES Dominicana es la británica BP (para Panamá aún se negocia cuál lo hará), realiza auditorías anuales a la fábrica. También lo hace una compañía de mitigación de riesgo y la propia AES Corporation audita los procesos y las instalaciones con base en estándares propios.
“Le puedo garantizar que es prácticamente imposible que pase algo”, subraya Guastaferro. En 12 años que lleva en operaciones el proyecto dominicano no se ha registrado ningún incidente ni derrame. En este tiempo, el agua turquesa no ha perdido o cambiado de color. La zona turística de la playa Boca Chica tampoco ha perdido visitantes. El pescadito amarillo todavía nada como si nada.