Pequeños productores de escasos recursos de zonas rurales ensayan con semillas biofortificadas de arroz, frijol-poroto, maíz y camote, con el propósito de mejorar la nutrición en estas áreas de pobreza extrema.
La prueba forma parte del Proyecto Nacional de Biofortificación Agro Nutre Panamá, el cual busca elaborar una estrategia de impacto social.
El resultado ayudará a elaborar un diagnóstico de las condiciones socioeconómicas y nutricionales de familias que viven en situaciones de pobreza extrema en los distritos de Soná, Veraguas; Olá, en Coclé; Los Pozos, en Herrera; y en Nole Duima y Muna, en la Comarca Ngäbe-Buglé.
El estudio se realizó en tres etapas: planificación, programación y organización del trabajo de campo para la recopilación de datos y su posterior análisis, manifestó Maika Barría, integrante del Proyecto Nacional de Biofortificación Agro Nutre Panamá.
Lo primero que se hizo fue una encuesta a 269 productores de los distritos seleccionados para obtener los datos socioeconómicos y nutricionales del Proyecto Agro Nutre.
El grupo de gestión del programa Agro Nutre está integrado por miembros de la Universidad de Panamá, el Patronato Nacional de Nutrición, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, el Idiap, el Programa Mundial de Alimentos y otros organismos de cooperación internacional y del sector público.
A través del fitomejoramiento tradicional, sin utilizar cultivos transgénicos, especialistas del Instituto de Investigación Agropecuaria de Panamá (Idiap) lograron enriquecer las semillas en hierro, cinc, betacaroteno y proteínas.
Lo que se busca es obtener un mayor contenido de nutrientes, explicó Barría.
En el arroz, las primeras semillas se importaron del Centro Internacional de Agricultura Tropical de Colombia, las que fueron mejoradas a través de un cruce con las utilizadas por los agricultores locales, informó Ismael Camargo, director del programa de investigación en recurso genético y biodiversidad del Idiap.
El arroz, desde el proceso de cosecha hasta que llega a la mesa, pierde nutrientes debido al tratamiento que recibe antes de estar apto para el consumo. Aunado a ello, el proceso de lavar el grano antes de cocinarlo incrementa la pérdida de estos nutrientes.
El maíz, segundo grano de preferencia para el cultivo en las zonas rurales, se enriqueció en betacarotenos y aminoácidos. El poroto se fortaleció en hierro, mientras que el camote está enriquecido con vitamina A.
Una vez se comprobó, por medio de pruebas en pequeñas parcelas demostrativas, se procedió a la prueba de campo en las comunidades seleccionadas para el estudio diagnóstico.
En 2016, se produjeron en semillas biofortificadas 260 quintales de arroz, 160 quintales de maíz y 50 quintales de frijol-poroto.
A cada productor se le entrega entre 2 y 3 libras de semillas, dependiendo de la cantidad de agricultores en la zona.
La idea es establecer en cada comunidad un grupo de productores que solo se dedique a la multiplicación de estas semillas biofortificadas, para garantizar de esta manera la continuidad de la siembra, aseguró Barría.
Las semillas también se repartieron entre grupos beneficiarios de la Secretaría Nacional para el Plan de la Seguridad Alimentaria y Nutricional (Senapan) y de las Granjas de Desarrollo y Producción Autosostenible (Grandes Pasos), del Patronato de Nutrición.
El total de las muestras que se aplicaron a productores de subsistencia reveló que tienen como cultivos prioritarios de consumo el arroz, frijoles, maíz, yuca y plátano. Con estos resultados, el proyecto está encaminado a desarrollar nuevos cultivos con mayores contenidos nutricionales y promover su consumo en aquellas áreas vulnerables de pobreza y desnutrición del país.