Hubo que esperar 26 años para que el Estado reconociera que el fusilamiento de 11 militares que se alzaron en armas contra el exdictador Manuel Antonio Noriega fue el inicio del resquebrajamiento de la dictadura militar. Así lo planteó Susana Ortega, hija de uno de los caídos, luego de que el presidente Juan Carlos Varela anunciara la construcción de un monolito para recordar a las víctimas de la denominada “Masacre de Albrook”.
El 3 de octubre de 1989, un grupo de militares de la Compañía Urracá se tomó el cuartel central de las Fuerzas de Defensa y retuvo a Noriega, en ese entonces comandante de las Fuerzas de Defensa. Pero los neutralizaron, y 11 de ellos fueron fusilados en los hangares ubicados en Albrook Field, sector aledaño a donde hoy se encuentra la primera estación del Metro.
En el acto de ayer, Varela recordó que los mártires caídos el 3 de octubre de 1989 fueron abatidos por rechazar una orden “no procedente” de seguir masacrando al pueblo panameño. Manifestó que esos oficiales entendían la diferencia entre “la obediencia debida y el rechazar una orden no procedente”.También detalló que Panamá aún espera que quienes dieron las órdenes de fusilamiento de estas personas den muestras de arrepentimiento para que entonces pueda haber perdón por parte de los familiares de las víctimas.
El Presidente entregó ascensos póstumos para los 11 oficiales que fallecieron durante el fallido golpe militar al exdictador Manuel Antonio Noriega. Por su parte, el ministro de Gobierno Milton Henríquez detalló que además del monolito, se develará una placa para recordar a los militares.
Argumentó que el monolito será un símbolo para recordar una de las épocas más oscuras de la historia panameña “que esperamos nunca se vuelvan a repetir”.Por otra parte, consideró que sin el golpe del 3 de octubre de 1989 Panamá no hubiese sufrido el trauma de una invasión, como ocurrió unos meses más tarde.
EL TRAIDOR
Ortega, hija del subteniente Ismael Ortega, uno de los masacrados, recordó que ese día acudió al cuartel central de las Fuerzas de Defensa. Preguntó por su padre y le respondieron que jamás volviera a pronunciar el nombre de ese traidor. A partir de ahí, narró, vivió días de intimidación y persecución por parte de los militares. Agradeció al presidente Varela el reconocimiento hecho a los 11 militares asesinados ese 3 de octubre, y recalcó que hasta ahora ningún gobierno había reconocido el esfuerzo hecho por este grupo de hombres para que el país volviera a la democracia.
Reconoció que no ha sido fácil para los familiares de las víctimas vivir con la ausencia de padres, hermanos y amigos que fueron asesinados a sangre fría. “Aún recuerdo como si fuera ayer la angustia que sufríamos en casa porque mi padre no aparecía y nadie nos daba información de su paradero. Es algo que nos acompañará por siempre”, enfatizó.
A punto de llorar agregó que espera que la sociedad panameña no olvide estos incidentes, “para que no se repitan más”.