Equipos de Brasil y Estados Unidos inician investigación sobre el zika

Equipos de Brasil y Estados Unidos inician investigación sobre el zika


Personal sanitario estadounidense y brasileño se aventuraron en las peligrosas favelas, se enfrentaron a un tráfico endemoniado y sufrieron lluvias torrenciales en el primer día de su investigación que busca determinar si el virus del zika hace que los bebés nazcan con una malformación que afecta su cerebro. Cada uno de los ocho equipos de investigación cuenta con lo que llaman un “detective de la enfermedad”, que hace parte de alguno de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) y tres trabajadores sanitarios brasileños. Los equipos empezaron a trabajar el martes en Paraiba, un empobrecido estado del noreste de Brasil, que es uno de los epicentros de los brotes paralelos del zika y de la microcefalia. Su objetivo es persuadir a unas cien madres de niños nacidos con microcefalia hace poco, para que participen en la investigación. También necesitan entre dos y tres veces más madres, de las mismas zonas, que hayan tenido hijos sin microcefalia durante la misma época. El estudio pretende determinar si el gobierno brasileño está en lo cierto al sospechar del zika como causante de los casos de microcefalia o si, como creen cada vez más médicos tanto en Brasil y el extranjero, el virus transmitido por mosquitos no tiene la culpa de la malformación o, en el mejor de los casos, solo es responsable de manera parcial. La tarea, en apariencia sencilla, de localizar a las madres y sus hijos, chocó el primer día con atascos de tráfico, problemas logísticos y mal tiempo, aunque los equipos siguieron adelante con estoicismo. Detenido en el tráfico de Joao Pessoa, capital del estado, un equipo perdió su primera cita, y dos visitas programadas para por la mañana no se pudieron hacer sino hasta después de la hora del almuerzo. “Obviamente, hemos tenido problemas de logística para poder ver a las familias”, dijo la doctora Alexia Harrist, pediatra de Boston que trabaja en el Servicio de Inteligencia de Epidemias del CDC. “Pero creo que todos estamos muy comprometidos con conseguirlo", añadió.

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