La unidad nacional que buscaba este domingo el presidente francés, François Hollande, frente al terrorismo quedó en entredicho ante las peticiones de los responsables de la derecha y la ultraderecha de cambios radicales en sus polÍticas de seguridad y exterior.
Tras los atentados del grupo yihadista Estado Islámico (EI) que acabaron con al menos 129 personas en París el pasado viernes, Hollande recibió hoy a los lÍderes de los partidos políticos, comenzando por su predecesor al frente de la jefatura del Estado, el conservador Nicolas Sarkozy, presidente de Los Republicanos y líder de la oposición.
Sarkozy reclamó "modificaciones drásticas" en la política de seguridad porque a su juicio la del presidente socialista no permite a los franceses "sentirse seguros" y "el riesgo" de que atentados como los del viernes vuelvan a producirse "es real".
Entre las ideas que lanzó el líder conservador, habló de "adaptar (el) dispositivo destinado a quienes consultan sitios (de internet) yihadistas, a los que hacen la yihad".
También reclamó que se ponga a todas las personas fichadas por los servicios secretos por radicalismo religioso en residencia vigilada con un brazalete electrónico "para saber dónde están, qué hacen", de forma que "las fuerzas de seguridad puedan evaluar su peligrosidad".
A ese respecto, le instó a dar "un giro en (la) política exterior" porque "todo el mundo es necesario para exterminar al EI, y en particular los rusos". "No puede haber dos coaliciones en Siria", añadió.
Una alusión a la estrategia de Hollande, que pasa por llevar a cabo bombardeos contra el EI en Siria e Irak en el marco de las operaciones con sus aliados, pero sobre todo sin intentar ningún trato con el régimen del presidente sirio, Bachar el Asad, lo que choca con su principal respaldo, Moscú.
Menos contundente de lo habitual se mostró la presidenta del ultraderechista Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, tras su encuentro con Hollande, una tregua durante los tres dÍas de luto que vive el país.
Tras ellos, avisó Le Pen, "hay que seguir debatiendo" sobre los temas candentes para las elecciones regionales de diciembre, en la que ella misma es candidata.
Le Pen señaló que estaba de acuerdo con la idea de la unión nacional, pero sólo si detrás hay "acciones susceptibles de garantizar la seguridad de los franceses".
En cualquier caso, no se privó totalmente de hablar de uno de sus temas estrella, al dejar caer que algunos terroristas pueden infiltrarse entre "las gigantescas oleadas de inmigrantes que llegan y que van a seguir llegando", antes de referirse a los tres millones de refugiados que, según la Comisión Europea, podrÍan llegar a Europa de aquí a 2017.
La jefa de la ultraderecha francesa mostró su voluntad también de que Francia proceda a "un cambio de aliados y de adversarios a nivel internacional".
El centrista Franois Bayrou, propuso a Hollande imitar a Estados Unidos con su Guardia Nacional, es decir, "una reserva militar" que podrÍan encargarse de misiones de seguridad como la vigilancia de monumentos, lo que descargarÍa asÍ a las fuerzas del orden de esas misiones.
Por su parte, el líder del Partido de la Izquierda, Jean-Luc Mélenchon, estimó "indispensable" que haya un gesto "hacia los rusos" porque resulta "inconcebible" que ParÍs y Moscú mantengan acciones separadas frente al EI, y también pidió que se apoye "masivamente" a los kurdos en su lucha contra los yihadistas.
Esta ronda de conversaciones con los líderes políticos se produce la víspera de una convocatoria excepcional de las dos cámaras parlamentarias, constituidas en Congreso, en el Palacio de Versalles, para una intervención de Hollande sobre la crisis abierta con los ataques terroristas.