El líder máximo de las FARC, Timoleón Jiménez, planteó este viernes 8 de abril que el desarme de esa guerrilla no puede tener un "plazo fijo", como lo exige el gobierno colombiano, pero garantizó que los rebeldes dejarán los fusiles dentro del proceso de paz que negocian en Cuba.
"Los plazos no pueden ser abiertos para una de las partes, y fijos, precisos y firmes para la otra. Por eso deben ser prudenciales, hábiles para desarrollar integral y simultáneamente los acuerdos", escribió Jiménez en un artículo difundido desde La Habana y publicado por las FARC en su página web.
Jiménez, también conocido como Timochenko, dejó sin piso la exigencia que le hizo el presidente Juan Manuel Santos a la guerrilla comunista para que establezca una "fecha fija, precisa y clara" para su desarme.
"Por ningún motivo esa fecha puede quedar abierta", afirmó Santos en un mensaje a los colombianos el 28 de marzo.
Sin embargo, el jefe de las FARC consideró que el desarme de sus tropas involucra "asuntos complejos" que impiden pensar en un término fijo.
"No puede exigirse a una de las partes la dejación de armas y su reincorporación a la vida civil, mientras la otra a su vez no materialice los compromisos correspondientes. Conservar las armas no nos interesa tanto como conservar la vida", agregó Jiménez.
Comprometidos desde noviembre de 2012 en un proceso de negociación en La Habana, el gobierno de Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) discuten actualmente el cese del fuego bilateral y definitivo, que incluye el desarme de esa organización que, según cifras oficiales, cuenta con al menos 7 mil combatientes. Las partes, que ya alcanzaron acuerdos en cuatro de los seis puntos que pactaron para acabar con medio siglo de enfrentamiento, están en vías de concretar ese asunto y el relacionado con el mecanismo de refrendación de los convenios.
Sin embargo, han reconocido públicamente profundas diferencias en el último tramo de las conversaciones que les impidió suscribir el acuerdo final de paz el 23 de marzo, como se habían comprometido.
Timochenko, entretanto, volvió a insistir en la amenaza que representan los grupos paramilitares para un futuro acuerdo de paz en Colombia, pero garantizó que la guerrilla cumplirá con su promesa de dejar las armas para convertirse en un partido político. "Mal podría la insurgencia pactar con el gobierno nacional, con países acompañantes y garantes, con toda la comunidad internacional como testigo, fórmulas que piense incumplir. No tenemos vocación de necios o suicidas", sostuvo.
El gobierno de Santos asegura que los paramilitares a los que se refiere la guerrilla son en realidad bandas criminales dedicadas al narcotráfico que surgieron tras masiva desmovilización de los escuadrones de ultraderecha durante el mandato de Álvaro Uribe (2002-2010). Sin embargo, no le reconoce abiertamente el carácter contrainsurgente a los nuevos grupos y mantiene una fuerte ofensiva contra ellos.