Marcelo Odebrecht era un sabueso para los negocios. Se le conoce como un hombre con nervios de acero. Un personaje obsesionado con el trabajo.
El conglomerado de su familia experimentó años dorados bajo su presidencia. A los 39 años se sentó en el puesto más importante de Norberto Odebrecht, la constructora y empleador privado más grande de Brasil.
El heredero hacía su trabajo. Consolidó el rol de la compañía con las millonarias adjudicaciones de obras públicas y el financiamiento de la banca estatal. Reafirmó su poderío en toda América Latina para convertir a Odebrecht en la empresa de infraestructura más poderosa del continente. Pero el poder hoy se tambalea. Marcelo Odebrecht tiene 46 años y está detenido en una cárcel de máxima seguridad en Curitiba, estado de Paraná, Brasil.
La Policía Federal asegura que bajo su presidencia, el grupo obtenía contratos amañados de la estatal Petrobras. Inflaban los precios de las obras y la diferencia era repartida entre funcionarios y políticos.
Llegó el viernes a Curitiba. Vestía suéter, jacket y jeans. La imagen del empresario impecable de saco y corbata se había esfumado.
El diario brasileño O Globo detalló en qué condición se encuentra el poderoso hombre de negocios, que mientras amasaba millones, hacía lobby político y mostraba simpatía por los gobiernos de izquierda. Luiz Inácio Lula da Silva era su amigo, y con la actual mandataria, Dilma Rousseff, también tuvo cercanía.
Ahora, ese olfato político de poco le sirve. La cárcel de Curitiba tiene capacidad para 18 prisioneros. En el centro hay 12 detenidos, y de este total hay 6 vinculados a la red de corrupción de Petrobras.
Según O Globo, las celdas, de entre 16 y 20 metros cuadrados tienen capacidad para tres personas. Marcelo Odebrecht ahora debe esperar su turno para usar una de las tres duchas eléctricas. Sus cuentas bancarias, al igual que las de los demás implicados en la operación, han sido congeladas.
El juez Sergio Moro determinó que era necesario bloquear activos personales de cada uno de los ejecutivos en prisión y en cuyas cuentas hay hasta $20 millones.
La Policía Federal dijo que Marcelo Odebrecht y Otavio Marques de Azevedo, de la constructora Andrade Gutierrez, son investigados por asociación delictiva, lavado de dinero y desvío de fondos públicos.
Su padre, Emilio Odebrecht, ha tomado las riendas de la empresa y asumió la presidencia.
En una nota interna a los trabajadores de la constructora, Emilio Odebrecht dijo: “Estamos juntos en este momento de dificultad”.
Ayer, Marcelo Odebrecht fue llevado al Instituto de Medicina Legal de Brasil en Curitiba. Un día antes, el mismo de su arresto, había solicitado una dieta especial. Su defensa alegó que tiene una delicada salud por hipoglucemia.
Marcelo Odebrecht, el ingeniero que se incorporó a la empresa familiar en 1992, con un futuro a sus pies, ahora es señalado como uno de los líderes de un cartel en el que se sobornaba a funcionarios para adjudicarse obras.
Él era una especie de mentor para muchos empresarios que veían en sus empresas el modelo para alcanzar el sueño latinoamericano. El líder de una megaempresa, acostumbrada a una facturación de miles de millones de dólares, enfrenta sus primeros días bajo arresto.