Lo más resaltante de la semana ha sido la noticia generada por las declaraciones, de impacto mundial, de los presidentes de Estados Unidos y de Cuba.
No tengo reservas sobre el fondo. Calificamos como positivo cualquier acuerdo para ponerle punto final a un conflicto demasiado prolongado en el tiempo. Sin embargo, hay algunas cuestiones que no están claras para el gran público, aunque los protagonistas deben haber concretado algo más allá de lo que conocemos.
Por ahora el pueblo cubano, incluido el exilio, debe beneficiarse por la normalización de las relaciones diplomáticas, pero sobre la base de la verdad. El “embargo” no es responsable del fracaso de la revolución comunista.
Se hunde un sistema que empobreció hasta límites inconcebibles a la nación. Pero se mantiene sobre la base del temor, de la violencia y la represión. El gobierno castrista tendrá ahora el reto de, sin renunciar a sus relativizados “principios”, iniciar una apertura hacia la libertad y la vida en democracia.
Estados Unidos no pierde nada con esta negociación. Cuba dejó de ser una amenaza hace muchos años, aunque mantenga control sobre una Venezuela en quiebra y desolación que ya no le sirve como financista fundamental. Desaparecida la Unión Soviética y devaluada Venezuela como soporte, pragmáticamente los Castro buscan a Estados Unidos y Canadá, por una parte y por la otra a la Unión Europea.
Tienen derecho a hacerlo. Esperamos saber cuáles compromisos asume la dictadura para garantizar la sobrevivencia.
Pero rechazo las palabras del presidente Barak Obama cuando habla de corregir los “errores” de más de 50 años de ese régimen. Grave desvarío. Desconoce la historia contemporánea y las ejecutorias de antecesores como Kennedy y Johnson.
Olvida la crisis de los misiles, las bases soviéticas en la isla, las aventuras guerrilleras y terroristas de Cuba en África, en Venezuela, en Colombia y en Bolivia para solo mencionar algunas. Eso se acabó. Queda el debilitado eje La Habana-Caracas. El cual se tambalea gracias a la corrupta ineficiencia del régimen venezolano. Pobre Maduro.