Hace muchos años los clubes cívicos de la ciudad de Panamá, alarmados por la tremenda falta de valores que se estaba presentando en la sociedad panameña, deciden la creación de un grupo que les permitiera aunar esfuerzos para desarrollar una campaña para el “rescate y fortalecimiento de los valores cívicos y morales”.
Desde entonces la Comisión Nacional Pro Valores Cívicos y Morales ha promovido la educación en valores en medios de comunicación, escuelas primarias y secundarias, universidades, empresas e instituciones del Estado.
Pero, ¿qué significa “hablar de valores”? Si cada uno de ustedes escoge un problema que azote nuestro querido Panamá, y les garantizo que en su raíz o base, encontrarán una falta de algún valor. Esto nos quiere decir que la ausencia de valores está tomando demasiada fuerza entre nuestras comunidades y esto es preocupante, pues una sociedad que vive sin valores está condenada a terminar mal, agobiada por la violencia, la pobreza y la intolerancia.
Los clubes cívicos, en todo el país, somos ese faro que debe guiar el nuevo barco que trae buenas noticias de esperanza y prosperidad, pero con base en fuertes principios democráticos y valores cívicos, éticos y morales. Para ello, hemos estado trabajando en alianzas con otras organizaciones que comparten las mismas preocupaciones que nosotros y que están dispuestas a marcar una diferencia entre la población.
Queremos que el respeto, la tolerancia, la honestidad, la puntualidad, la solidaridad, la dignidad, el respeto por el medioambiente y la igualdad, solo para mencionar algunos, sean las guías sobre las cuales enmarcamos nuestro comportamiento. Que desaparezcan de nuestra idiosincrasia, antivalores como el “juega vivo”, la sinvergüenzura y el irrespeto que predominan en algunos negocios, fiestas populares, música, instituciones educativas y en algunas entidades gubernamentales.
Los grandes países que han superado la mediocridad no lo han hecho por tener grandes extensiones de terreno ni por sus recursos naturales y ni siquiera por sus grandes negocios, lo han logrado porque han invertido en la educación de sus ciudadanos; y no solo en la educación formal, sino en la educación no formal, principalmente la educación en valores.
Es el momento de tomar control del rumbo por el cual queremos que navegue ese bello barco que llamamos Panamá. Ese pedacito de tierra que une el norte con el sur. Donde dos mares se unen y el cual vio nacer o crecer a muchos de los que aquí vivimos. No queremos regresar a viejas experiencias que tan malos recuerdos nos evocan.
No queremos que los antivalores sean los que predominen e impartan una mala educación a nuestros niños y jóvenes, en quienes depositamos muestra confianza para que sepan conducirnos a puerto un próspero y seguro. Es hora que se desaparezca el “qué hay pa´mí” del léxico del ciudadano común y de la compra de conciencias por algunos de los políticos criollos.
Queremos un Panamá fuerte, sano y lleno de valores, donde todos convivamos bajo el paraguas del respeto. Claro que es posible, pero solo lo lograremos con el trabajo y esfuerzo conjunto de todos los que amamos y vivimos en nuestro “Puente del Mundo y Corazón del Universo”.