Al panameño, como dicen por allí, de forma vulgar, le gusta el show mediático; esto incluye los chismes, rumores, escándalos, farándula, etcétera. Esto es lo que pareciera nos hace detenernos en la calle y comprar un periódico para leerlo, oír la radio o ver la pantalla de la TV. Hay una especie de fanatismo hacia lo malo, lo sensacional, dejando atrás las noticias positivas, como la de aquel joven que buscaba cobrar su liquidación y le depositaron dinero de más en su cuenta y decidió, de manera honesta, regresarlo. ¿Por qué esta noticia no tuvo lugar en la portada de ningún periódico?, ¿por qué es más importante saber quién es la nueva conquista de un miembro de la farándula?, ¿por qué es más importante la fiesta de “la polla” en la 24 de Diciembre?
Tratando de responder a estas interrogantes, como estudiante de publicidad puedo decir que los medios buscan captar el interés del espectador y como lo que vende es lo malo, allá va la sangre, la droga, los robos, los accidentes. Es por eso que en los titulares, portadas, etc., solo vemos noticias negativas. Los medios han creado una cultura distorsionada y el gobierno y la empresa privada hacen poco para cambiar eso que ya se ha hecho costumbre. Surge así la interrogante principal: ¿por qué le damos más protagonismo a las noticias negativas?
Podemos empezar diciendo que nuestra sociedad ha dejado atrás la importancia de los valores universales, el interés por instruirnos, el hábito de la lectura. Estamos inmersos en lo que dice la internet, en las redes sociales, que en su gran mayoría promueve lo negativo, tanto, que lo primero que hacemos al levantarnos es revisar Instagram, Facebook, Twitter, etcétera.
Hemos dejado el hábito de la lectura; ya no sabemos de la satisfacción que se siente al devorarse un buen libro, sentir las páginas en nuestros dedos bajo el dulce sonido que emite cada pasada; ahora solo leemos rápido sin retener o siquiera llegar a digerir algo de lo que aquel autor con tanta pasión plasmó en esas páginas, aburriéndonos en tan solo un pequeño párrafo.
El ser humano se adapta y por lo tanto el cerebro se acostumbra a lo que hace con frecuencia, y si lo que hacemos no es para instruirnos, es inevitable pensar que todo está mal, que todo es negativo, que no hay nada bueno que resaltar en el mundo. Nos desconectamos de la realidad, viviendo algo totalmente distinto, creyendo que lo que vemos en internet es cierto. La ola de la tecnología mal utilizada nos está consumiendo; hemos perdido la capacidad de analizar lo que estamos viendo o leyendo.
Empecemos a invertir nuestro tiempo para instruirnos, recuperar nuestros valores, y de esta manera dejaremos de ser ignorantes. Demos mayor relevancia a las cosas buenas que suceden, al punto de formar un impacto social tan positivo en la sociedad que no habrá espacios para que lo negativo se apodere de las principales fuentes de comunicación de nuestro hermoso país.
La autora es estudiante de licenciatura en Publicidad de la Universidad de Panamá.