Durante la pasada Conferencia de las Naciones Unidas sobre Vivienda y Desarrollo Urbano Sostenible (Hábitat III), celebrada en Quito, Ecuador, los participantes –entre ellos nuestras autoridades– se comprometieron a adoptar la “Nueva Agenda Urbana” que, entre otras cosas, nos obliga a: “proporcionar servicios básicos para todos los ciudadanos; garantizar que todos los ciudadanos tengan acceso a la igualdad de oportunidades y libre de discriminación; promover medidas en apoyo de ciudades más limpias; promover espacios públicos seguros, accesibles y ecológicos…”.
Ante el optimista contexto que nos proporciona “otro foro más”, decidí manifestar, con preocupación y en calidad de ciudadano, algunas inquietudes para llamar la atención de los que vivimos en la ciudad capital, con la esperanza de que nos unamos para hacer que alcance las características de una urbe sana y solidaria, de lo contrario pagaremos las consecuencias.
El primer reto es “vencer la apatía” que nos caracteriza y participar en la búsqueda de soluciones. Muchos panameños no participan porque creen que tienen su problema económico resuelto. Viven felices su utopía, aparentando y disfrutando las comodidades de la vida fácil que ofrece Panamá para los que tienen un salario medio aceptable y están dispuestos a endeudarse…
Directamente relacionada con esta actitud está la indiferencia frente a la problemática que todos percibimos a diario, que es parte de nuestras vidas y a la que ya estamos “acostumbrados”; hablo de la falta de planificación urbana, con la bendición de nuestra autoridades; el imperio de la anarquía de la ley del más vivo y el más fuerte, ante la ausencia absoluta de la fuerza policial que debería existir para poner orden y ayudarnos, en vez de limitarse a poner “retenes” los viernes y días de pago; la inseguridad que percibimos como principal problema, incluso sobre temas como agua potable, salud, desempleo y costo de la vida; nuestro ineficiente sistema de transporte público, que no mejora la calidad de vida de las 700 mil personas que, de acuerdo con cifras oficiales, utilizan a diario este medio; la acumulación de basura de todo tipo en las calles –en especial en los corregimientos pobres–, que empeora con la llegada de las lluvias, haciendo frecuentes las inundaciones por la acumulación de desperdicios en el cauce de ríos. Y aunque tenemos abundantes, bellas y envidiables zonas verdes, trate usted de llegar a un parque o a la cinta costera. Tiene que salir de su oficina o de su casa dispuesto a pasar una hora en el “tranque”, estresándose, enfermándose y sufriendo toda clase de abusos e improperios. Al final nos conformamos con los centros comerciales, donde perdemos nuestra identidad y practicamos el consumismo desenfrenado, para rendirle tributo a la superficialidad y la vanidad.
No menos importante es el tema de la desigualdad y problemas asociados, que deberían obligar a la Alcaldía a redoblar esfuerzos en los territorios más postergados del distrito. Según el Ministerio de Economía y Finanzas, a pesar de los avances en el combate a la pobreza, aún hay agudas disparidades en el distrito capital. El 58% de la población habita en corregimientos donde los niveles de pobreza superan en promedio el 30%. Allí, donde los problemas señalados son más intensos y abundantes. Por otro lado, solo el 18% de la población del distrito habita en aquellos en los que la pobreza llega apenas al 4%.
El presupuesto de la Alcaldía de Panamá aumentó de $126 millones, en 2015, a $267 millones solicitados para 2017. Es decir, que en cinco años de gestión, si mantienen la tendencia, habrá manejado una suma cercana a los mil millones de dólares, cifra suficiente para darle respuesta exitosa, junto a otras instancias gubernamentales, a la problemática capitalina, siempre y cuando se maneje de forma equitativa, eficiente, transparente y sin favoritismos de ninguna índole.
Con este fin, la Alcaldía presentó el plan para el área metropolitana titulado Plan de Acción Panamá Metropolitana: Sostenible, Humana y Global. Tiene tres líneas estratégicas: 1. Movilidad y transporte; desigualdad urbana y uso del suelo, y vulnerabilidad a desastres naturales; 2. Agua, saneamiento, drenaje, y gestión de residuos sólidos; y 3. Modernización de la gestión municipal, a través de cuatro ejes: Mejoras en la gestión de procesos; mejoras en la participación ciudadana y transparencia municipal; nuevas herramientas fiscales, y preparación para la descentralización.
Tiene tres años para demostrar la buena utilización de los recursos y los cambios necesarios que esperamos. Amanecerá y veremos…