La revista Nature se ha hecho eco del hallazgo de núcleos y lascas de piedra, probable fruto de un trabajo de talla, en el yacimiento de Lomekwi situado en la orilla oeste del lago Turkana (Kenia). El asunto no tendría mayor trascendencia de no ser por la edad de los terrenos: 3.3 millones de años, es decir, mucho más antiguos que el Homo habilis, ancestro de nuestra especie al que se consideraba hasta ahora autor de las primeras herramientas de piedra, y que apareció hace 2.5 millones de años.
Parece que fueron humanos aún más antiguos (homininos, en jerga técnica) los responsables de estos útiles recién hallados que Sonia Harmand, investigadora de la universidad de Stony Brook (Nueva York, Estados Unidos), acaba de presentar en la reunión de la Paleoanthropological Society en San Francisco del 14 de abril de este año.
Tenía que suceder pronto o tarde. La idea de que el linaje humano no usaba herramienta alguna y luego, de pronto, se puso a tallarlas es absurda sin más. Los chimpancés utilizan palos y piedras como útiles para obtener alimento, ¿por qué no habrían de hacerlo los australopitecos, antecesores inmediatos del género Homo? Pero usar piedras como martillos para abrir, por ejemplo, nueces, lleva a que se desprendan lascas cada vez que se falla un golpe y se rompe el instrumento de percusión o el yunque –también de piedra– sobre el que está la nuez.
Julio Mercader, del departamento de Arqueología de la universidad de Calgary (Canadá) y sus colaboradores han encontrado restos de núcleos y lascas que se parecen mucho a las hechas por los primeros Homo pero sus autores son chimpancés de hace 4 mil 300 años. Ya digo: pronto o tarde tenían que aparecer las relacionadas con los australopitecos.
Habrá que esperar a que Harmand y sus colaboradores publiquen el trabajo sobre la industria a la que ya han puesto nombre: Lomekwian (Oldowan se llama, en inglés, por el yacimiento de Olduvai, Tanzania, la tenida por más antigua hasta ahora). De momento, la investigadora apunta que los núcleos son enormes, de cerca de 15 kilogramos; algo sorprendente habida cuenta de que un australopiteco apenas medía poco más de un metro de altura. ¿Cómo habría manejado piedras tan grandes? ¿Y con qué propósito?
Adivinar la función de los útiles de piedra siempre es un tanto arriesgado. Durante mucho tiempo se pensó que eran los núcleos de Olduvai los que servirían de hachas hasta que los especialistas se fijaron en las humildes lascas y les atribuyeron el papel de cuchillos para descarnar las carcasas de animales muertos por los predadores que luego los homininos aprovecharían. Pero qué duda cabe de que para acceder al tuétano de los huesos grandes que los leones, leopardos y hienas no pueden romper con sus dientes se utilizarían núcleos.
Con la salvedad de que ni nosotros mismos podríamos manejar una piedra de 15 kilos con ese propósito. Lo dicho: aguardemos a que se publique el trabajo. Y a que salgan herramientas aun más antiguas, que saldrán.