La tecnología es la herramienta por excelencia para disminuir distancias y romper barreras sociales. La gran interrogante es cómo lograr su uso eficaz, frente a las dispares realidades educativas de nuestro país, donde un niño que vive en Costa del Este tiene acceso a una mejor calidad de educación versus un chico oriundo de las comarcas.
El acceso al internet es indispensable para disminuir la brecha educativa que existe en Panamá, uno de los países más desiguales de Latinoamérica y del mundo. Es crucial que, como política de Estado, se asuman los objetivos de desarrollo sostenible para 2030, en especial, el acceso a educación de calidad para todos. La desigualdad se hace más evidente porque los actores de nuestro sistema educativo se benefician de herramientas digitales de enseñanza en zonas urbanas, mientras que los chicos en áreas de difícil acceso que no tienen conectividad al internet, les es imposible aprovechar su potencial.
Tampoco es suficiente capacitar a nuestros docentes en el uso de herramientas digitales. Debe ser utilizada como la tiza y el tablero, pues contextualiza el aprendizaje al entorno en el que nos desenvolvemos los jóvenes. Es hacer de la tecnología una herramienta para optimizar la misión del docente en la formación integral de sus estudiantes, como instrumento que coadyuva al acceso al conocimiento de punta en tiempo real y a la puesta en práctica de técnicas de aprendizaje efectivo.
La escuela también debe proveer espacios para aprender programación, uso y aprovechamiento de herramientas de vanguardia. El currículo académico incluye materias como Tecnología en los tres últimos años de la educación básica general y programación de computadoras en el Bachillerato en Tecnología. ¿Es suficiente lo que ofrece la educación formal? Los jóvenes debemos explorar el potencial de la tecnología a fin de hacer nuestro entorno y circunstancias socioeconómicas, irrelevantes. No es usar una app lo que interesa: la idea es que nosotros, los jóvenes, tengamos la capacidad para diseñarlo.
La tecnología no es una varita mágica. Debemos saberla usar y sacarle el mejor provecho. No se trata solo de utilizar el internet o estar activo en las redes sociales. Si quieres ser autodidacta, hay plataformas de contenido educativo de origen internacional como aprende.org, una iniciativa de la Fundación Carlos Slim, que incluye áreas como: Educación y Cultura, Capacítate para el Empleo y Salud. Esta plataforma se ofrece de manera gratuita en escuelas oficiales que participan en el Programa Mi Escuela Primero.
Plataformas de acceso gratuito como Ayudinga han sido desarrolladas por jóvenes panameños. Se enfocan directamente en un contenido educativo-científico en matemática, física y química con novedosas metodologías de Enseñanza-Aprendizaje. Lo lamentable es que solo el 5% de visitas a la plataforma son de Panamá. La pregunta a hacerse es si la juventud tiene claro las poderosas herramientas a su disposición que pueden transformar sus alternativas de aprendizaje, independientemente del lugar donde nacen o estudian.
Confiamos que iniciativas como el Hackatón EdTech, producto de la alianza estratégica entre la Fundación Cable & Wireless y Jóvenes Unidos por la Educación, cuyo primer reto será desarrollar una app que brinde una alternativa de solución a un problema educativo en áreas de difícil acceso, sea la primera de muchas iniciativas para fomentar la equidad educativa en Panamá.
La tecnología tiene el potencial de convertirse en un nivelador social que influya en las actuales y futuras generaciones a través del desarrollo de innovadoras soluciones educativas. Como jóvenes que vivimos en un mundo globalizado, podemos compartir conocimientos y acortar distancias, intercambiar opiniones y producir estrategias que hagan irrelevante dónde nacemos, pero sí, estratégico, qué uso le damos a la tecnología. ¿Estamos preparados?
El autor es miembro de Jóvenes Unidos por la Educación.