¿Qué tal salvar a más de 14 millones de recién nacidos en el año 2030? Es una cifra bastante atractiva, que el autor de un nuevo análisis realizado para el Copenhagen Consensus, no solo considera alcanzable sino también muy redituable. Günther Fink, de la Escuela de Salud Pública de Harvard, es uno de los más de 60 economistas expertos al que mi grupo de profesionales le ha solicitado que argumente a favor de una amplia gama de objetivos clave que los gobiernos del mundo y la ONU están debatiendo.
¿Es realmente posible hacer una diferencia tan dramática para la supervivencia de los recién nacidos? La experiencia pasada sugeriría que lo es. Cifras de la ONU indican que casi 18 millones de niños alrededor del mundo murieron antes de alcanzar la edad de cinco años en 1970, mientras que en 2013 esa cifra se había reducido a algo más de seis millones. Por supuesto que esto sigue siendo demasiado alto pero es, sin embargo, una cifra muy impresionante, más aún cuando nos damos cuenta de que el número de nacimientos por año se ha incrementado durante esos 40 años. En 1990, casi 2 mil niños murieron en Panamá anualmente antes de cumplir cinco años. Hoy, ese número se redujo a mil.
El problema es que cuanto más progreso se logra, más difícil es alcanzar los objetivos restantes. Gran parte del progreso en el control de la mortalidad infantil, desde 1970 se ha concentrado en áreas tales como el control de las enfermedades infecciosas, y la mejora de la nutrición. Los avances en estas áreas deben y seguirán ocurriendo, pero esto no será tan rápido como antes. Es un pensamiento aleccionador que, con la tasa de natalidad actual, la mortalidad de los menores de cinco años sea aún superior a cuatro millones al año, incluso si se erradicaran todas las enfermedades infecciosas. Uno de los mayores retos de cara al futuro será proporcionar una atención de alta calidad a los recién nacidos, sobre todo a los nacidos muy prematuros y con bajo peso neonatal. Las muertes en los primeros siete días después del nacimiento representan prácticamente un tercio de todas las muertes de los menores de cinco años, y el nacimiento prematuro es la principal causa, representando la mitad de ellas.
Además de los peligros de la prematurez, las complicaciones del parto y la septicemia son causas importantes de muerte de los bebés pequeños. El cuidado adecuado puede tener un impacto muy grande, pero cuesta dinero construir más clínicas, y capacitar y pagar a más médicos y enfermeras: alrededor de $14 mil millones al año para alcanzar el objetivo de una reducción del 70% en las muertes neonatales, según estimaciones. Eso parece mucho, pero los beneficios son superiores en más de $120 mil millones anuales. Por cada dólar gastado, ayudaremos a un recién nacido en el mundo con $9.
Reducir la mortalidad infantil no es el único objetivo bueno, por supuesto. Un objetivo que llama mucho la atención es el acceso a la anticoncepción, que permite a las mujeres tener hijos cuando ellas consideran que es el momento adecuado; eso les da mejores perspectivas de empleo, y les permite invertir más en el futuro de sus hijos. Un dólar gastado en esto podría rendir tal vez 120 veces.
Pero mientras que la planificación familiar es preeminente, hay otras buenas maneras para que la comunidad internacional invierta en la salud de las mujeres. El cuarto tipo de cáncer más común entre las mujeres a nivel mundial es el cáncer de cuello uterino, con medio millón de casos diagnosticados cada año y más de 200 mil muertes. El 85% de los casos ocurre en el mundo en desarrollo, donde en realidad es el segundo cáncer más mortífero entre las mujeres, después del cáncer de mama.
Afortunadamente, muchos de estos casos son prevenibles, porque casi todos están asociados con una infección viral, y la vacuna está disponible. La vacuna es más cara que la mayoría, y se necesitan tres dosis pero en total, un esquema de tratamiento en los países en desarrollo costaría $25 por niña. La vacunación del 70% de las niñas en una cohorte de casi todo el mundo en desarrollo, costaría alrededor de $400 millones, y salvaría a 274 mil mujeres de morir por cáncer de cuello uterino. Por cada dólar que se gasta, haríamos más de tres dólares de beneficio.
La salud está en la agenda de todos, pero los costos cada vez mayores de los países ricos demuestran que no hay respuestas fáciles. Elegir los mejores objetivos para que sean apoyados por la comunidad internacional de aquí a 2030, va a ser muy importante si vamos a hacer el mayor beneficio con los recursos disponibles. Lidiar con las muertes neonatales y el cáncer cervical podrían ser dos de los objetivos inteligentes que deberíamos elegir.