Nélida Gómez es una panameña que, ya sea desde la ciencia o desde los negocios, apuesta por la innovación.
Ella es una científica que dejó en 2013 la investigación en ecología química para sumergirse en un nuevo quehacer: la comercialización del conocimiento, una estrategia que busca elevar los índices de innovación de un país.
Luego de culminar un doctorado en ecología química en la Universidad Técnica de Brunswick, en Alemania, entre otros estudios, y de haber sido investigadora del Instituto Smithsonian Tropical Research Institute, decidió mudarse a Australia para cursar una maestría en gerencia de tecnología e innovación en la Universidad de Queensland.
Así, desde su regreso a Panamá en agosto de 2015, funge como consultora en temas de comercialización del conocimiento, con lo que busca estimular el emprendimiento y la creación de nuevos negocios (startups), y al mismo tiempo poner al país y al quehacer en innovación en el mapa mundial.
Dato
Según Gómez, con la comercialización del conocimiento y con la creación de vínculos entre los diferentes protagonistas, se genera innovación, riqueza y se fortalece el desarrollo económico. Y Panamá tiene el potencial para ello, piensa.
“Panamá ha apostado y sigue apostando a la innovación. Ahora, la innovación es un concepto que hay que aterrizar con tecnologías patentables y/o comercializables, y además, exportables, así como con procesos que lleven a las empresas o industrias a un nivel elevado de competitividad y sostenibilidad que incluya también aspectos de impacto ambiental, no solo financieros. Hay también que diferenciar entre los emprendimientos de necesidad y de oportunidad, así como el tipo de oportunidad, si es en el ámbito digital (software), ingenieril o científico”, argumenta.
En Panamá los emprendimientos y la creación de startups se dan principalmente en el ámbito digital debido a que la inversión inicial es bajo a moderada y a la rapidez para generar un producto mínimo viable, de tal forma que se puede conocer si va o no, menciona Gómez.
Por otro lado, señala que en el ámbito científico generalmente los emprendimientos necesitan alguna forma de protección de propiedad intelectual, y de las pruebas de concepto antes de desarrollar un producto mínimo viable las cuales suelen ser costosas y toman tiempo.
En el ámbito ingenieril, explica, hay más flexibilidad porque una persona puede idear una tecnología patentable sin necesidad de alguna prueba de concepto, y de hecho la puede patentar.
Y apunta: “Independientemente del ámbito, emprender y crear startups implica riesgos de diversos tipos y una tasa de fracaso que, en otras regiones del mundo, oscila entre 75% a 90%. Es decir, es muy normal y común, 'fracasar' en el mundo de la innovación, sin que eso signifique que no se puedan tener estrategias para potenciar nuestro ecosistema de innovación".
El conocimiento hecho negocio
Nélida Gómez es una panameña que luego de dedicarse a la investigación en en ecología química, hoy continúa inmersa en la innovación, pero ahora como especialista en temas vinculados con el impulso del emprendimiento.
Para ella, tanto para innovar en el ámbito científico así como en el de los negocios, se necesita creatividad e ingenio, valentía, tenacidad y visión para seguir moviéndose hacia la meta.
En una entrevista a este medio, Gómez brinda detalles sobre su faceta como científica, así como especialista en comercialización de conocimiento.
¿En qué consiste la ecología química, qué es lo que más disfrutó de trabajar en ella y qué hallazgo suyo destacaría en esta área?
La ecología química consiste en el estudio de las interrelaciones químicas entre seres vivos. En mi caso, me concentré en las plantas, los insectos que se las comen y los depredadores de esos insectos. Es un mundo prácticamente invisible de olores y sabores, de atracción y repelencia.
Las plantas físicamente están ancladas en la tierra, no corren ni gritan, pero envían señales químicas de muchos tipos para atraer a polinizadores hasta repeler a enemigos o enviar una llamada de ayuda a los depredadores o de aviso a plantas de la misma especie.
Lo que más disfruté mientras me dediqué a la investigación fue darme cuenta de la maravilla del mundo natural. Durante mis experimentos de campo, me podía quedar horas observando cómo los insectos se comportaban, con una curiosidad cada vez más creciente.
Me siento orgullosa de haber sido invitada al Instituto Max Planck de Ecología Química en Jena, Alemania, para realizar una estancia de investigación en 2003 en un proyecto pionero de polímeros naturales. Así mismo, me siento satisfecha de haber cultivado la curiosidad por la ecología química en varios estudiantes de química y biología, de los cuales 10 fueron chicas que hicieron sus tesis de licenciatura bajo mi supervisión.
¿Desde hace cuánto tiempo se dedica a los temas vinculados con la comercialización del conocimiento?
Me dedico a este campo desde 2014 cuando ingresé a la Escuela de Negocios de la Universidad de Queensland, Australia, en una maestría en Gerencia de Innovación y Tecnología. Trabajé en ese país en la empresa de comercialización de la universidad y en una empresa de biotecnología en el Parque Tecnológico de Brisbane.
Además, hice un estudio sobre las mejores prácticas en comercialización del conocimiento en países o regiones con sistemas de innovación exitosos acompañado de un análisis del sistema de innovación panameño, de dónde y cómo esas mejores prácticas podrían ser adaptadas, implantadas, ejecutadas y, eventualmente, adoptadas.
¿Cómo define la comercialización del conocimiento?
Una definición académica de la comercialización del conocimiento (research commercialisation) sería la transformación sistemática y estratégica del conocimiento en productos y servicios con el fin de que lleguen a un mercado.
La innovación es el paso final de ese proceso de comercialización; es decir, cuando esos bienes y servicios se consumen en un mercado.
En otras definiciones se considera la comercialización del conocimiento dentro de las actividades de transferencia de tecnología.
¿Cuál es el valor que cobra la misma?
El valor de esta transformación es la innovación misma. El proceso de transformación del conocimiento desde la generación de patentes hasta su comercialización es una de las buenas prácticas en los sistemas de innovación de economías avanzadas y en economías emergentes en Asia.
Algunos países son más fuertes que otros a través de toda cadena de valor de dicha transformación o solo en algunos segmentos.
Por ejemplo, Australia es fuerte en la generación de tecnologías patentables, pero débil en su comercialización por el sentido bajo de riesgo en las inversiones, aunque esta situación ha cambiado con el presente gobierno.
América Latina es débil en todos los segmentos del proceso de transformación, con la excepción de Brasil en nichos específicos del mercado, por ejemplo, el aeronáutico.
Comparativamente dentro de la región latinoamericana, los indicadores del número de publicaciones científicas indican que la ciencia en Panamá es buena.
Sin embargo, otros indicadores como el número de patentes por habitantes, o la exportación de tecnologías, o la inversión de la empresa privada en innovación, nos pone muy por debajo de muchos países.
Entonces, Panamá podría beneficiarse de algunas de las buenas prácticas al adaptarlas, probarlas y eventualmente adoptarlas como parte de su ecosistema de innovación. Para ello se necesita el compromiso de muchos porque monetizar el ingenio y capital intelectual de Panamá debe ser parte integral de la agenda de Estado a largo plazo.
¿Considera que en Panamá se requiere una estrategia orientada a elevar los índices de innovación, en este sentido?
Considero que se requieren estrategias orientadas en elevar los índices de innovación y es una labor coordinada entre muchas entidades.
Por ejemplo, el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) ha seleccionado a Panamá como una de las tres áreas geográficas para llevar a cabo un programa piloto con la Universidad Tecnológica de Panamá (UTP), que tiene como objetivo fortalecer su capacidad institucional en términos de innovación tecnológica patentable desde la creación de cursos electivos, mejoramiento de la gestión de transferencia de tecnología y comercialización hasta el desarrollo de patentes ingenieriles.
Usando el Método CAF para el Desarrollo Acelerado de Patentes, en un periodo de cuatro meses, los docentes y estudiantes de la UTP han generado 64 solicitudes de patentes ingenieriles que están siendo sometidas en estos momentos a la revisión requerida para registrarse en la oficina de patentes tanto nacional como internacional.
Solo este ejercicio podría colocar a Panamá y a la UTP en los primeros puestos en los indicadores de innovación de patentes aprobadas, por ejemplo, en el Global Innovation Index, al nivel de economías avanzadas y de universidades mundialmente prestigiosas, respectivamente. Se está planificando un maratón nacional de patentes con el Método CAF y la participación de 100 personas con la expectativa de tener 100 solicitudes de patente, una por persona. En otras palabras, con esta buena y nueva práctica que está siendo adaptada, Panamá sería el pionero en romper mitos y paradigmas sobre la innovación en países latinoamericanos, colocando al país en una posición privilegiada que haría historia en todo el mundo.
Ello supone una serie de acciones e inversiones, primero para llevar y luego para mantener al país en esa posición de manera sostenida.
También se crean expectativas sobre la capacidad institucional no solo a nivel gubernamental sino también institucional, en caso de las universidades, para asegurar procesos ágiles y transparentes que faciliten y garanticen el registro y el financiamiento de las patentes, y eventualmente las pruebas de concepto, la transferencia de los derechos y comercialización de las patentes con más potencial.