Un equipo de investigadores afiliados al Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología (Indicasat) describió el genoma completo del parásito Leishmania panamensis, causante de la leishmaniasis en Panamá, una enfermedad asociada a la pobreza y que afecta principalmente a personas en áreas rurales, sobre todo, niños.
En Panamá, se estima que muchos pacientes no reportan la enfermedad, es decir, hay un subregistro. El vector del parásito es una chitra y los perezosos son reservorios.
Hay genomas ya descritos de otras especies similares del parásito, como L. braziliensis, pero este es el primer genoma del género Leishmania que es secuenciado a este nivel en un instituto de un país pequeño, y no por un gran consorcio internacional.
Alejandro Llanes, bioquímico y estudiante del doctorado en biotecnología en Indicasat, detalla que la bioinformática –la aplicación de la computación a la búsqueda de soluciones a problemas biológicos– ha sido fundamental para la secuenciación del genoma del L. panamensis.
El proyecto, que permite conocer más de la biología de este parásito y tener mejores herramientas para la vigilancia epidemiológica, comenzó a finales de 2011, y recibió financiamiento y apoyo de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, la Universidad Acharya Nagarjuna de la India y del empresario Arturo Melo.
El genoma del Leishmania contiene más de 8 mil genes, de los cuales solo se conoce su función en el organismo de un 40%. Para secuenciarlo y describir sus características en detalle, el equipo armó un cluster de computación paralela, con ocho computadoras que suman su poder de procesamiento, y que constituye un valor agregado del estudio, pues esta estación de trabajo estará disponible para otros investigadores.
Solo la obtención de los datos de secuenciación tiene un costo de alrededor de 60 mil dólares y el equipo informático, de unos 15 mil dólares.
El doctor Ricardo Lleonart expresa que el genoma ya está accesible para los investigadores de todo el mundo, a través de la base de datos de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH).
Actualmente, los antimoniales que se emplean para tratar la leishmaniasis cutánea tienen problemas de toxicidad y efectos secundarios, son antiguos y el parásito está empezando a desarrollar resistencia, y hay gran cantidad de casos que no resuelven.
Por otro lado, como indica Lleonart, está aumentando la incidencia de la enfermedad porque las poblaciones humanas se están adentrando cada vez más en zonas boscosas.
Otro problema es que aproximadamente un 5% de pacientes desarrolla leishmaniasis mucocutánea, que puede tener efectos deformantes en la cara, en las mucosas de la nariz y boca.
Con este genoma de referencia se pueden empezar otros estudios, como el de la resistencia del parásito a los fármacos actuales. Por otro lado, no todas las personas picadas por chitras infectadas se enferman y no se conoce por qué. Este tipo de trabajo permitiría investigar esa resistencia en algunos individuos, qué les confiere protección, e identificar nuevos blancos para crear vacunas y drogas.