El cáncer es una de las principales causas de muerte en el mundo y Panamá no escapa a esa realidad. Como en otros países en vías de desarrollo, hay factores de riesgo asociados a la nutrición, comportamiento y cambios ambientales, los cuales siguen aumentando.
Un estudio publicado en el journal Medicine (Volumen 94, edición #24, junio 2015), titulado Trend Analysis of Cancer Mortality and Incidence in Panama, Using Joinpoint Regression Analysis, presenta por primera vez las tendencias observadas durante una década en Panamá en relación con la incidencia y mortalidad por cáncer obtenidas con la metodología de análisis de regresión. Los datos examinados son las estadísticas del Registro Nacional de Cáncer, del Instituto Oncológico Nacional y del departamento de estadística y censo de la Contraloría General de la República.
SOBRE EL ESTUDIO
ALGUNOS HALLAZGOS
En la investigación se utilizaron las cifras de mortalidad por cáncer de la Contraloría del periodo entre 2001 y 2011, y de la incidencia de cáncer entre 2000 y 2009, del Registro Nacional de Cáncer. En general, se vio una tendencia de disminución de la mortalidad por cáncer en una década, aunque en el cáncer de mama y el de ovario no fue así. El mayor aumento en la incidencia se observó en los cánceres de mama, hígado y próstata.
El doctor Jorge Motta, director de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, uno de los autores, explica que a pesar de la debilidad de la información estadística se ven “cosas interesantes”. La primera es que el cáncer de próstata aumenta en incidencia (número de casos nuevos), lo que podría atribuirse a que la población vive más tiempo y a que se diagnostica más (en los últimos años se han reforzado campañas de prevención para que más hombres se hagan las pruebas de PSA y tacto rectal). “Lo que nos dice la incidencia es que tenemos un mejor mecanismo de detección”. Lo que aún no está claro totalmente o con certeza es por qué decrece la mortalidad. “Podría ser que tenemos mejores tratamientos y que se está encontrando a edades más tempranas”. Esto aumenta las posibilidades de sobrevivir.
La segunda observación que hace Motta es que la mortalidad por cáncer cérvico-uterino está descendiendo, pese a la gran cantidad de virus de papiloma humano (VPH) que existen y algunos de estos están asociados a este tipo de cáncer. En ese sentido, Motta considera que las mujeres están más conscientes de la importancia de hacerse el examen de Papanicolau, una medida que potencialmente ayuda a salvar de un cáncer invasor.
Otro detalle es que la mortalidad por este cáncer ya estaba bajando antes de que se empezara a aplicar en el país la vacuna contra el VPH. “Lo que pudiéramos empezar a ver en el tiempo es que la incidencia de las cepas malignas del VPH también caería con la vacuna, o sea, sería un arma extra. Con la vacuna y el seguimiento con el médico, tendríamos a este cáncer prácticamente contra la pared”.
En el caso del cáncer de mama, Panamá sigue patrones de países no desarrollados en cuanto a la mortalidad. “Vemos mayor incidencia (porque hay más tamizaje), pero la mortalidad va subiendo”, dice Motta.
Al margen de la controversia que ha existido por años sobre la efectividad de las mamografías, Motta destaca que en las provincias y áreas remotas el acceso a una mamografía no es tan fácil, y cuando se hace un diagnóstico tarde, cuando ya la mujer tiene metástasis, la probabilidad de sobrevivencia se reduce. “Creo que es un efecto de inequidad y diagnóstico tardío”.
Al respecto, el oncólogo médico Juan Pablo Barés, presidente de Fundacáncer y otro de los autores de este trabajo, señala que faltan más datos para investigar a fondo el cáncer de mama. “No tenemos elementos importantes, por ejemplo, ¿cuántos pacientes de cáncer de mama, en diferentes estadios, se han detectado en el país? Tenemos un subregistro”.“Contamos con las mismas herramientas de tratamiento de países desarrollados, en Panamá hay excelentes cirujanos, oncólogos médicos, radiooncólogos, medicinas, etc., ¿por qué no vemos una reducción en la mortalidad?
Uno de los aspectos que resalta, y en eso coincide con Motta, es que no todas las pacientes tienen el mismo acceso a la tecnología de diagnóstico. “En Panamá no en todos los lugares hay mamógrafos. No en todos los lugares donde los hay se encuentra un especialista para interpretar las mamografías. Y no en todos los lugares se le puede hacer una biopsia expedita a las pacientes. Puede tomar un mes, tres meses. Todo esto afecta el diagnóstico”.
A futuro, con más y mejores datos, se podría investigar otros aspectos, por ejemplo, la alta incidencia de cáncer de próstata asociada a los pobladores afrodescendientes en el país.
EL REGISTRO NACIONAL
El Registro Nacional de Cáncer busca conocer no solo la magnitud del problema, y los diagnósticos, sino también la distribución, por edad, áreas geográficas, etc. y sirve de base para planificar y diseñar proyectos, e implementar políticas de salud pública. También para hacer investigaciones básicas, clínicas y epidemiológicas, explica el doctor Julio Santamaría, asesor del despacho superior del Ministerio de Salud de Panamá (Minsa).
En 1964 el doctor Plinio Valdés comenzó a llevar el Registro Nacional de Cáncer en forma bastante artesanal y por ende, con gran cantidad de debilidades. A lo largo de los años se ha mejorado y actualmente es parte de la Dirección de Planificación del Minsa.
“Un registro nacional no solo debe recoger y almacenar datos, sino también procesarlos. Nuestro registro no está completo. Aún le falta poder ingresar todos los diagnósticos del país. Hay una falta de captura de datos de hospitales privados, poblaciones indígenas y rurales. Entre 2010 y 2011 se hizo una consultoría para mejorarlo. Se automatizó, se subió al sitio web del Minsa, se creó un manual de procedimiento, pero no se continuó con el desarrollo”, agrega el Dr. Santamaría. "Queremos poder procesar y analizar los datos para hacer estudios como el que hizo el ICGES en conjunto con el Minsa y Fundacáncer con una herramienta (software) que se usa en Estados Unidos".
Para mejorar las estadísticas
El Registro Nacional tiene un software que recoge la información poblacional de los centros hospitalarios del país y clínicas privadas y no privadas que reportan el diagnóstico patológico de los pacientes. Los datos de mortalidad los aporta la Contraloría. Pero le faltan algunos módulos para validar y filtrar la base de datos para evitar diagnósticos repetidos, lo mismo para defunciones. Se estima que se requiere entre 50 mil a 60 mil dólares para mejorar el software actual del registro.
“En Panamá todavía tenemos sesgos. No todos registramos apropiadamente los datos de cáncer en cuanto a incidencia y mortalidad. Se requiere educar más al personal médico y en cómo cerrar un expediente clínico o de defunción”, agrega Barés. “No hacemos nada con números fríos si no los interpretamos. Hay que darle continuidad a las iniciativas para mejorar el Registro Nacional del Cáncer. Este trabajo creo que ha sido un paso importante en el país. La sociedad civil, la empresa privada, las instituciones públicas, todos debemos trabajar en conjunto para lograr objetivos positivos”.
Motta añade que lo ideal sería que cada año se añadiera un punto a las curvas de los análisis para hacer la información más robusta y esto ayudaría a las autoridades a evaluar mejor qué está pasando, y a apoyar la toma de decisiones.