En un paisaje en que el verde se interrumpe por el paso de la maquinaria que trabaja en la ampliación del Canal de Panamá, un equipo de cinco individuos con chalecos fosforescentes se detiene en un área.Detrás de la piqueta y los cascos, cuatro caras jóvenes se muestran. Son los pasantes del Proyecto del Canal de Panamá-Partnership in International Research and Education (PCP PIRE), un programa vigente del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, pensado en el intercambio de conocimientos entre expertos y egresados universitarios para la integración, el desarrollo de la educación y divulgación de la ciencia.Durante los últimos dos meses, los estadounidenses Sonia Sánchez, Sophie Westacott, Adam Bouché y Jeremy Dunham, dirigidos por el científico Jorge Moreno Bernal, se pasean por las zonas aplanadas y entre las máquinas, en donde afloran solo a la vista de los especialistas los restos de las plantas y animales que estuvieron hace 21 millones de años en este territorio antes de que se tendiera un puente entre el norte y el sur americano, período que los geólogos llaman el Mioceno.
Jorge Moreno Bernal
Científico y supervisor del PCP PIRE en Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales.
La faena de encontrar estos restos incrustados en las rocas no es nada fácil. Desde el alba, la cuadrilla de novatos en el campo se dispone a acercarse a los sitios y, para hacerlo, debe armarse con un buen machete y tener mucha agilidad en los brazos. Es que la espesa Saccharun spontaneum, o mejor conocida paja canalera, se interpone como una barrera natural entre los científicos y sus posibles descubrimientos.Quizás en otros países la búsqueda fósil se haga en espacios abiertos, pero por posicionarnos en el trópico, la hierba alta es una de las adversidades con las cuales debemos lidiar, se resigna Moreno Bernal, mientras sus pupilos ríen de lo que para ellos es toda una aventura. La travesía y la búsqueda se destinan mayormente a las horas de la mañana. El sol es inclemente y el ambiente puede agotar fácilmente a los chicos. “En los primeros días, sudaba y sudaba, pero supongo que después me fui adaptando al calor”, cuenta la estadounidense de padre español Sonia Sánchez. Cerca del mediodía, la planicie es abandonada por el grupo que procede a trasladar al laboratorio las moles o pedazos de piedras en cuyo interior se conservan los elementos clave para la investigación.En paquetes, plásticos o cajas, dependiendo del tamaño, se amontonan miles de muestras en el laboratorio del Centro de Paleoecología y Arqueología Tropical, ubicado en Ancón -cerca de la Corte Suprema de Justicia-, en espera de que alguno de los especialistas dé con una uña, un diente o la vértebra de un animal.Además de catalogar sus propios hallazgos, los pasantes deben hacer lo mismo con las rocas que otros investigadores han depositado para estudio en el centro.También clasificamos muestras y ayudamos a otros estudiantes que están desarrollando parte de sus carreras en varios países.
TEMPRANOS HALLAZGOS
Bouché, recién graduado de geología y biología, encontró una mandíbula de camello y la estructura que corresponde a los huesos del paladar de ese animal.
La importancia de este hallazgo, a pesar de que ya se han encontrado camellos en el Canal, “es que aporta piezas nuevas que no se conocían, lo que ayuda a proporcionar más información de la especie”, indica Moreno Bernal.
Dunham, que antes de llegar a Panamá se había dedicado a la cartografía geológica, en su búsqueda halló la parte distal de un codo, que se cree pertenece a uno de dos tipos de rinocerontes que habían sido encontrados previamente en el perímetro.
Sánchez, apasionada por la sedimentología, alcanzó a reconocer restos de cocodrilos, y Westacott, proveniente de Massachusetts, distinguió una columna vertebral de una serpiente.
“En el caso de los reptiles, lo novedoso es que sus similitudes están más asociadas a las especies nativas de América del Sur y no del Norte como se había creído”, explica Bernal Moreno.
Durante el Mioceno se registraron altas temperaturas. Como en el lugar había mucha actividad volcánica, los restos de fósiles y plantas quedaron ocultos bajo las capas de lava que se enfriaron y se convirtieron en rocas, las mismas que ahora picotean todos los días estos nuevos paleontólogos.
Se espera que con los estudios basados en los fósiles pueda determinarse qué hacer frente al calentamiento que experimenta el mundo actual, especialmente en zonas ubicadas en los trópicos.
Cambios
Las áreas más exploradas por el grupo son: la denominada Lirio Este (al este del Canal) y una parte del puente Centenario, esta última con la ventaja de que la estructura brinda un remanso de sombra durante gran parte de la mañana y hace más cómoda la tarea.Sin embargo, la rapidez juega un papel preponderante en el trabajo paleontológico, pues una vez la roca es expuesta los científicos deben procurar avanzar en la identificación de zonas en donde sospechan hay material para estudio, sin que el tiempo corra lo suficiente para que la piedra se fragmente o deteriore por la humedad del clima. “Es importante que haya personas colectando muestras en este espacio que nos proporciona la Autoridad del Canal, porque esto no se volverá a repetir”, añade Moreno Bernal sobre la misión que desempeñan los pasantes.En las fosas que se están haciendo para las piscinas del Canal, estamos contra el reloj, porque pronto las paredes internas van a ser revestidas de cemento y no se podrá sacar más nada de allí. Bernal Moreno enumera una lista de 48 alumnos que han contribuido en los últimos tres años con el rescate paleontológico en diferentes etapas desde que se inició la obra de ingeniería. El PCP PIRE es posible por una donación de 3.8 millones de dólares, otorgados en 2010 por la National Science Foundation. Estos fondos permitieron la exploración en las excavaciones y la interacción de científicos que están en formación. El proyecto de ampliación se desarrolla en una extensión de 80 kilómetros. El paleontólogo Carlos Jaramillo considera que aún no se ha explorado ni la mitad del territorio, por lo que faltan muchas piezas para armar el rompecabezas. “El PCP PIRE es una ventaja por la interacción entre estudiantes de varias nacionalidades, lo que ayuda a todos a aprender”, argumenta.
BLOG Y PROYECTO
El equipo PCP PIRE alimenta un blog con sus hazañas diarias. Maravillados con los descubrimientos, sus integrantes hacen un recuento de lo que significa para ellos cada ida al campo, y explican sus hallazgos con la información que manejan desde sus propias especialidades.
Ellos también comparten la tarea de fotógrafos, puesto que cada uno documenta su experiencia y se deja retratar durante un momento del trabajo para poder nutrir el blog inscrito en la dirección: pcppire.wordpress.com/.
Uno de sus proyectos como equipo (antes de marcharse en mes y medio) es brindar asesoría a los guías del Biomuseo para que la geología pueda ser comprendida más allá de un conjunto de rocas.