"Siempre hay un camino para los que quieren aprender”, pronunció en una ocasión la Nobel de química Ada Yonath.
En sus palabras, la científica israelí elogiada por su trabajo en el campo de la medicina molecular, cuenta las dificultades que enfrentó antes de lograr reconocimiento en el ámbito de la ciencia.
“No tuve una educación científica”, afirmó a los medios españoles durante una visita a ese país en 2012.
Sin embargo, hoy con 76 años, su historia sobre las estructuras de los ribosomas sobresale en las cronologías científicas, junto a otras mujeres que hicieron de la ciencia su principal cometido, a pesar de los obstáculos.
Mujeres como la egipcia Hipatia, la polaca Marie Curie, la británica Jane Goodall, la brasileña Marcia Barbosa o las panameñas Erika Podest, Gabrielle Britton y Argentina Ying, por ejemplo, demuestran el avance significativo de las mujeres en los entornos científicos y tecnológicos.
Para la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se trata de un progreso aún velado por diferentes barreras que impiden la participación plena de mujeres y niñas en estas disciplinas.
Lograr un acceso y ejecución equitativa de las damas en profesiones de carácter científico y tecnológico se ha convertido para la ONU en un paso vital para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible. Es por ello que la Asamblea General de la ONU proclamó el año pasado el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
Hoy, en su primera conmemoración, se insta a los Estados, sociedad civil y los sectores académicos y privados a promover mayores condiciones de igualdad en estos campos, pues aún hay retos que afrontar.
Un artículo publicado en el sitio web de la entidad de la ONU para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer (ONU Mujeres), indica que “solo el 30% de los investigadores en ciencias del mundo son mujeres” (beijing20.unwomen.org).
“El sesgo de género en las materias educativas y pedagógicas destaca como uno de los factores que limita los campos de estudio y margina a las mujeres en las ciencias”, continúa el organismo.
Con lo anterior concuerda Natacha Gómez, de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt), quien asegura que la participación de la mujer panameña en carreras científicas ha aumentado, aunque de manera exigua.
Con esta opinión coincide Jaqueline Candanedo, del Instituto Nacional de la Mujer, quien menciona la necesidad de romper viejos paradigmas para favorecer una mayor incidencia femenina en estos ámbitos.
Ciencia para un mayor desarrollo
Para la directora general de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), Irina Bokova, la ciencia requiere de la participación de un mayor número de mujeres.
“Ningún país puede avanzar con solo la mitad de su creatividad, energía y sueños”, dice Bokova en su mensaje previo al primer Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.
Tarea pendiente
Para el organismo internacional con sede en París, Francia, la ciencia y las nuevas tecnologías destacan como herramientas de desarrollo y un vehículo para mitigar los efectos del cambio climático.
Sin embargo, la participación femenina en los campos científicos y tecnológicos aún no logra ser equitativa.
Natacha Gómez, de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt), señala que en Panamá la incidencia de las mujeres en carreras científicas se ha incrementado, “aunque de forma muy reducida”, dice.
Ciertamente, el pensamiento científico panameño ha cobrado fuerza en las últimas décadas, con miras a posicionar el país como epicentro de investigaciones.
Sin embargo, aún es necesario lograr una mayor participación de mujeres en este campo.
Para Gómez, es necesario lograr que desde los primeros años de estudio las niñas “se enamoren” de estos temas para que luego puedan continuar con estudios formales en este campo.
Con ella coincide la directora de investigación del Instituto Nacional de la Mujer, Jaqueline Candanedo, quien menciona la necesidad de vencer viejos paradigmas sociales, que soslayan y desalientan la curiosidad femenina en este ámbito.
“Mucho influye la manera en que hemos sido socializados”, añade Candanedo, quien explica que desde pequeños es común ver pocos estímulos para despertar el interés de las niñas en estos ámbitos.
“A ellas se les involucra más en tareas de carácter doméstico y no se les incita a despedazar objetos para volverlos a amar o a ser curiosas en saber cómo funcionan las cosas”, apunta.
Inversión
La Política Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación y el Plan Nacional 2015-2019, publicado por Senacyt en septiembre de 2015, señala el desarrollo inclusivo como uno de los grandes desafíos nacionales en torno a la ciencia y la tecnología.Por otro lado, explica Gómez, las inversiones I+D en el país “han aumentado, aunque continúan siendo muy pequeñas, del 0.2% en relación al producto interno bruto del país (PIB), en donde el 75% es asumido por el Estado”, dice Gómez, quien también señala el rezago de la empresa privada en sus aportes a este sector.Con lo anterior coincide la científica panameña Gabrielle Britton, quien mira el presupuesto actual como una limitante, a pesar de los avances del país en materia científica y especialistas en campo. “Continúa siendo tan baja como hace 10 años”, remarca la doctora en neurociencia y psicología, quien subraya las crecientes necesidades que trae consigo una mayor productividad científica.Para Britton el panorama podría mejorar notablemente, con las nuevas generaciones de profesionales que penetran en el ámbito. “Creo que están alcanzando un nivel más alto, en comparación con los que estamos en el ruedo desde hace 10 años, por ejemplo”, dice la científica, aunque reconoce que para las damas, el proscenio continúa siendo gris.En el Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología (Indicasat), donde labora Britton, “cerca del 50% de los estudiantes de doctorado, técnicos y personal no investigador, son mujeres. No obstante, en el campo investigativo, somos cinco damas”, añade Britton.
Un estudio de ONU Mujeres revela que América Latina y el Caribe cuenta en la actualidad con un 44% de mujeres activas en carreras de investigación científica, tecnológica, ciencias sociales y de ingeniería.
Para el organismo lo anterior se traduce en oportunidades de educación que podrían calar favorablemente en otros aspectos de importancia social, como un mejor acceso a la salud y menores tasas de violencia contra la mujer, por ejemplo.
“Un país que invierte en conocimiento tiene más oportunidad que uno que solo invierte en servicios”, opina Britton, quien asegura que con la ciencia es posible contar con datos precisos sobre una localidad y, en general, resolver los problemas más prioritarios para el país.