Panamá, un país que tiene una matriz económica basada principalmente en el sector de servicios, no contempla a la ciencia entre sus prioridades.
Aunque el país ha registrado un crecimiento anual cercano al 7% de su producto interno bruto (PIB) en los últimos 15 años, el presupuesto que se destina para los proyectos de investigación y desarrollo (I+D) es reducido.
Un promedio de 0.20% del PIB ha invertido Panamá cada año en I+D entre 2005 y 2012, según cifras del Banco Mundial. En otras palabras: de los 46.2 mil millones de dólares con los que cerró el PIB en Panamá en 2014, entre 40 millones y 60 millones de dólares se destinan a estos propósitos.
Esta es una de las cifras más bajas registradas en el continente. Costa Rica, en cambio, apuesta el 0.48%. Mientras tanto, Estados Unidos destina el 2.79%.
Inversión en Panamá
En términos relativos al PIB y a veces en términos absolutos, la inversión en (I+D) viene cayendo en Panamá, afirma Julio Escobar, exsecretario Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (2004-2009).
“No hemos logrado convencer a suficientes líderes de que el conocimiento es más importante que el concreto. Nuestra historia mercantil parece impedirnos imaginar un país de ciencia, a pesar de que Panamá ha cambiado su destino múltiples veces contra todas las expectativas y que el sector servicios cada vez depende más de la ciencia”, asegura.
Con él coincide Ceferino Sánchez, exrector de la Universidad de Panamá y exsecretario Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (1995-1999), al afirmar que dicha inversión no está acorde con las necesidades de desarrollo del país.
“La inversión de I+D es muy importante, precisamente para un país como Panamá, donde pronto su modelo de desarrollo se va a agotar y tendremos que tener empresas más competitivas de las que actualmente poseemos. La ciencia no es vista como prioridad por el tipo de modelo económico que tenemos (movimientos comerciales), lo que no hace claro todavía cómo el conocimiento se hace vital para la competitividad. Esto creo que va a cambiar pronto. La sociedad y los ciudadanos tienen que entender mejor cómo la ciencia es imprescindible para el futuro del país. Por desgracia esta situación, en gran parte, está ligado a la baja calidad de la educación panameña en todos sus niveles”, argumenta.
Se piensa en general que la inversión en I+D está relacionada con el esfuerzo que hacen los países para lograr innovación, pero no hay una evidencia consistente que indique que ello se traduzca en mayor competitividad y desarrollo por sí sola, añade Jorge Motta, actual secretario Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación.
Sin embargo, destaca Motta, “si se dan las condiciones en paralelo a dicha inversión, las posibilidades de que se genere innovación, riqueza y desarrollo serán altas. Yo creo que ahora mismo Panamá cuenta con las condiciones necesarias para generarlas”
Inversión en I+D
La ciencia es el motor de la economía, el desarrollo y de la vida misma.
Prueba de ello es que hoy se cuenta con herramientas a favor de la salud, como antibióticos, hasta con tecnologías de la información y la comunicación (TIC), y otros avances.
De ahí la importancia de que la inversión en materia de ciencia, innovación y desarrollo, —específicamente en el gasto de Investigación y Desarrollo (I+D)— aumente.
De su producto interno bruto (PIB), Latinoamérica invierte cada año un promedio de 0.76% en I+D. Panamá destina un promedio del 0.20%.
Este monto se utiliza en instituciones como la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Senacyt), el Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud (ICGES), universidades, el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, etc.
Este presupuesto no es suficiente para ejecutar sus programas. Se calcula que el Estado debe invertir cerca del 1% de su PIB para que el sector productivo lo destine en la búsqueda y el uso de un nuevo conocimiento.
Pese a ello, Panamá ha dado un salto importante en la cantidad y calidad de sus investigadores, pues cuenta con laboratorios de referencia regional como el ICGES, centros de investigación como Indicasat y algunos departamentos universitarios, pero se debería hacer mucho más, explica Ceferino Sánchez, exsecretario de la Senacyt.
“Se necesita una mayor inversión en proyectos de I+D, en infraestructura para la investigación, en el desarrollo de más recursos humanos en otras disciplinas y, muy especialmente, en la transformación de las universidades”.
Éxodo de cerebros
La actividad científica nutre el sistema educativo, plantea Jorge Motta, actual secretario Nacional de Senacyt. “Esa nutrición del sistema educativo en materia de I+D produce que se formen profesionales que nos permitirán desarrollar y aceptar tecnologías avanzadas” en el futuro.
Sin embargo, el país debe poder brindar estas oportunidades de empleo.
El talento científico requiere incentivos. Julio Escobar, exsecretario de la Senacyt, afirma que aunque el país ha invertido en formar especialistas e investigadores de alto nivel, decenas completan sus estudios e intentan regresar cada año, pero “los presupuestos que asignamos a nuestras universidades, laboratorios autónomos y otras instituciones de ciencia y tecnología, o a promover el proceso de innovación, no solo son insuficientes, sino que están causando el éxodo de cerebros de Panamá. Considero la situación alarmante y un gran error estratégico nacional”.
En este sentido, Sánchez opina que el modelo que Panamá ha seguido en el desarrollo de la ciencia y la investigación puede entrar en crisis si no se aumenta urgentemente la inversión.
“Desde el inicio nos concentramos en enviar a estudiar a nuestros mejores egresados a centros de prestigio para hacer maestrías y doctorados de alta calidad y con capacidad para investigar. Ahora tenemos un número mayor de investigadores potenciales en Panamá, pero los recursos para hacer investigación no han aumentado proporcionalmente. En consecuencia, muchos no consiguen trabajo o trabajan en instituciones que no son las apropiadas para investigar”.
Renglones científicos
A la fecha, la mayor capacidad científica de Panamá está dedicada a las áreas de ciencias biológicas, que tradicionalmente han recibido más apoyo y contado con mejores referentes que las otras, recalca Escobar.
Sin embargo, hace falta que se invierta más en otros renglones valiosos para el contexto panameño, como lo son la agricultura, la logística y las TIC, indica Motta.
Inversión en salud
Del campo de las ciencias biológicas han germinado varios frutos.
En el Icges, por ejemplo, se han realizado proyectos destinados al diagnóstico rápido de epidemias y brotes (sobre virus hanta, encefalitis equina, H1 N1, sarampión importado, brucelosis, KPC), al desarrollo de soluciones novedosas a problemas de salud que afectan al país (como dengue, mosquitos transgénicos, leishmaniasis), así como a la búsqueda de un mejor entendimiento de la epidemiología, explica Néstor Sosa, director del Icges.
Por esto y más, señala Sosa que urge que se valore la importancia de la investigación y la ciencia como herramienta útil, y “no como un ejercicio intelectual fútil o que solo pueden desarrollar los países de primer mundo”.
Prioridad estratégica
La inversión en I+D debería ser una prioridad estratégica de todo país.
“El mundo en que vivimos es cada vez más sagaz, más complejo y más competitivo. Especialmente, para un país pequeño con pocos recursos naturales, aun contando nuestras características geográficas tan especiales, no contar con científicos es una apuesta muy arriesgada: apostar a ser consumidores en lugar de productores en un mundo altamente tecnológico”, afirma Escobar.
Con él coincide Sánchez. “Creo que en Panamá estamos llegando a un límite de lo que podemos desarrollarnos como sociedad. Esto ya se nota en el agotamiento en modelos tradicionales panameños, como lo es la Zona Libre. El salto para ser una economía ‘de primer mundo’ requiere del uso intensivo del conocimiento”.
Motta añade que el mundo del siglo XXI está construido de una manera tan dinámica que “se construye y se destruye a tal velocidad, que sin las herramientas de ciencia, tecnología e innovación no lo podríamos entender”.
Lo cierto es que la investigación científica ayuda a crear soluciones y respuestas a problemas que redundan en beneficio de la población, afirma Sosa. “La investigación que haríamos en Panamá iría dirigida a nuestras prioridades. No siempre es válido importar los conocimientos y soluciones de otros países. Panamá tiene sus peculiaridades y como nación debe buscar las respuestas a las preguntas que son relevantes a su realidad y a sus características”.