Antes, en sus buenos tiempos, las ranas doradas habitaban con tranquilidad en los bosques húmedos en las cercanías de las montañas, en especial en los arroyos.
Desde hace unos años, este anfibio pasó al ramo de las especies en peligro de extinción. De hecho, se encuentra en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, organización internacional dedicada a la conservación de los recursos naturales.
Esta organización la cataloga como una especie en “peligro crítico de extinción”, y considera que desde 2007 comenzó a estar extinta en su hábitat natural.
Para hacerle frente a este problema, en 2009 el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales creó el Proyecto de Rescate y Conservación de Anfibios de Panamá.
Este proyecto tiene dos centros, ubicados en El Valle de Antón, donde encontrará en cautiverio dos especies de la rana dorada: la Atelopus zetequis y la Atelopus varius.
Hasta la fecha, se han reproducido unas 100 ranas doradas, calcula Heidi Ross, directora del proyecto Centro de Conservación de Anfibios de El Valle (EVACC, por sus siglas en inglés).
El declive gradual de esta especie se le acredita principalmente a dos factores. Uno de ellos es el hongo quítrido (Batrachochytrium dendrobatidis), comenta la bióloga Milagros González durante un recorrido por el EVACC.
El impacto de este hongo, añade Ross, llega a la población mundial de anfibios y ataca sus pieles.
En este renglón, ambas expertas mencionan que otro foco de agresión hacia esta especie ha sido el propio ser humano. En un principio, a las personas les encantaba agarrarlas para llevarlas a sus casas o para exhibirlas en restaurantes.
Hoy 14 de agosto, Día Nacional de la Rana Dorada, González y Ross reiteran que todos deben proteger a este anfibio y tienen que conocer su lucha por sobrevivir en este mundo que se le ha vuelto hostil.
Las amenazas de la rana dorada
La situación de la rana dorada, declarada Símbolo Ecológico y Cultural de Panamá por la Ley 37 del 3 de agosto de 2010 -que además estableció el 14 de agosto como el Día Nacional de la Rana Dorada- sigue siendo crítica y su seguridad es un reto para los científicos.
Así lo indicaron biólogos del proyecto Centro de Conservación de Anfibios de El Valle, único lugar en el país donde se encuentra en cautiverio y estudio esta especie.
Su peligro de extinción sigue latente, tanto a causa de las manos del ser humano como por el hongo quítrido, anota Heidi Ross, directora del proyecto EVACC.
Este laboratorio trabaja en buscar bacterias y otras opciones para proteger a la rana contra este hongo.
Ross comenta que otra amenaza es que se ha alterado el río Antón con químicos. Por eso, opina que será difícil que la rana regrese a esta área.
En este centro, los más recientes nacimientos suman 30 renacuajos, pero en total desde 2009 se han registrados 100 sobrevivientes, explica la bióloga Milagros González.
Muchos de ellos pueden morir antes de salir del agua, pues el proceso de adaptación es complicado, por lo que necesitan de muchos cuidados, explica Ross.
A pesar de que uno de los planes de este centro es regresar a la vida silvestre a estos ejemplares, aún no es el tiempo para hacerlo, dice.
Primero, deben llegar a la meta de 300 individuos y segundo, necesitan campos seguros y quebradas protegidas para que la gente no llegue y las saque nuevamente.
Calculan que en tres o cinco años cumplirán este objetivo.
Vida y comportamiento
La rana dorada, en el caso de los machos, tiene una longitud que oscila entre 25 y 50 milímetros. Mientras que las hembras pueden estar entre 30 y 60, señala la investigación implicaciones en la conservación de las ranas doradas de Panamá, asociadas con su revisión taxonómica, realizada por científicos panameños y extranjeros.
El color predominante del dorso de esta especie endémica es típicamente amarillo, acentuado con patrones negros. El amarillo puede ser de amarillo-naranja a amarillo limón, y todos los matices entre estos.
Cuando está presente el tono negro, tiene forma de manchas o uves invertidas, cubriendo usualmente menos del 50% de la superficie dorsal.
Al hablar de su alimentación, la bióloga Milagros González indica que, por lo general, consumen grillos y moscas.
Pasando al punto de la reproducción, Ross explica que la hembra carga al macho cuando copula y allí puede durar días o semanas. Cuando la hembra decide soltar los huevos, el macho está preparado para fecundarlos, explica.
En cautiverio, han notado que los renacuajos toman entre 10 y 14 días para nacer.
Tanto Ross como González coinciden en que para salvar a la rana dorada hace falta más educación entre la población nacional, para así tomar conciencia del peligro en que se encuentra este anfibio.