Mejor no lo pudo decir Ban Ki-moon, secretario general de las Naciones Unidas, en una ocasión: “La igualdad para la mujer es progreso para todos”.
Hoy, 8 de marzo, fecha en que se conmemora el Día Internacional de la Mujer, es una ocasión propicia para destacar que el papel del rostro femenino en el campo científico ha tomado mayor impulso y relevancia.
Pese a ello, datos internacionales sobre la realidad que vive la mujer inmersa en la carrera científica arrojan que estas, aunque gocen de un currículo similar al de un hombre, tienden a obtener un ingreso económico menor. Además, no gozan de las mismas oportunidades de crecimiento en las organizaciones, ganan menos fondos para hacer estudios y se ha comprobado que ellas abandonan la carrera científica con más frecuencia que los varones.
En el mundo, solo el 28% de los investigadores en ciencia lo constituyen las mujeres, según cifras del Instituto de Estadísticas de la Unesco.
Sin embargo, dicho organismo plantea que uno de cada cinco países ha alcanzado la paridad de género.
En Bolivia, por ejemplo, 63% del grupo de científicos lo conforma la mujer. Mientras que en Francia la cifra baja a 26% y en Etiopía cae al 13%.
En el caso de Panamá, 44% de la muestra está representada por las féminas.
Algunas de estas mujeres panameñas empoderadas por la ciencia son Érika Podest, Oris Sanjur y Sandra López-Vergès.
Mujeres al poder de la ciencia
Las científicas Érika Podest, Oris Sanjur y Sandra López-Vergès, además de ser panameñas tienen en común que su curiosidad por descubrir más sobre el mundo que les rodea fue alimentada desde que eran niñas y adolescentes, en el colegio y en sus hogares.
Podest, quien es ingeniera eléctrica y doctora en física aplicada al medio ambiente, y trabaja desde hace más de 10 años en el Jet Propulsion Laboratory en Pasadena, California, EU —uno de los 12 centros de la NASA en EU—, comenta que su interés por el medio ambiente se inició en el istmo, donde desde pequeña disfrutaba de su “exuberante” naturaleza.
“Durante mi etapa escolar pasaba con mi familia todos los fines de semana en el lago Gatún, en la playa o explorando lugares remotos e interesantes.
Todas estas experiencias, más la conciencia por la conservación de nuestros recursos naturales, inspiraron mi interés por la ciencia hacia el medio ambiente”, recuerda.
Esto llevó a Podest a crear un grupo en su colegio llamado “Jóvenes estudiantes amantes de la naturaleza”. “Nuestro primer proyecto fue plantar árboles en los predios del colegio. Además, realizamos giras a parques naturales como el Summit”.
Por su parte, Sanjur, quien estudió un doctorado en biología celular y que hoy es la directora asociada para Administración Científica del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI), afirma que su inclinación por hacer ciencia surgió desde la escuela secundaria. “Me gustaba mucho la biología y la química”.
Así mismo, López-Vergès, doctora en virología y microbiología y científica del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud (ICGES), se recuerda a sí misma como una pequeña curiosa, y que las materias científicas siempre atrajeron su atención.
“Lo que más me gustaba eran los laboratorios de biología y las tareas de investigación en grupo de esta materia, sobre cómo se nutren y crecen las plantas, y cómo funcionaba determinado sistema del cuerpo humano. Recuerdo que con mis amigas buscábamos en las enciclopedias, discutíamos y les preguntábamos a nuestros padres sobre el tema, y eso lo teníamos que presentar en murales cuando estábamos en primaria, y ya al estar más grandes, en pequeños reportes escritos”.
En entrevista a La Prensa, estas tres científicas, que han sido laureadas y reconocidas por sus aportes tanto en el país como en el extranjero, brindan detalles sobre su línea de investigación, sus logros, y alientan a las niñas a estudiar ciencia.
¿En qué consisten sus líneas de investigación?
E.P.: Mis líneas de investigación están relacionadas en entender los efectos de los cambios climáticos en ecosistemas terrestres utilizando imágenes de satélite. Específicamente estoy enfocada en cómo el incremento de temperaturas está afectando la absorción de carbono de los humedales y la vegetación en las latitudes norte.
También estoy participando en la misión del satélite Soil Moisture Active Passive (SMAP), el cual ha estado en órbita terrestre por más de un año y nos está proporcionado información que nos ayuda a manejar mejor los recursos hídricos.
O.S.: Actualmente estoy participando en proyectos de colaboración, vinculados al estudio de la dinámica de poblaciones de mosquitos en áreas perturbadas y prístinas; la genética de poblaciones, ecología y comportamiento de cocodrilos, entre otros.
S.L.V.: Mi investigación se enfoca en el estudio de arbovirus (virus transmitidos por artrópodos o insectos, como el dengue, chikungunya, zika y encefalitis equina, todos transmitidos por mosquitos).
Trabajo en conjunto con otros investigadores nacionales e internacionales en macroproyectos multidisciplinarios para entender mejor la epidemiología de estos virus, pero mi enfoque principal es la parte virológica (caracterización del virus) y la respuesta inmune contra estas infecciones virales.
¿De qué proyecto se sienten más orgullosas?
E.P.: El proyecto del cual más me siento orgullosa es formar parte del equipo de científicos para poner en órbita al satélite SMAP. Ha sido increíble estar involucrada desde el comienzo de este satélite, cuando apenas se estaba formulando la idea, y ser parte de su evolución hasta verlo lanzar hace poco más de un año. Lo mejor de todo han sido los datos que nos ha estado proporcionando sobre la humedad de los suelos a nivel global, los cuales nos están ayudando a predecir sequías e inundaciones y manejar mejor los recursos hídricos de nuestro planeta.
O.S.: Uno de los proyectos que disfruté enormemente fue utilizar herramientas moleculares para determinar las relaciones entre plantas de zapallo silvestres y domesticadas. Descubrir que en este grupo hubo seis domesticaciones independientes fue muy interesante, porque no es común que ocurran tantas domesticaciones en un mismo grupo de plantas.
S.L.V.: Tal vez lo que me hace sentir más orgullosa es lo que pude realizar durante mi doctorado, donde descubrí el primer cofactor celular necesario para producir nuevos virus VIH infecciosos, la proteína TIP47. TIP47 es requerida para que la proteína de envoltura del VIH, que es la proteína necesaria para infectar nuevas células, sea integrada en los nuevos virus que salen de las células ya infectadas.
Esto es un descubrimiento importante porque se necesita conocer proteínas y moléculas que puedan ser nuevos blancos terapéuticos para inhibir la replicación del virus VIH en las personas infectadas y así poder diseñar y crear nuevos tratamientos.
¿De qué manera alentarían a otras jóvenes a adentrarse a la ciencia?
E.P.: La ciencia permite ampliar la visión del porqué de las cosas que nos rodean y nos ayuda a entender el rol que nosotros jugamos. Le recomiendo a los jóvenes que estudien, establezcan metas y busquen oportunidades.
O.S.: En un mundo con tantos retos que resolver y que tenemos que enfrentar como sociedad y como especie, considero que el conocimiento científico que se genera es la clave para poder dar respuesta a todos estos retos.
S.L.V.: Aprovechen cada oportunidad, por ejemplo, las diferentes oportunidades de becas en Panamá para realizar maestrías o doctorados en el extranjero, ya que se pierden posibilidades de becas cada año.