Cambios de fórmula química, errores en la dosificación, reducción de los efectos terapéuticos, problemas de compatibilidad y riesgos de contaminación, entre otras, son algunas de las causas por las que un medicamento puede salir del mercado en Panamá.
Sin embargo, las anomalías o efectos adversos de una medicina por lo general pasan inadvertidos en el país, ya que las personas no los reportan.
La directora de Farmacia y Drogas del Ministerio de Salud (Minsa), Jenny Vergara, explica que lo que ocurre es que la población, sobre todo los pacientes, no tienen una idea clara del papel que deben desempeñar para garantizar que las medicinas que reciben sean seguras.
De hecho, precisó que solo el 20% de los consumidores de medicinas reporta que tuvo una reacción adversa al momento de consumirla.
Y lo mismo ocurre con los equipos médicos; es decir, solo el 25% de estos reporta irregularidades relacionadas con medicinas, dijo.
FARMACOVIGILANCIA
El término farmacovigilancia es utilizado para identificar la actividad sanitaria y prevenir los riesgos que se pueden derivar al momento de recibir un tratamiento farmacológico.
En Panamá, la Ley 1 del 10 de enero de 2001 es la que regula todo lo relacionado con la fabricación, importación y adquisición de medicamentos.
Además, el Minsa y la Caja de Seguro Social (CSS) tienen en su organigrama equipos de profesionales dedicados a esta actividad.
La presidenta del Colegio Nacional de Farmacéuticos, Nereida Quintero, explicó que la Dirección de Farmacia y Drogas creó en 2005 el Departamento Nacional de Farmacovigilancia.
Quintero detalló que en el Minsa se estableció esta estructura para que todo el personal de salud estuviera informado sobre cómo se realiza este proceso.
Posteriormente, la CSS instituyó un departamento similar, con el propósito de extender la vigilancia a los medicamentos que utiliza esa entidad.
No obstante, Quintero coincidió con Vergara en que la población no reporta los efectos adversos que le puede causar un medicamento, un comportamiento que atribuyó a la falta de conciencia que debe tener el país sobre la importancia que tiene para el sistema de salud pública este tipo de reportes.
De acuerdo con su criterio, la población no está reportando los efectos adversos de un determinado fármaco en la medida en que se requiere para tomar correctivos.
Para Quintero, las 600 notificaciones que comunica anualmente la Dirección de Farmacia y Drogas del Minsa son pocas, sobre todo si se considera que en el país hay 7 mil registros sanitarios de medicamentos.
Subrayó que se necesita más personal y docencia sobre la forma de aplicar la farmacovigilancia como una herramienta de notificación y divulgación constante.
Otro que destacó la importancia de este proceso es el presidente de la Asociación de Pacientes con Insuficiencia Renal Crónica y Familiares, Alexander
Pineda, quien, por su parte, atribuyó la ausencia de notificaciones al desinterés de los médicos tratantes.
Pineda señaló que los médicos proceden a reemplazar, bajar o aumentar la dosis del medicamento ante cualquier falla que les reporte el paciente.
Un manejo que a su juicio es contradictorio, porque lo que deben es procurar conocer si se trata de una anomalía de fábrica de la medicina.
Por su parte, la decana de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Panamá, Rosa Buitrago, manifestó que la farmacovigilancia es importante porque aunque los medicamentos llegan al mercado después de procesos de investigación que involucran a por lo menos 3 mil personas, las reacciones adversas que ocurren, por ejemplo, en 1 de cada 10 mil pacientes, usualmente no se encuentran en esos estudios previos a que la autoridad de salud apruebe los fármacos.
Para Alfredo Macharaviaya, miembro de la Comisión Médica Negociadora Nacional (Comenenal) es lamentable que las altas autoridades del sector salud nunca hayan tomado conciencia sobre la importancia de contar con un adecuado sistema de farmacovigilancia, que, según dijo, debe estar instituido de manera oficial, con apropiados mecanismos reglamentarios, personal, insumos e infraestructura.