A calzón quitado…: Xavier Sáez-Llorens



Más de una década de debate sobre educación sexual en escuelas oficiales del país sin ningún resultado. Es un diálogo estéril e improductivo debido a que milicias religiosas lo han contaminado con mentiras, engaños y manipulaciones emocionales. La gente que más requiere información adecuada sobre sexualidad (jóvenes y adultos de estratos sociales marginados) anda confusa porque ha sido asustada con falacias de toda índole. Ante esta irracionalidad, no puedo ser políticamente correcto. Utilizar eufemismos para enmascarar imbecilidades es sinónimo de hipocresía. En el terreno de la doble moral, pierdo por amplio margen. Estamos jugando con la vida de niños y adolescentes que fallecen o ven truncadas sus esperanzas futuras por embarazos prematuros, abortos clandestinos e infecciones de transmisión sexual (ITS). Mientras continuamos afectando la salud pública de la población más necesitada, la juventud pudiente y acomodada recibe educación de calidad, posterga el inicio de relaciones, usa métodos anticonceptivos y, ante cualquier desliz hormonal, acude a centros privados locales o foráneos para tratar su enfermedad o abortar de forma higiénica. Egoísmo y mezquindad a su máxima expresión.

Los detractores del proyecto de ley 61 han vociferado una plétora de estupideces. “Que los maestros enseñarán a masturbarse”. La masturbación es natural, extraordinariamente frecuente a cualquier edad, sin importar el sexo biológico. Lo que se debe inculcar, sin duda, es que la práctica es saludable y no produce eventos adversos. “Que los colegios convertirán a nuestros hijos en homosexuales”. La homosexualidad no es una conducta aprendida. Los manierismos, timbres de voz y gustos se manifiestan desde edades tempranas, antes incluso de la tormenta hormonal postpuberal. Lo que se debe enseñar es que la orientación sexual no es un trastorno patológico, que reprimirla es pernicioso y que nadie debe ser discriminado por eso. “Que los planes de las Naciones Unidas es que, para el año 2050, la mitad de la humanidad sea gay”. Solo una mente retorcida puede creer semejante idiotez. Desacreditar las bondades de entidades defensoras de derechos humanos básicos, como Unesco, Unicef o la Academia Americana de Pediatría, por mencionar solo algunas, traduce una dolencia psiquiátrica avanzada.

“Que se pretende introducir la ideología de género”. No existe tal cosa. La ideología que ha imperado por siglos, en todo caso, es que la mujer es inferior al hombre y que debe dedicarse a atender la casa, lavar platos, preparar comida al marido y mantenerse fiel, aunque su consorte la golpee o tenga amantes; las hijas deben arreglar la cama y aprender a cocinar. Conducir camiones, participar en deportes de contacto, liderar cargos políticos, aspirar a puestos jerárquicos religiosos o alcanzar salarios equitativos no han sido considerados aptos para damas. Esta concepción sociocultural machista debe desaparecer para asegurar igualdad de género y empoderar a la mujer para que no sufra más abuso y discriminación.

“Que se incrementará la curiosidad sexual de la juventud”. Los muchachos aprenden el kamasutra callejero en televisión, internet, redes sociales y conversaciones entre pares. Queremos que asimilen el kamasutra científico y conozcan las consecuencias nefastas de una sexualidad irresponsable. Considerable evidencia científica demuestra que a mayor conocimiento, mayor retraso en debut sexual, fidelidad de pareja y empleo de métodos anticonceptivos. La educación integral incluye, además, lecciones de abstinencia, autoestima, afectividad, control de instintos y herramientas preventivas diversas. Resulta increíble percatarse que, en estas cuestiones técnicas, la credibilidad de un “payaso” es superior a la de un médico. Nuestra sociedad, tristemente, carece de formación en ciencias. Se le cree más a chismosos, charlatanes y predicadores que a personas con elevada preparación académica. Muchos individuos que acudieron a la marcha no habían siquiera leído el proyecto de ley. Las turbas evangélicas portaban pancartas alusivas a demonios o anticristos. Uno de sus tantos “privilegiados” apóstoles acompañaba la manifestación desde coche lujoso, quizás adquirido a través de los diezmos de salvación.

La educación sexual debería ser un tema de Estado, con los partidos políticos alineados en beneficio de los individuos más vulnerables de la nación. Es lamentable que políticos de oposición y periodistas bulliciosos hayan utilizado este crítico asunto para atacar al gobierno. Una bajeza ética deplorable. Curiosamente, jamás he presenciado protestas masivas por la pederastia eclesial ni por toda la parafernalia erótica que se exhibe diariamente en medios de comunicación y periódicos amarillistas. Los obispos Ulloa y Lacunza intentaron al final distanciarse de tanta intransigencia, pero al actuar muy tarde, la situación se les escapó de las manos y las sectas evangélicas robaron protagonismo, algo aún más peligroso. En las 3 horas de manifestación, entre 4 y 5 adolescentes fueron embarazadas y 2 adquirieron alguna ITS. Invito a alguno de esos moralistas empedernidos, provenientes de familias funcionales y educadas, que acuda a la clínica de Sida del Hospital del Niño. Les presentaría una situación que vemos cada semana: niña de 13 años infectada por el VIH, criada en hogar sin figura paterna, por madre humilde con solo escolaridad primaria y que trabaja para mantener a otros cinco retoños. Me gustaría ver al puritano decirle a la pobre señora que pida perdón al creador por no haberle enseñado valores a su hija. Se imagina usted la bochornosa escena. Me reservo lo que podría pasarle al beato. Los fundamentalistas cristianos no tienen nada que envidiar a los islámicos. Unos matan por ignorancia, otros por odio. Mientras, el ser omnipotente, omnisciente y amoroso persiste en su sadismo milenario. Pobre humanidad… @xsaezll

LAS MÁS LEÍDAS