Hasta la coronilla de hidroeléctricas: Laura Pedreschi Janson



Hoy 8 de abril, los residentes del distrito de Bugaba, en una caminata pacífica y ordenada, protestaremos por la aprobación de dos minihidroeléctricas sobre el río Macho de Monte que afectan la disponibilidad de nuestra agua potable.

Este hecho amenaza el funcionamiento de la aún por inaugurar planta potabilizadora del distrito, que costó 40 millones de dólares, para abastecer a 100 mil habitantes de cuatro de sus corregimientos.

Al respecto, una alta funcionaria del Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales dijo que “negociaría con la hidroeléctrica y que moverían el sitio de la toma de agua”, que prácticamente ya está lista; esto es insostenible.

Protestaremos por el injustificado y aterrador número de 72 hidroeléctricas en seis cuencas hidrográficas de la provincia de Chiriquí y la comarca; diremos: “No más hidroeléctricas”. Somos primero y no quienes saquean nuestros recursos hídricos; cumplan con la promesa de campaña: “100% agua potable y cero letrinas”.

De forma premeditada y oscura, basados en estudios de impacto ambiental de poca credibilidad, los gobiernos aprobaron las hidroeléctricas a espaldas del pueblo. En abierta violación al artículo 16 de la Ley 35 del 22 de septiembre de 1966, que establece la prioridad de uso del agua de la Nación.

El número de proyectos industriales e hidroeléctricos se antepone al derecho para uso doméstico y de salud pública, y agropecuario, trastocando las prioridades.

Se desconocen las consecuencias ambientales y sociales que esa cantidad exagerada de proyectos pueda ocasionar; por ejemplo: el retorno de las aguas turbinadas a los ríos, porque abajo hay tomas destinadas al consumo humano.

En la cuenca 102 del río Chiriquí Viejo –vital por su producción agrícola, lechera y ganadera, con una creciente población y un potencial turístico– se han otorgado 22 concesiones de proyectos hidroléctricos, sin contar con un estudio de impacto ambiental acumulativo. Los departamentos de Ambiente y Legal de la Administración de Servicios Públicos no pueden garantizarnos la vida con tantos proyectos.

Ya no pueden esconder el sol con un dedo. Las concesiones aprobadas violan nuestro más elemental derecho: el de la vida. Se valoran más esas inversiones –de seguro hechas con poca transparencia– que además no representan ganancia alguna para ningún distrito ni ahorro en nuestras cuentas de electricidad. En este negocio hemos salido trasquilados.

Por otra parte, tampoco se puede supervisar el cumplimiento ambiental ni la responsabilidad social de tantos proyectos. No hay desarrollo sin agua, porque no hay vida sin agua.

Señor, Presidente de la república de Panamá, haga lo que todos estamos esperando: cancele la construcción de estas hidroeléctricas, pues mancillan el honor de nuestros antepasados, ponen en peligro el presente y el futuro –ya de por sí bastante incierto por la falta de agua– y amenazan nuestra seguridad alimentaria.

Es su obligación defender, a capa y espada, nuestra vida; declare pronto una moratoria de hidroeléctricas, y ojalá lo haga durante la VII Cumbre de las Américas, porque ya estamos hasta la cumbre (coronilla) de las falsas promesas.

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